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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 165

COMIENZA LA MISIÓN EN PEREA

 

4. LA DIVISIÓN DE LA HERENCIA

1821:1  165:4.1 Mientras los apóstoles bautizaban a los creyentes, el Maestro hablaba con los que permanecían allí. Y cierto joven le dijo: "Maestro, mi padre ha muerto dejándonos muchos bienes a mi hermano y a mí, pero mi hermano se niega a darme lo que me pertenece. ¿Quieres pedirle a mi hermano que comparta esta herencia conmigo?" A Jesús le indignó un poco que este joven materialista trajera al debate este asunto de negocios; pero aprovechó la ocasión para impartir una enseñanza adicional. Jesús dijo: "Hombre, ¿quién me ha encargado de repartir vuestras cosas? ¿De dónde has sacado la idea de que me ocupo de los asuntos materiales de este mundo?" Entonces, volviéndose hacia todos los que estaban a su alrededor, dijo: "Tened cuidado y guardaos de la codicia; la vida de un hombre no consiste en la abundancia de los bienes que pueda poseer. La felicidad no procede del poder de la fortuna, y la alegría no proviene de las riquezas. La fortuna en sí misma no es una maldición, pero el amor a las riquezas conduce muchas veces a tal dedicación a las cosas de este mundo, que el alma se vuelve ciega ante los hermosos atractivos de las realidades espirituales del reino de Dios en la tierra, y ante las alegrías de la vida eterna en el cielo.

1821:2  165:4.2 "Dejadme que os cuente la historia de cierto hombre rico cuya tierra producía con mucha abundancia; cuando se volvió muy rico, empezó a razonar consigo mismo, diciendo: `¿Qué voy a hacer con todas mis riquezas? Ahora tengo tantas, que ya no tengo sitio para almacenar mi fortuna.' Después de meditar sobre este problema, dijo: `Voy a hacer esto: derribaré mis graneros y construiré unos más grandes, y así tendré sitio suficiente para guardar mis frutos y mis bienes. Entonces podré decir a mi alma: alma, tienes una gran fortuna acumulada para muchos años; descansa ahora; come, bebe y regocíjate, porque eras rica y con tus bienes en aumento.'
1821:3  165:4.3 "Pero este hombre rico también era tonto. Mientras abastecía las necesidades materiales de su mente y de su cuerpo, había olvidado acumular tesoros en el cielo para la satisfacción de su espíritu y la salvación de su alma. E incluso así, tampoco iba a gozar del placer de consumir sus riquezas acumuladas, porque aquella misma noche se le requirió su alma. Aquella noche llegaron unos bandidos que irrumpieron en su casa para matarlo, y después de que hubieron saqueado sus graneros, incendiaron lo que quedaba. En cuanto a las propiedades que se salvaron de los ladrones, sus herederos se las disputaron entre ellos. Este hombre había acumulado tesoros para sí mismo en la tierra, pero no era rico para con Dios."

1821:4  165:4.4 Jesús trató así al joven y su herencia porque sabía que su problema era la codicia. Aunque éste no hubiera sido el caso, el Maestro no habría intervenido, porque nunca se entrometía en los asuntos temporales ni siquiera de sus apóstoles, y mucho menos de sus discípulos.
1821:5  165:4.5 Cuando Jesús hubo terminado su relato, otro hombre se levantó y le preguntó: "Maestro, sé que tus apóstoles han vendido todas sus posesiones terrenales para seguirte, y que tienen todas las cosas en común, como hacen los esenios; pero ¿quieres que todos nosotros, que somos tus discípulos, hagamos lo mismo? ¿Es pecado poseer una fortuna honesta?" Jesús respondió a esta pregunta: "Amigo mío, no es un pecado tener una fortuna honorable; pero sí es un pecado convertir la riqueza de las posesiones materiales en unos tesoros que pueden absorber tus intereses y desviar tu afecto de la devoción a los asuntos espirituales del reino. No hay ningún pecado en tener posesiones honradas en la tierra, con tal que tu tesoro esté en el cielo, porque allí donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. Existe una gran diferencia entre la riqueza que conduce a la avaricia y al egoísmo, y la riqueza que tienen y reparten con espíritu de administradores aquellos que poseen una abundancia de bienes de este mundo, y que contribuyen tan generosamente a sostener a los que dedican todas sus energías a la obra del reino. Muchos de vosotros, que estáis aquí presentes y sin dinero, recibís la comida y el alojamiento en esa ciudad de tiendas porque unos hombres y mujeres generosos, con medios económicos, han entregado sus fondos para esa finalidad a vuestro anfitrión David Zebedeo.
1822:1  165:4.6 "Pero no olvidéis nunca que, después de todo, la riqueza no es duradera. Con demasiada frecuencia, el amor a las riquezas oscurece la visión espiritual, e incluso la destruye. No dejéis de reconocer el peligro de que el dinero se convierta en vuestro dueño, en lugar de ser vuestro servidor."

