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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 163

LA ORDENACIÓN DE Los SETENTA EN MAGADÁN

 

3. LA DISCUSIÓN SOBRE LA RIQUEZA

1803:3  163:3.1 Mientras Jesús terminaba de hablar con Matadormo, Pedro y algunos apóstoles se habían reunido a su alrededor, y cuando el joven rico se hubo marchado, Jesús se volvió hacia los apóstoles y dijo: "¡Ya veis lo difícil que es para los que tienen riquezas entrar plenamente en el reino de Dios! La adoración espiritual no se puede compartir con las devociones materiales; ningún hombre puede servir a dos señores. Tenéis un dicho que dice que `es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que los paganos hereden la vida eterna.' Y yo declaro que es igual de fácil que ese camello pase por el ojo de la aguja, como que estos ricos satisfechos de sí mismos entren en el reino de los cielos."
1803:4  163:3.2 Cuando Pedro y los apóstoles escucharon estas palabras, se quedaron extremadamente sorprendidos, de tal manera que Pedro dijo: "¿Entonces, Señor, quién puede salvarse? ¿Todos los que tienen riquezas se quedarán fuera del reino?" Jesús respondió: "No, Pedro, pero todos los que ponen su confianza en las riquezas, difícilmente entrarán en la vida espiritual que conduce al progreso eterno. Pero aun así, muchas cosas que son imposibles para el hombre, no están fuera del alcance del Padre que está en los cielos; deberíamos reconocer más bien que con Dios todas las cosas son posibles."
1803:5  163:3.3 Mientras cada uno se iba por su lado, a Jesús le entristeció que Matadormo no se quedara con ellos, porque lo amaba profundamente. Cuando bajaron al lago, se sentaron al lado del agua y Pedro, hablando en nombre de los doce (que estaban todos presentes en aquel momento), dijo: "Estamos confundidos por tus palabras al joven rico. ¿Tenemos que exigir a los que quieran seguirte que renuncien a todas sus riquezas terrenales?" Jesús dijo: "No, Pedro, sólo a los que quieran convertirse en apóstoles, y deseen vivir conmigo como vosotros lo hacéis, y como una sola familia. Pero el Padre exige que el afecto de sus hijos sea puro e indiviso. Cualquier cosa o persona que se interponga entre vosotros y el amor a las verdades del reino, debe ser abandonada. Si la riqueza que uno posee no invade los recintos del alma, no tiene ninguna consecuencia sobre la vida espiritual de los que desean entrar en el reino."
1804:1  163:3.4 Pedro dijo entonces: "Pero, Maestro, nosotros lo hemos abandonado todo para seguirte; ¿qué poseeremos entonces?" Jesús se dirigió a la totalidad de los doce, diciendo: "En verdad, en verdad os digo que no hay nadie que haya abandonado su riqueza, su hogar, a su esposa, a sus hermanos, a sus padres o a sus hijos, por amor por mí y por el reino de los cielos, que no reciba mucho más en este mundo —quizás con algunas persecuciones— y la vida eterna en el mundo venidero. Muchos que son los primeros serán los últimos, mientras que los últimos serán a menudo los primeros. El Padre trata a sus criaturas según sus necesidades y de acuerdo con sus justas leyes de consideración misericordiosa y amante por el bienestar de un universo.
1804:2  163:3.5 "El reino de los cielos se parece a un propietario que empleaba a muchos hombres, y que salió por la mañana temprano a contratar a unos obreros para que trabajaran en su viña. Después de acordar con los trabajadores que les pagaría un denario por día, los envió a su viña. Luego salió a eso de las nueve, y al ver a otros parados en la plaza del mercado, les dijo: `Id también a trabajar en mi viña, y os pagaré lo que sea justo.' Y fueron inmediatamente a trabajar. El propietario salió de nuevo a eso de las doce y hacia las tres, e hizo lo mismo. Fue a la plaza del mercado alrededor de las cinco de la tarde, encontró a otros obreros parados, y les preguntó: `¿Por qué estáis aquí todo el día sin hacer nada?' Los hombres contestaron: `Porque nadie nos ha contratado.' El propietario dijo entonces: `Id vosotros también a trabajar en mi viña, y os pagaré lo que sea justo.'
1804:3  163:3.6 "Cuando llegó la noche, el propietario de la viña dijo a su administrador: `Llama a los obreros y págales su salario, empezando por los últimos contratados y terminando por los primeros.' Cuando llegaron los que habían sido contratados a eso de las cinco, cada uno recibió un denario, y todos los demás trabajadores recibieron el mismo salario. Cuando los hombres que habían sido contratados al principio del día vieron lo que habían cobrado los últimos en llegar, esperaron recibir más de la cantidad acordada. Pero al igual que los demás, cada hombre sólo recibió un denario. Cuando todos hubieron recibido su paga, se quejaron al propietario, diciendo: `Los últimos hombres que contrataste sólo han trabajado una hora, y sin embargo les has pagado lo mismo que a nosotros, que hemos aguantado todo el día bajo el sol abrasador.'
1804:4  163:3.7 "El propietario contestó entonces: `Amigos míos, no soy injusto con vosotros. ¿No aceptasteis trabajar por un denario al día? Tomad ahora lo que es vuestro y seguid vuestro camino, porque es mi deseo dar a los últimos que llegaron lo mismo que os he dado a vosotros. ¿No me es lícito hacer lo que desee con lo que es mío? ¿O acaso os molesta mi generosidad, porque deseo ser bondadoso y mostrar misericordia?'"

 

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