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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 158

EL MONTE DE LA TRANSFIGURACIÓN

 

5. JESÚS CURA AL MUCHACHO

1757:1  158:5.1 Mientras Jesús se acercaba, los nueve apóstoles se sintieron más que aliviados de recibirlo y muy animados al contemplar la alegría y el entusiasmo poco común que se reflejaba en los rostros de Pedro, Santiago y Juan. Todos se abalanzaron para saludar a Jesús y a sus tres hermanos. Mientras intercambiaban los saludos, el gentío se acercó, y Jesús preguntó: "¿Sobre qué estabais discutiendo cuando nos acercábamos?" Pero antes de que los apóstoles desconcertados y humillados pudieran contestar a la pregunta del Maestro, el ansioso padre del joven afligido se adelantó y, arrodillándose a los pies de Jesús, dijo: "Maestro, tengo un hijo, un hijo único, que está poseído por un espíritu maligno. Cuando tiene un ataque, no solamente grita de terror, echa espuma por la boca y cae como muerto, sino que con mucha frecuencia este espíritu maligno que lo posee lo destroza con convulsiones y a veces lo ha arrojado al agua e incluso al fuego. Mi hijo se está consumiendo con un gran rechinar de dientes y a consecuencia de sus numerosas magulladuras. Su vida es peor que la muerte; su madre y yo tenemos el corazón triste y el espíritu destrozado. Ayer, hacia el mediodía, buscándote a ti encontré a tus discípulos, y mientras te esperábamos, tus apóstoles intentaron echar a este demonio, pero no pudieron hacerlo. Y ahora, Maestro, ¿harás esto por nosotros, curarás a mi hijo?"
1757:2  158:5.2 Cuando Jesús escuchó este relato, tocó al padre arrodillado y le rogó que se levantara, mientras echaba una mirada penetrante a los apóstoles cercanos. Jesús dijo entonces a todos los que estaban delante de él: "Oh generación incrédula y perversa, ¿cuánto tiempo seré indulgente con vosotros? ¿Cuánto tiempo estaré con vosotros? ¿Cuánto tiempo necesitaréis para aprender que las obras de la fe no aparecen a petición de la incredulidad escéptica?" Luego, señalando al padre desconcertado, Jesús dijo: "Trae aquí a tu hijo." Cuando Santiago hubo traído al muchacho, Jesús preguntó: "¿Cuánto tiempo hace que el niño está afligido de esta manera?" El padre respondió: "Desde que era muy pequeño." Mientras hablaban, el joven sufrió un ataque violento y cayó en medio de ellos, rechinando los dientes y echando espuma por la boca. Después de una serie de convulsiones violentas, se quedó tendido como muerto delante de ellos. El padre se arrodilló de nuevo a los pies de Jesús mientras imploraba al Maestro, diciendo: "Si puedes curarlo, te suplico que tengas compasión de nosotros y nos liberes de esta aflicción." Cuando Jesús escuchó estas palabras, bajó la mirada hacia el rostro ansioso del padre, y dijo: "No pongas en duda el poder del amor de mi Padre, sino solamente la sinceridad y el alcance de tu fe. Todas las cosas son posibles para aquel que cree realmente." Entonces, Santiago de Safed pronunció aquellas palabras inolvidables mezcladas de fe y de duda: "Señor, yo creo. Te ruego que me ayudes en mi incredulidad."
1757:3  158:5.3 Cuando Jesús escuchó estas palabras, se adelantó, cogió al niño de la mano y dijo: "Voy a hacer esto de acuerdo con la voluntad de mi Padre y en honor de la fe viviente. Hijo mío, ¡levántate! Espíritu desobediente, sal de él y no vuelvas." Luego, Jesús puso la mano del joven en la de su padre, y dijo: "Sigue tu camino. El Padre ha concedido el deseo de tu alma." Todos los que estaban presentes, incluídos los enemigos de Jesús, se quedaron asombrados por lo que habían visto.
1757:4  158:5.4 Para los tres apóstoles que habían disfrutado tan recientemente del éxtasis espiritual de las escenas y experiencias de la transfiguración, fue realmente una desilusión volver tan pronto a la escena de la derrota y la frustración de sus compañeros apóstoles. Pero siempre fue así con estos doce embajadores del reino. Alternaban constantemente entre la exaltación y la humillación en las experiencias de su vida.
1758:1  158:5.5 Ésta fue una verdadera curación de una doble aflicción, una dolencia física y una enfermedad de espíritu. La curación del muchacho fue permanente a partir de aquel momento. Cuando Santiago hubo partido con su hijo restablecido, Jesús dijo: "Vamos ahora a Cesarea de Filipo; preparaos enseguida." Y formaban un grupo silencioso a medida que viajaban hacia el sur, mientras la multitud iba detrás.

 


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