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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 167

LA VISITA A FILADELFIA

 

7. LA CONVERSACIÓN SOBRE Los ÁNGELES

1840:6  167:7.1 Mientras viajaban por las colinas desde Jericó a Betania, Natanael caminó casi todo el tiempo al lado de Jesús, y su discusión sobre la relación de los niños con el reino de los cielos les llevó indirectamente a reflexionar sobre el ministerio de los ángeles. Natanael le hizo finalmente al Maestro la pregunta siguiente: "Puesto que el sumo sacerdote es un saduceo, y en vista de que los saduceos no creen en los ángeles, ¿qué vamos a enseñarle al pueblo sobre los ministros celestiales?" Entonces Jesús, entre otras cosas, dijo:
1841:1  167:7.2 "Las huestes angélicas son una orden distinta de seres creados; son enteramente diferentes a la orden material de criaturas mortales, y funcionan como un grupo distinto de inteligencias del universo. Los ángeles no pertenecen al grupo de criaturas llamadas en las Escrituras "los Hijos de Dios"; no son tampoco los espíritus glorificados de los mortales que han continuado progresando a través de las mansiones de las alturas. Los ángeles son una creación directa, y no se reproducen. Las huestes angélicas solamente tienen un parentesco espiritual con la raza humana. A medida que el hombre progresa en el viaje hacia el Padre que está en el Paraíso, pasa en un momento dado por un estado de existencia semejante al de los ángeles, pero el hombre mortal nunca se convierte en un ángel.
1841:2  167:7.3 "Los ángeles no mueren nunca, como mueren los hombres. Los ángeles son inmortales, a menos que se impliquen en el pecado, como hicieron algunos de ellos con los engaños de Lucifer. Los ángeles son los servidores espirituales en el cielo, y no son infinitamente sabios ni todopoderosos. Pero todos los ángeles leales son realmente puros y santos.
1841:3  167:7.4 "¿No recuerdas que ya os he dicho en otra ocasión que si vuestros ojos espirituales fueran ungidos, entonces veríais los cielos abiertos y contemplaríais a los ángeles de Dios subiendo y bajando? El ministerio de los ángeles es el que hace posible que un mundo pueda mantenerse en contacto con otros mundos, porque ¿no os he dicho repetidas veces que tengo otras ovejas que no pertenecen a este redil? Estos ángeles no son los espías del mundo espiritual, que os vigilan, y luego van a contarle al Padre los pensamientos de vuestro corazón y a informarle de las acciones de la carne. El Padre no tiene necesidad de ese servicio, ya que su propio espíritu vive dentro de vosotros. Pero estos espíritus angélicos se ocupan de mantener informada a una parte de la creación celestial acerca de los acontecimientos que se producen en otras partes lejanas del universo. Muchos ángeles están asignados al servicio de las razas humanas, mientras ejercen su actividad en el gobierno del Padre y en los universos de los Hijos. Cuando os enseñé que muchos de estos serafines eran espíritus tutelares, no os lo decía en un lenguaje figurado ni en términos poéticos. Todo esto es verdad, independientemente de vuestra dificultad para comprender estas cosas.
1841:4  167:7.5 "Muchos de estos ángeles están ocupados en la tarea de salvar a los hombres, porque, ¿no os he hablado de la alegría seráfica, cuando un alma escoge abandonar el pecado y empezar la búsqueda de Dios? Os he hablado incluso de la alegría en la presencia de los ángeles del cielo cuando un pecador se arrepiente, señalando de este modo la existencia de otras órdenes más elevadas de seres celestiales, que se ocupan igualmente del bienestar espiritual y del progreso divino del hombre mortal.
1841:5  167:7.6 "Estos ángeles también se ocupan mucho de los medios de liberar el espíritu del hombre de los tabernáculos de la carne, y escoltar su alma a las mansiones del cielo. Los ángeles son los guías seguros y celestiales del alma del hombre durante ese período de tiempo desconocido e indeterminado que transcurre entre la muerte física y la nueva vida en las moradas espirituales."

1841:6  167:7.7 Jesús hubiera continuado hablando con Natanael sobre el ministerio de los ángeles, pero fue interrumpido por la llegada de Marta, a quien unos amigos le habían informado que el Maestro se acercaba a Betania, pues lo habían visto subir las colinas del este. Y ahora Marta se apresuraba a recibirlo.

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