1822:2  165:4.7 Jesús no enseñó ni apoyó la imprevisión, la ociosidad, la indiferencia en satisfacer las necesidades materiales de nuestra familia, o la dependencia de las limosnas. Pero sí enseñó que las cosas materiales y temporales deben estar subordinadas al bienestar del alma y al progreso de la naturaleza espiritual en el reino de los cielos.

1822:3  165:4.8 Luego, mientras la gente bajaba al río para presenciar los bautismos, el primer joven vino a ver a Jesús en privado para hablar de su herencia, ya que consideraba que Jesús lo había tratado con dureza; después de haberle escuchado de nuevo, el Maestro dijo: "Hijo mío, ¿por qué desaprovechas la ocasión de alimentarte con el pan de la vida en un día como éste, a fin de satisfacer tu tendencia a la codicia? ¿No sabes que las leyes judías sobre la herencia serán administradas con justicia si te presentas con tu queja en el tribunal de la sinagoga? ¿No puedes ver que mi trabajo consiste en asegurarme de que estás informado acerca de tu herencia celestial? No has leído en las Escrituras: `Hay quien se hace rico gracias a su precaución y a muchas privaciones, y ésta es la parte de su recompensa, puesto que dice: He encontrado el descanso y ahora podré comer contínuamente mis bienes, pero sin embargo no sabe lo que el tiempo le traerá, y que también deberá abandonar todas esas cosas a otros cuando muera.' No has leído el mandamiento: `No codiciarás.' Y también: `Han comido, se han hartado y han engordado, y luego se han vuelto hacia otros dioses.' Has leído en los Salmos que `el Señor aborrece a los codiciosos' y que `lo poco que posee un hombre justo es mejor que las riquezas de muchos malvados.' `Si tus riquezas aumentan, no pongas tu corazón en ellas.' Has leído lo que dice Jeremías: `Que el rico no se glorifique en sus riquezas'; y Ezequiel expresó la verdad cuando dijo: `Con sus labios hacen alarde de amor, pero sus corazones están centrados en sus propios beneficios egoístas."
1822:4  165:4.9 Jesús despidió al joven, diciéndole: "Hijo mío, ¿de qué te servirá ganar el mundo entero, si pierdes tu propia alma?"
1822:5  165:4.10 Otro oyente que se hallaba cerca preguntó cómo serían tratados los ricos en el día del juicio, y Jesús respondió: "No he venido para juzgar ni a los ricos ni a los pobres, sino que la vida que viven los hombres los juzgará a todos. Cualquier otra cosa que concierna al juicio de los ricos, todos los que hayan adquirido una gran fortuna deberán responder al menos a las tres preguntas siguientes:

1822:6  165:4.11 "1. ¿Cuánta riqueza has acumulado?
1822:7  165:4.12 "2. ¿Cómo has conseguido esa riqueza?
1822:8  165:4.13 "3. ¿Cómo has empleado tu riqueza?"

1822:9  165:4.14 Luego, Jesús se retiró a su tienda para descansar un rato antes de la cena. Cuando los apóstoles terminaron de bautizar, vinieron también y hubieran conversado con él sobre la riqueza en la tierra y los tesoros en el cielo, pero el Maestro estaba dormido.

 


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