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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 161

OTRAS DISCUSIONES CON RODÁN

 

2. LA NATURALEZA DIVINA DE JESÚS

1785:1  161:2.1 Natanael y Tomás habían aprobado plenamente los puntos de vista de Rodán sobre el evangelio del reino, y sólo quedaba un punto más por examinar: la enseñanza relacionada con la naturaleza divina de Jesús, una doctrina que se había anunciado públicamente muy recientemente. Natanael y Tomás presentaron conjuntamente sus puntos de vista sobre la naturaleza divina del Maestro, y el relato que sigue es una presentación abreviada, readaptada y reformulada de sus enseñanzas:

1785:2  161:2.2 1. Jesús ha admitido su divinidad, y nosotros le creemos. Muchas cosas notables han sucedido en conexión con su ministerio, y sólo las podemos comprender si creemos que es el Hijo de Dios así como el Hijo del Hombre.

1785:3  161:2.3 2. Su asociación cotidiana con nosotros ejemplifica el ideal de la amistad humana; sólo un ser divino podría ser quizás un amigo humano de este tipo. Es la persona más sinceramente desinteresada que hemos conocido nunca. Es amigo incluso de los pecadores; se atreve a amar a sus enemigos. Es muy leal con nosotros. Aunque no duda en reprendernos, es evidente para todos que nos ama realmente. Cuanto más lo conoces, más lo amas. Te encantará su consagración inquebrantable. Durante todos estos años en que no hemos logrado comprender su misión, ha sido un amigo fiel. Aunque no emplea la adulación, nos trata a todos con la misma benevolencia; es invariablemente tierno y compasivo. Ha compartido con nosotros su vida y todas las demás cosas. Formamos una comunidad feliz; compartimos todas las cosas. No creemos que un simple ser humano pueda vivir una vida tan libre de culpa en unas circunstancias tan duras.

1785:4  161:2.4 3. Pensamos que Jesús es divino porque nunca hace el mal; no comete errores. Su sabiduría es extraordinaria y su piedad, magnífica. Vive día tras día en perfecta armonía con la voluntad del Padre. Nunca se arrepiente de haber actuado mal porque no transgrede ninguna de las leyes del Padre. Ora por nosotros y con nosotros, pero nunca nos pide que oremos por él. Creemos que está constantemente libre de pecado. No creemos que alguien que sea únicamente humano haya declarado nunca vivir una vida semejante. Declara vivir una vida perfecta, y reconocemos que lo hace. Nuestra piedad procede del arrepentimiento, pero la suya proviene de la rectitud. Afirma incluso perdonar los pecados y cura de hecho las enfermedades. Ningún simple hombre en su sano juicio declararía que perdona los pecados; eso es una prerrogativa divina. Desde el momento de nuestro primer contacto con él, nos ha parecido así de perfecto en su rectitud. Nosotros crecemos en la gracia y en el conocimiento de la verdad, pero nuestro Maestro manifiesta la madurez de la rectitud desde el principio. Todos los hombres, buenos y malos, reconocen estos elementos de bondad en Jesús. Sin embargo, su piedad nunca es inoportuna ni ostentosa. Él es a la vez humilde e intrépido. Parece aprobar nuestra creencia en su divinidad. O bien él es lo que declara ser, o por lo contrario es el hipócrita y el impostor más grande que el mundo ha conocido nunca. Estamos persuadidos de que es exactamente lo que declara ser.

1785:5  161:2.5 4. Su carácter sin igual y la perfección de su control emotivo nos convencen de que es una combinación de humanidad y de divinidad. Reacciona infaliblemente ante el espectáculo de la miseria humana; el sufrimiento nunca deja de conmoverlo. Su compasión se despierta por igual ante el sufrimiento físico, la angustia mental o la pesadumbre espiritual. Reconoce rápidamente y admite con generosidad la presencia de la fe o de cualquier otra gracia en sus semejantes. Es tan justo y equitativo, y al mismo tiempo tan misericordioso y considerado. Se entristece por la obstinación espiritual de la gente, y se regocija cuando consienten en ver la luz de la verdad.

