ÍNDICEEl libro de Urantia Edición1999
ESCRITO 164 EN LA FIESTA DE LA CONSAGRACIÓN
1813:4 164:1.1 A media tarde, la curación de Josías había levantado tal debate alrededor del templo, que los dirigentes del sanedrín decidieron convocar el consejo en su lugar habitual de reunión en el templo. Hicieron esto violando una regla establecida que prohibía las reuniones del sanedrín los días del sábado. Jesús sabía que la violación del sábado sería una de las acusaciones principales que utilizarían contra él cuando llegara la prueba final, y deseaba comparecer ante el sanedrín para que se le juzgara por el cargo de haber curado a un ciego el día del sábado, en el mismo momento en que la alta corte judía, reunida para juzgarlo por este acto de misericordia, estaría deliberando sobre estas cuestiones el día del sábado, violando directamente las leyes que ellos mismos se habían impuesto.
1813:5 164:4.2 Pero no llamaron a Jesús para que se presentara ante ellos; temían hacerlo. En lugar de eso, enviaron a buscar inmediatamente a Josías. Después de algunas preguntas preliminares, el portavoz del sanedrín (estaban presentes unos cincuenta miembros) ordenó a Josías que les contara lo que le había sucedido. Desde que se había curado aquella mañana, Josías se había enterado por Tomás, Natanael y otras personas que los fariseos estaban irritados porque había sido curado un sábado, y que probablemente causarían dificultades a todos los interesados. Pero Josías no percibía todavía que Jesús era aquel a quien llamaban el Libertador. Por eso, cuando los fariseos le interrogaron, dijo: "Ese hombre vino con otros, puso la arcilla en mis ojos, me dijo que fuera a lavarme en Siloé, y ahora veo."
1813:6 164:4.3 Uno de los más ancianos fariseos, después de pronunciar un largo discurso, dijo: "Ese hombre no puede venir de Dios, porque, como podéis ver, no guarda el sábado. Viola la ley, en primer lugar preparando la arcilla, y luego enviando a este mendigo a lavarse en Siloé el día del sábado. Un hombre así no puede ser un maestro enviado por Dios."
1813:7 164:4.4 Entonces, uno de los más jóvenes, que creía en secreto en Jesús, dijo: "Si ese hombre no ha sido enviado por Dios, ¿cómo puede hacer estas cosas? Sabemos que un vulgar pecador no puede realizar tales milagros. Todos conocemos a este mendigo y sabemos que nació ciego; pero ahora ve. ¿Vais a seguir diciendo que ese profeta realiza todos estos prodigios por el poder del príncipe de los demonios?" Por cada fariseo que se atrevía a acusar y denunciar a Jesús, había otro que se levantaba para hacer preguntas embarazosas y desconcertantes, de manera que una grave división se produjo entre ellos. El presidente percibió adónde les llevaba el debate, y para apaciguar la discusión se dispuso a hacerle nuevas preguntas al mismo interesado. Volviéndose hacia Josías, le dijo: "¿Qué tienes que decir de ese hombre, de ese Jesús que según tú te abrió los ojos?" Y Josías respondió: "Creo que es un profeta."
1814:1 164:4.5 Los dirigentes se quedaron muy inquietos, y no sabiendo qué otra cosa podían hacer, decidieron enviar a buscar a los padres de Josías para saber si éste había nacido realmente ciego. Eran reacios a creer que el mendigo había sido curado.
1814:2 164:4.6 En Jerusalén se sabía muy bien que, no sólo se había prohibido la entrada a Jesús en todas las sinagogas, sino que todos los que creían en su enseñanza también eran expulsados de la sinagoga, excomulgados de la congregación de Israel; esto significaba que se les privaba de todo tipo de derechos y de privilegios en todo el mundo judío, excepto del derecho a comprar lo necesario para vivir.
