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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 157

EN CESAREA DE FILIPO

 

6. LA TARDE SIGUIENTE

1748:4  157:6.1 Jesús y los apóstoles permanecieron un día más en la casa de Celsus, esperando que los mensajeros de David Zebedeo llegaran con el dinero. Después de haberse derrumbado la popularidad que Jesús tenía entre las masas, los ingresos habían disminuido considerablemente. Cuando llegaron a Cesarea de Filipo, la tesorería estaba vacía. Mateo era reacio a separarse de Jesús y sus hermanos en aquel momento, y no tenía fondos propios disponibles para entregarselos a Judas, como tantas veces había hecho anteriormente. Sin embargo, David Zebedeo había previsto esta probable disminución de los ingresos; en consecuencia, había indicado a sus mensajeros que mientras atravesaban Judea, Samaria y Galilea, debían actuar como recaudadores de dinero para enviarlo a los apóstoles desterrados y a su Maestro. Así es como este día por la noche, los mensajeros llegaron de Betsaida trayendo fondos suficientes como para sostener a los apóstoles hasta que volvieran para emprender la gira por la Decápolis. Mateo esperaba que, para entonces, ya tendría el dinero de la venta de su última propiedad de Cafarnaum, y había dispuesto que estos fondos fueran entregados a Judas de manera anónima.
1749:1  157:6.2 Ni Pedro ni los demás apóstoles tenían un concepto muy adecuado de la divinidad de Jesús. Apenas se daban cuenta de que éste era el principio de una nueva época en la carrera terrestre de su Maestro, la época en que el instructor-sanador se convertiría en el Mesías según el nuevo concepto —el Hijo de Dios. A partir de este momento, un nuevo tono apareció en el mensaje del Maestro. En lo sucesivo, su único ideal en la vida fue la revelación del Padre, y la idea única de su enseñanza fue la de presentar a su universo la personificación de esa sabiduría suprema que solamente se puede comprender viviéndola. Vino para que todos pudiéramos tener la vida, y tenerla de manera más abundante.
1749:2  157:6.3 Jesús empezaba ahora la cuarta y última etapa de su vida humana en la carne. La primera etapa fue la de su infancia, los años en que sólo tenía una conciencia nebulosa de su origen, naturaleza y destino como ser humano. La segunda etapa fue la de la autoconciencia creciente de los años de su juventud y su edad adulta progresiva, durante los cuales comprendió más claramente su naturaleza divina y su misión humana. Esta segunda etapa finalizó con las experiencias y revelaciones asociadas con su bautismo. La tercera etapa de la experiencia terrestre del Maestro se extendió desde su bautismo, a través de los años de su ministerio como educador y sanador, hasta el momento importante de la confesión de Pedro en Cesarea de Filipo. Este tercer período de su vida terrestre abarcó la época en que sus apóstoles y sus discípulos inmediatos lo conocieron como el Hijo del Hombre y lo consideraron como el Mesías. El cuarto y último período de su carrera terrestre comenzó aquí, en Cesarea de Filipo, y continuó hasta la crucifixión. Esta etapa de su ministerio estuvo caracterizada por el reconocimiento de su divinidad, y abarcó las obras de su último año en la carne. Durante este cuarto período, aunque la mayoría de sus discípulos seguía considerándolo como el Mesías, los apóstoles lo conocieron como el Hijo de Dios. La confesión de Pedro marcó el principio del nuevo período de una comprensión más completa de la verdad de su ministerio supremo como Hijo donador en Urantia y para todo un universo, y el reconocimiento de este hecho, al menos vagamente, por parte de sus embajadores escogidos.
1749:3  157:6.4 Jesús dio así ejemplo en su vida de lo que enseñaba en su religión: el crecimiento de la naturaleza espiritual mediante la técnica del progreso viviente. No hizo hincapié, como lo hicieron sus seguidores posteriores, en la lucha incesante entre el alma y el cuerpo. Enseñó más bien que el espíritu vencía fácilmente a los dos y reconciliaba de manera eficaz y provechosa un gran número de estas luchas intelectuales e instintivas.

