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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 160

RODÁN DE ALEJANDRÍA

 

4. EL EQUILIBRIO DE LA MADUREZ

1778:4  160:4.1 Mientras tenéis la vista puesta en alcanzar las realidades eternas, debéis también abastecer las necesidades de la vida temporal. Aunque el espíritu sea nuestra meta, la carne es un hecho. Puede suceder que lo que necesitamos para vivir caiga en nuestras manos por casualidad, pero en general, tenemos que trabajar con inteligencia para conseguirlo. Los dos problemas principales de la vida son: ganarse la vida material y conseguir la supervivencia eterna. Incluso el problema de ganarse la vida necesita de la religión para solucionarse de manera ideal. Estos dos problemas son altamente personales. De hecho, la verdadera religión no funciona fuera del individuo.

1778:5  160:4.2 Los factores esenciales de la vida temporal, tal como yo los veo, son:

1. Una buena salud física.
2. Un pensamiento claro y limpio.
3. La aptitud y la habilidad.
4. La riqueza —los bienes de la vida.
5. La aptitud para soportar la derrota.
6. La cultura —la educación y la sabiduría.

1779:1  160:4.3 Incluso en el caso de los problemas de salud y eficacia físicas, la mejor manera de solucionarlos es considerarlos desde el punto de vista religioso de las enseñanzas de nuestro Maestro: el cuerpo y la mente del hombre son la morada del don de los Dioses, el espíritu de Dios que se convierte en el espíritu del hombre. La mente del hombre se vuelve entonces la mediadora entre las cosas materiales y las realidades espirituales.

1779:2  160:4.4 Se necesita inteligencia para garantizarse uno mismo una porción de las cosas deseables de la vida. Es totalmente erróneo suponer que la fidelidad en el trabajo diario asegurará la recompensa de la riqueza. Aparte de la adquisición ocasional y accidental de las riquezas, se observa que las recompensas materiales de la vida temporal fluyen por ciertos canales bien organizados, y sólo los que tienen acceso a estos canales pueden esperar ser bien recompensados por sus esfuerzos temporales. La pobreza será siempre el destino de todos aquellos que buscan la riqueza en canales aislados e individuales. Por consiguiente, la prosperidad en el mundo depende esencialmente de una planificación sabia. El éxito requiere no solamente vuestra devoción al trabajo, sino también que funcionéis como una parte de uno de los canales de la riqueza material. Si no sois sabios, podeis dedicar vuestra vida a vuestra generación sin obtener recompensa material. Si os beneficiais del torrente de la riqueza gracias a la casualidad, podréis nadar en el lujo aunque no hayais hecho nada útil por vuestros semejantes.
1779:3  160:4.5 Las aptitudes se heredan, mientras que la habilidad se adquiere. La vida es irreal para quien no sabe hacer nada expertamente. La habilidad es una de las verdaderas fuentes de satisfacción en la vida. La aptitud implica el don de la previsión, de la visión a largo plazo. No os dejéis engañar por los beneficios tentadores de las acciones deshonestas; estad dispuestos a trabajar por las retribuciones posteriores inherentes a los esfuerzos honestos. El hombre sabio es capaz de distinguir entre los medios y los fines; por otra parte, un exceso de planes para el futuro a veces puede contrarrestar sus intenciones elevadas. En cuanto a los placeres, deberíais siempre tratar de producirlos tanto como consumirlos.
1779:4  160:4.6 Entrenad vuestra memoria para que guarde como un depósito sagrado los episodios fortalecedores y valiosos de la vida, a fin de poder recordarlos a voluntad, para vuestro placer y edificación. Construid así, para vosotros y dentro de vosotros, museos de belleza, de bondad y de grandeza artística. Los recuerdos más nobles son las memorias atesoradas de los grandes momentos de una hermosa amistad. Todos estos tesoros de la memoria irradian su influencia más preciosa y sublime con el contacto liberador de la adoración espiritual.
1779:5  160:4.7 Pero la vida se volverá una carga de la existencia si no aprendéis a fracasar con elegancia. Aceptar las derrotas es un arte que las almas nobles siempre adquieren; hay que saber perder con alegría y no temer las decepciones. No dudéis nunca en admitir un fracaso. No intentéis ocultar el fracaso con sonrisas engañosas y un optimismo radiante. Uno queda muy bien cuando pretende tener siempre éxito, pero los resultados finales son desastrosos. Esta técnica conduce directamente a la creación de un mundo irreal y a la caída inevitable en la desilusión final.
1779:6  160:4.8 El éxito puede generar la valentía y promover la confianza, pero la sabiduría sólo proviene de las experiencias de adaptación a los resultados de los fracasos personales. Los hombres que prefieren las ilusiones optimistas a la realidad, nunca podrán volverse sabios. Sólo los que afrontan los hechos y los adaptan a los ideales pueden conseguir la sabiduría. La sabiduría engloba los hechos y los ideales, y por eso salva a sus adeptos de los dos extremos estériles de la filosofía —el hombre cuyo idealismo excluye los hechos, y el materialista desprovisto de visión espiritual. Las almas tímidas que sólo pueden mantener la lucha por la vida mediante la ayuda contínua de las falsas ilusiones del éxito, están destinadas a sufrir fracasos y a experimentar derrotas cuando se despierten finalmente del mundo ilusorio de su propia imaginación.
1780:1  160:4.9 Es en esta cuestión de enfrentarse con el fracaso y de adaptarse a la derrota, donde la visión de gran envergadura de la religión ejerce su influencia suprema. El fracaso es simplemente un episodio educativo —una experiencia cultural para adquirir sabiduría— en la experiencia del hombre que busca a Dios, y que se ha embarcado en la aventura eterna de explorar un universo. Para este tipo de hombres, la derrota no es más que un nuevo instrumento para alcanzar los niveles superiores de la realidad universal.
1780:2  160:4.10 La carrera de un hombre que busca a Dios puede ser un gran éxito a la luz de la eternidad, aunque toda su vida temporal pueda parecer un fracaso abrumador, con tal que cada fracaso de su vida le haya incitado a cultivar la sabiduría y a alcanzar el espíritu. No cometais el error de confundir el conocimiento, la cultura y la sabiduría. Están conectados en la vida, pero representan valores espirituales extremadamente diferentes; la sabiduría domina siempre al conocimiento y siempre glorifica la cultura.

 

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