1814:3 164:4.7 Por esta razón, cuando los padres de Josías, unas pobres almas cargadas de temor, aparecieron ante el augusto sanedrín, tuvieron miedo de hablar libremente. El portavoz del tribunal dijo: "¿Es éste vuestro hijo? ¿Entendemos acertadamente que nació ciego? Si eso es verdad, ¿cómo puede ser que ahora pueda ver?" Entonces, el padre de Josías, secundado por la madre, contestó: "Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego, pero en cuanto a la manera en que ha llegado a ver, o quién le ha abierto los ojos, no lo sabemos. Preguntadle a él; es mayor de edad; que hable por sí mismo."
1814:4 164:4.8 Entonces llamaron a Josías para que se presentara ante ellos por segunda vez. No conseguían avanzar en su proyecto de celebrar un juicio formal, y algunos empezaron a sentirse molestos por estar haciendo esto el día del sábado; en consecuencia, cuando volvieron a llamar a Josías, intentaron hacerlo caer en una trampa con otro método de ataque. El secretario del tribunal se dirigió al ex ciego, diciéndole: "¿Por qué no das gloria a Dios por esto? ¿Por qué no nos dices toda la verdad sobre lo que sucedió? Todos sabemos que ese hombre es un pecador. ¿Por qué te niegas a discernir la verdad? Sabes que tanto tú como ese hombre sois culpables de quebrantar el sábado. ¿No quieres expiar tu pecado reconociendo que es Dios quien te ha curado, si todavía pretendes que tus ojos han sido abiertos en el día de hoy?"
1814:5 164:4.9 Pero Josías no era tonto ni carecía de sentido del humor; por eso respondió al secretario del tribunal: "No sé si ese hombre es un pecador; pero sí sé una cosa —que antes era ciego, y que ahora veo." Como no podían hacer caer a Josías en una trampa, siguieron interrogándolo, y le preguntaron: "¿De qué manera exactamente te abrió los ojos? ¿Qué te hizo realmente? ¿Qué te dijo? ¿Te pidió que creyeras en él?"
1814:6 164:4.10 Josías respondió con un poco de impaciencia: "Os he dicho exactamente todo lo que sucedió, y si no habéis creído en mi testimonio, ¿por qué queréis escucharlo de nuevo? ¿Acaso queréis también convertiros en discípulos suyos?" Cuando Josías dijo esto, el sanedrín se disolvió en desorden, casi con violencia, pues los jefes se precipitaron sobre Josías, exclamando furiosamente: "Tú puedes hablar de ser discípulo de ese hombre, pero nosotros somos discípulos de Moisés, y somos los que enseñamos las leyes de Dios. Sabemos que Dios habló a través de Moisés, pero en cuanto a ese Jesús, no sabemos de dónde viene."
1814:7 164:4.11 Entonces Josías se subió en un taburete y gritó a todos los que podían oírle, diciendo: "Escuchad, vosotros que pretendéis ser los educadores de todo Israel; os aseguro que aquí hay una gran maravilla, puesto que confesáis que no sabéis de dónde viene ese hombre, y sin embargo sabéis con certeza, por el testimonio que habéis escuchado, que me ha abierto los ojos. Todos sabemos que Dios no hace este tipo de obras por los impíos; que Dios sólo haría una cosa así a petición de un adorador verdadero —por alguien que sea santo y justo. Sabéis que, desde el principio del mundo, nunca se ha oído hablar de que se hayan abierto los ojos a alguien que naciera ciego. ¡Miradme pues, todos vosotros, y daos cuenta de lo que se ha hecho hoy en Jerusalén! Os lo digo, si ese hombre no viniera de Dios, no podría hacer esto." Y mientras los miembros del sanedrín se marchaban llenos de ira y de confusión, le gritaron: "Naciste totalmente en pecado, y ¿ahora pretendes enseñarnos? Quizás no naciste realmente ciego, y aunque tus ojos hayan sido abiertos el día del sábado, ha sido gracias al poder del príncipe de los demonios." Y se dirigieron inmediatamente hacia la sinagoga para excluir a Josías.
1815:1 164:4.12 Al principio de este interrogatorio, Josías tenía escasas ideas sobre Jesús y la naturaleza de su curación. La mayor parte del intrépido testimonio que dió con tanta habilidad y valentía, delante de este tribunal supremo de todo Israel, se desarrolló en su mente a medida que el interrogatorio avanzaba de esta manera injusta y desprovista de equidad.