1749:4  157:6.5 A partir de este momento, todas las enseñanzas de Jesús adquieren un nuevo significado. Antes de Cesarea de Filipo, se presentó como el instructor principal del evangelio del reino. Después de Cesarea de Filipo apareció no solamente como instructor, sino como representante divino del Padre eterno, que es el centro y la circunferencia de este reino espiritual; y era necesario que hiciera todo esto como un ser humano, como el Hijo del Hombre.
1749:5  157:6.6 Jesús se había esforzado sinceramente por conducir a sus seguidores hasta el reino espiritual, primero como instructor y luego como instructor-sanador, pero no hicieron caso. Sabía muy bien que su misión terrestre no podría colmar de ninguna manera las esperanzas mesiánicas del pueblo judío; los antiguos profetas habían descrito a un Mesías que él nunca podría ser. Intentó establecer el reino del Padre como Hijo del Hombre, pero sus discípulos no quisieron seguirlo en esta aventura. Al ver esto, Jesús escogió entonces ir al encuentro de sus creyentes hasta cierto punto, y al hacerlo, se preparó para asumir abiertamente el papel de Hijo donador de Dios.
1750:1  157:6.7 En consecuencia, los apóstoles aprendieron muchas cosas nuevas escuchando a Jesús este día en el jardín. Algunas de estas declaraciones les resultaron extrañas incluso a ellos. Entre otras afirmaciones sorprendentes, escucharon algunas como las siguientes:

1750:2  157:6.8 "Desde ahora en adelante, si un hombre quiere asociarse con nosotros, que asuma las obligaciones de la filiación y que me siga. Cuando ya no esté con vosotros, no creais que el mundo os va a tratar mejor de lo que trató a vuestro Maestro. Si me amáis, preparaos para poner a prueba ese afecto mediante vuestra buena disposición a hacer el sacrificio supremo."

1750:3  157:6.9 "Retened bien mis palabras: No he venido para llamar a los justos, sino a los pecadores. El Hijo del Hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y para donar su vida como un regalo para todos. Os aseguro que he venido para buscar y salvar a los que están perdidos."

1750:4  157:6.10 "Ningún hombre de este mundo ve ahora al Padre, salvo el Hijo que ha venido del Padre. Pero si el Hijo es elevado, atraerá a todos los hombres hacia él, y cualquiera que crea en esta verdad de la naturaleza combinada del Hijo, será dotado de una vida más larga que la que dura una era."

1750:5  157:6.11 "Todavía no podemos proclamar abiertamente que el Hijo del Hombre es el Hijo de Dios, pero esto ya se os ha revelado; por eso os hablo audazmente de estos misterios. Aunque estoy delante de vosotros con esta presencia física, he venido de Dios Padre. Antes de que Abraham fuera, yo soy. He venido desde el Padre a este mundo tal como me habéis conocido, y os declaro que pronto tendré que dejar este mundo y regresar al trabajo de mi Padre."

1750:6  157:6.12 "Y ahora, ¿puede comprender vuestra fe la verdad de estas declaraciones, ante mi advertencia de que el Hijo del Hombre no satisfará las esperanzas de vuestros padres, tal como ellos concebían al Mesías? Mi reino no es de este mundo. ¿Podéis creer la verdad sobre mí ante el hecho de que, aunque los zorros tienen guaridas y los pájaros del cielo tienen nidos, yo no tengo dónde reposar mi cabeza?"

1750:7  157:6.13 "Sin embargo, os hago saber que el Padre y yo somos uno. El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. Mi Padre trabaja conmigo en todas estas cosas, y nunca me dejará solo en mi misión, como yo nunca os abandonaré cuando dentro de poco salgáis a proclamar este evangelio por todo el mundo.
1750:8  157:6.14 "Ahora, os he traído aparte y a solas conmigo durante un corto período, para que podáis comprender la gloria y captar la grandeza de la vida a la que os he llamado: la aventura de establecer, por la fe, el reino de mi Padre en el corazón de los hombres, la construcción de mi hermandad de asociación viviente con las almas de todos los que creen en este evangelio."

1750:9  157:6.15 Los apóstoles escucharon en silencio estas declaraciones audaces y sorprendentes; estaban atónitos. Luego se dispersaron en pequeños grupos para discutir y examinar las palabras del Maestro. Habían confesado que Jesús era el Hijo de Dios, pero no podían captar el significado completo de lo que habían sido inducidos a hacer.

 

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