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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 164

EN LA FIESTA DE LA CONSAGRACIÓN

 

2. EN JERUSALÉN

1810:3  164:2.1 Jesús había asistido a la fiesta de los tabernáculos para poder proclamar el evangelio a los peregrinos de todas las partes del imperio; ahora iba a la fiesta de la consagración con la única intención de ofrecer al sanedrín y a los dirigentes judíos otra oportunidad para que vieran la luz. El acontecimiento principal de estos pocos días en Jerusalén tuvo lugar el viernes por la noche en la casa de Nicodemo, donde se habían reunido unos veinticinco dirigentes judíos que creían en la enseñanza de Jesús. En este grupo se encontraban catorce hombres que eran entonces, o habían sido recientemente, miembros del sanedrín. Eber, Matadormo y José de Arimatea asistieron a esta reunión.
1810:4  164:2.2 En esta ocasión, todos los oyentes de Jesús eran hombres eruditos, y tanto ellos como los dos apóstoles se asombraron de la amplitud y de la profundidad de las observaciones que el Maestro hizo a este grupo distinguido. Desde la época en que había enseñado en Alejandría, en Roma y en las islas del Mediterráneo, Jesús no había mostrado tanta erudición ni había manifestado una comprensión semejante de los asuntos humanos, tanto laicos como religiosos.
1810:5  164:2.3 Cuando esta pequeña reunión se disolvió, todos se fueron desconcertados por la personalidad del Maestro, encantados con sus modales agradables y enamorados de este ser humano. Habían intentando aconsejar a Jesús en relación con su deseo de conquistar a los restantes miembros del sanedrín. El Maestro escuchó atentamente, pero en silencio, todas sus proposiciones. Sabía muy bien que no funcionaría ninguno de los planes de estas personas. Suponía que la mayoría de los dirigentes judíos nunca aceptaría el evangelio del reino; sin embargo, les proporcionó a todos esta nueva oportunidad para elegir. Pero cuando salió aquella noche con Natanael y Tomás para alojarse en el Monte de los Olivos, el Maestro aún no había decidido el método que iba adoptar para atraer una vez más, sobre su obra, la atención del sanedrín.
1811:1  164:2.4 Natanael y Tomás durmieron poco aquella noche; estaban demasiado impresionados por lo que habían escuchado en la casa de Nicodemo. Pensaron mucho en el comentario final de Jesús relacionado con la oferta de los miembros antiguos y actuales del sanedrín de acompañarlo ante los setenta. El Maestro dijo: "No, hermanos míos, no serviría para nada. Multiplicaríais la cólera, que recaería sobre vuestras propias cabezas, pero no mitigaríais en lo más mínimo el odio que me tienen. Id cada cual a ocuparos de los asuntos del Padre según os conduzca el espíritu, mientras yo atraeré una vez más su atención sobre el reino de la manera que mi Padre me indique."

 

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