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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 158

EL MONTE DE LA TRANSFIGURACIÓN

 

2. EL DESCENSO DE LA MONTAÑA

1754:1  158:2.1 Durante cerca de la primera mitad del descenso de la montaña, no se dijo ni una palabra. Jesús empezó entonces la conversación, comentando: "Aseguraos de que no le contáis a nadie, ni siquiera a vuestros hermanos, lo que habéis visto y oído en esta montaña, hasta que el Hijo del Hombre haya resucitado de entre los muertos." Los tres apóstoles se quedaron anonadados y desconcertados por las palabras del Maestro "hasta que el Hijo del Hombre haya resucitado de entre los muertos". Habían reafirmado tan recientemente su fe en él como Libertador, el Hijo de Dios, y acababan de verlo transfigurado en gloria delante de sus propios ojos, ¡y ahora empezaba a hablar de "resurrección de entre los muertos"!
1754:2  158:2.2 Pedro se estremeció con el pensamiento de la muerte del Maestro —era una idea demasiado desagradable de soportar— y temiendo que Santiago o Juan pudieran hacer alguna pregunta relacionada con esta declaración, pensó que sería mejor iniciar una conversación sobre otro tema; al no saber de qué hablar, expresó el primer pensamiento que le pasó por la cabeza, diciendo: "Maestro, ¿cómo es que los escribas dicen que Elías debe venir primero antes de que aparezca el Mesías?" Sabiendo que Pedro intentaba evitar mencionar su muerte y resurrección, Jesús respondió: "Es cierto que Elías viene primero para preparar el camino del Hijo del Hombre, el cual debe sufrir muchas cosas y al final ser rechazado. Pero te hago saber que Elías ya ha venido, y que no le recibieron, sino que le hicieron todo lo que quisieron." Los tres apóstoles se dieron cuenta entonces de que se refería a Juan el Bautista como si fuera Elías. Jesús sabía que, si insistían en considerarlo como el Mesías, entonces Juan debía ser el Elías de la profecía.
1754:3  158:2.3 Jesús les recomendó que guardaran silencio sobre la observación anticipada que habían tenido de la gloria que le esperaba después de su resurrección, porque como ahora era recibido como el Mesías, no quería fomentar la idea de que iba a cumplir en alguna medida sus conceptos erróneos de un libertador que realizaba prodigios. Aunque Pedro, Santiago y Juan reflexionaron sobre todas estas cosas, no hablaron de ellas a nadie hasta después de la resurrección del Maestro.
1754:4  158:2.4 Mientras continuaban descendiendo de la montaña, Jesús les dijo: "No habéis querido recibirme como Hijo del Hombre; por eso he permitido que me recibáis de acuerdo con vuestra resolución establecida; pero no os equivoquéis, la voluntad de mi Padre debe prevalecer. Si escogéis seguir así la tendencia de vuestra propia voluntad, debéis prepararos para sufrir muchas desilusiones y experimentar muchas pruebas; pero el entrenamiento que os he dado debería bastar para que atraveséis triunfalmente estas penas que vosotros mismos habréis escogido."
1754:5  158:2.5 Jesús no se llevó a Pedro, Santiago y Juan a la montaña de la transfiguración porque estuvieran, de alguna manera, mejor preparados que los otros apóstoles para presenciar lo que sucedió, o porque fueran espiritualmente más capaces de disfrutar de este raro privilegio. De ninguna manera. Sabía muy bien que ninguno de los doce estaba cualificado espiritualmente para esta experiencia; por eso se llevó solamente a los tres apóstoles que estaban asignados para acompañarlo en los momentos en que deseaba estar solo para disfrutar de una comunión solitaria.

 


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