1786:1  161:2.6 5. Parece conocer los pensamientos de la mente de los hombres y comprender los anhelos de su corazón. Siempre es compasivo con nuestros espíritus perturbados. Parece poseer todas nuestras emociones humanas, pero magníficamente glorificadas. Ama ardientemente la bondad y detesta el pecado con la misma intensidad. Posee una conciencia sobrehumana de la presencia de la Deidad. Reza como un hombre, pero actúa como un Dios. Parece conocer las cosas de antemano; incluso ahora, se atreve a hablar de su muerte, de una referencia mística a su futura glorificación. Aunque es amable, también es valiente e intrépido. Nunca vacila en el cumplimiento de su deber.

1786:2  161:2.7 6. Estamos constantemente impresionados por el fenómeno de su conocimiento sobrehumano. Casi no pasa un solo día sin que nos enteremos de algo que revela que el Maestro sabe lo que sucede lejos de su presencia inmediata. También parece saber lo que piensan sus asociados. Está indudablemente en comunión con las personalidades celestiales; vive indiscutiblemente en un plano espiritual muy por encima del resto de nosotros. Todo parece estar abierto a su comprensión excepcional. Nos hace preguntas para estimularnos, no para conseguir información.

1786:3  161:2.8 7. De un tiempo a esta parte, el Maestro no duda en afirmar su naturaleza sobrehumana. Desde el día de nuestra ordenación como apóstoles hasta una época reciente, nunca ha negado que venía del Padre del cielo. Habla con la autoridad de un instructor divino. El Maestro no vacila en refutar las enseñanzas religiosas de hoy en día, y en proclamar el nuevo evangelio con una autoridad positiva. Es asertivo, positivo y está lleno de autoridad. Incluso Juan el Bautista, cuando lo escuchó hablar, declaró que Jesús era el Hijo de Dios. Parece bastarse a sí mismo. No anhela el apoyo de las multitudes; es indiferente a la opinión de los hombres. Es valiente y sin embargo está libre de orgullo.

1786:4  161:2.9 8. Habla constantemente de Dios como de un asociado siempre presente en todo lo que hace. Circula haciendo el bien, porque Dios parece estar en él. Hace las afirmaciones más asombrosas sobre sí mismo y su misión en la tierra, unas declaraciones que serían absurdas si no fuera divino. Una vez declaró: "Antes de que Abraham fuera, yo soy." Ha afirmado categóricamente su divinidad; declara estar en asociación con Dios. Agota prácticamente las posibilidades del lenguaje para reiterar sus afirmaciones de que está asociado íntimamente con el Padre celestial. Se atreve incluso a afirmar que él y el Padre son uno solo. Dice que cualquiera que lo ha visto, ha visto al Padre. Dice y hace todas estas cosas extraordinarias con la naturalidad de un niño. Alude a su asociación con el Padre de la misma manera con que se refiere a su asociación con nosotros. Parece estar tan seguro de Dios, y habla de estas relaciones de una manera muy natural.

1786:5  161:2.10 9. En su vida de oración, parece comunicarse directamente con su Padre. Hemos oído pocas oraciones suyas, pero las pocas que hemos oído dan a entender que habla con Dios, por así decirlo, cara a cara. Parece conocer el futuro tan bien como el pasado. Simplemente no podría ser todo esto, y hacer todas estas cosas extraordinarias, si no fuera algo más que humano. Sabemos que es humano, estamos seguros de eso, pero estamos casi igualmente seguros de que también es divino. Creemos que es divino. Estamos convencidos de que es el Hijo del Hombre y el Hijo de Dios.

1787:1  161:2.11 Cuando Natanael y Tomás hubieron terminado sus conversaciones con Rodán, partieron de prisa para reunirse con sus compañeros apóstoles en Jerusalén, donde llegaron el viernes de aquella semana. Había sido una gran experiencia en la vida de estos tres creyentes, y los otros apóstoles aprendieron mucho cuando Natanael y Tomás les contaron estas experiencias.
1787:2  161:2.12 Rodán regresó a Alejandría, donde enseñó su filosofía durante mucho tiempo en la escuela de Meganta. Llegó a ser un hombre extraordinario en los asuntos posteriores del reino de los cielos; fue un creyente fiel hasta el final de sus días terrestres, y entregó su vida en Grecia con otros creyentes durante el apogeo de las persecuciones.

 

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