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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 162

EN LA FIESTA DE Los TABERNÁCULos

 

3. LA MUJER SORPRENDIDA EN ADULTERIO

1792:5  162:3.1 Fue durante esta visita a Jerusalén cuando Jesús intervino en el caso de cierta mujer de mala reputación que los acusadores de ella y los enemigos del Maestro trajeron a su presencia. El relato tergiversado que poseéis de este episodio insinúa que los escribas y fariseos habían llevado a esta mujer ante Jesús, y que Jesús los trató de tal manera que daba a entender que estos jefes religiosos de los judíos podían haber sido ellos mismos culpables de inmoralidad. Jesús sabía muy bien que estos escribas y fariseos estaban espiritualmente ciegos y llenos de prejuicios intelectuales a causa de su lealtad a la tradición, pero que había que contarlos entre los hombres más completamente morales de aquella época y de aquella generación.
1793:1  162:3.2 He aquí lo que sucedió en realidad: A primeras horas de la tercera mañana de la fiesta, cuando Jesús se acercaba al templo, se encontró con un grupo de agentes pagados por el sanedrín que arrastraban con ellos a una mujer. Cuando se acercaron, el portavoz dijo: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida in fraganti cometiendo adulterio. Pues bien, la ley de Moisés ordena que una mujer así debe ser lapidada. Según tú, ¿qué se debería hacer con ella?"
1793:2  162:3.3 Los enemigos de Jesús planeaban lo siguiente: Si apoyaba la ley de Moisés, la cual exigía que la pecadora que confesaba su falta fuera apedreada, lo enredarían en dificultades con los dirigentes romanos, que habían negado a los judíos el derecho de infligir la pena de muerte sin la aprobación de un tribunal romano. Si prohibía apedrear a la mujer, lo acusarían ante el sanedrín de elevarse por encima de Moisés y de la ley judía. Si permanecía en silencio, lo acusarían de cobardía. Pero el Maestro manejó la situación de tal manera que toda la trama se hizo pedazos por el propio peso de su mezquindad.
1793:3  162:3.4 Esta mujer, en otra época bien parecida, era la esposa de un ciudadano de mala calaña de Nazaret, un hombre que le había causado dificultades a Jesús durante toda su juventud. Después de haberse casado con esta mujer, la forzó de la manera más vergonzosa a ganarse la vida de los dos comerciando con su cuerpo. Había venido a la fiesta de Jerusalén para que su mujer pudiera prostituir así sus encantos físicos y obtener una ganancia monetaria. Había hecho un pacto con los mercenarios de los dirigentes judíos para traicionar así a su propia esposa en su vicio comercializado. Por eso venían con la mujer y su compañero de culpa, afin de que Jesús cayera en una trampa al efectuar alguna declaración que pudiera ser utilizada contra él en el caso de que fuera arrestado.
1793:4  162:3.5 Jesús examinó superficialmente a la multitud, y vio al marido que se encontraba detrás de los demás. Sabía el tipo de hombre que era y percibió que era cómplice en esta transacción despreciable. Jesús empezó por caminar alrededor de la multitud para acercarse donde se encontraba este marido degenerado, y escribió unas palabras en la arena que le hicieron marcharse precipitadamente. Luego regresó ante la mujer y escribió de nuevo en el suelo a beneficio de sus pretendidos acusadores; cuando leyeron sus palabras, también se fueron uno tras otro. Cuando el Maestro escribió por tercera vez en la arena, el compañero de infortunio de la mujer se alejó a su vez, de manera que cuando el Maestro se incorporó después de escribir, observó que la mujer estaba sola delante de él. Jesús dijo: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Ya no queda nadie para lapidarte?" La mujer levantó la mirada y respondió: "Nadie, Señor." Jesús dijo entonces: "Conozco tu caso, y yo tampoco te condeno. Puedes irte en paz." Y esta mujer, llamada Hildana, abandonó a su perverso marido y se unió a los discípulos del reino.

 

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