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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 168

LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO

 

4. LA RESPUESTA A LA ORACIÓN

1848:1  168:4.1 En el camino de Betania a Pella, los apóstoles hicieron muchas preguntas a Jesús y el Maestro contestó sin reparos a todas ellas, excepto a las relacionadas con los detalles de la resurrección de los muertos. Estos problemas sobrepasaban la capacidad de comprensión de sus apóstoles, y por eso el Maestro rehusó discutir estas cuestiones con ellos. Como habían partido de Betania en secreto, nadie los acompañaba. Por consiguiente, Jesús aprovechó la ocasión para decirle muchas cosas a los diez que, en su opinión, los prepararían para los días difíciles que se avecinaban.
1848:2  168:4.2 Los apóstoles tenían la mente muy excitada y pasaron bastante tiempo discutiendo de sus experiencias recientes relacionadas con la oración y la respuesta a la oración. Todos recordaban la declaración que Jesús había hecho en Filadelfia al mensajero de Betania, cuando dijo claramente: "Esta enfermedad no le llevará realmente a la muerte." Sin embargo, a pesar de esta promesa, Lázaro había muerto realmente. Durante todo aquel día, volvieron a hablar una y otra vez de este problema de la respuesta a la oración.
1848:3  168:4.3 Las respuestas de Jesús a sus numerosas preguntas se pueden resumir como sigue:

1848:4  168:4.4 1. La oración es una expresión de la mente finita, en su esfuerzo por acercarse al Infinito. Por consiguiente, la formulación de una oración está necesariamente limitada por el conocimiento, la sabiduría y los atributos de lo finito; del mismo modo, la respuesta ha de estar condicionada por la visión, los objetivos, los ideales y las prerrogativas del Infinito. Nunca se puede observar una continuidad ininterrumpida de fenómenos materiales entre la formulación de una oración y la recepción de la plena respuesta espiritual a la misma.

1848:5  168:4.5 2. Cuando una oración queda aparentemente sin respuesta, el retraso es a menudo el presagio de una respuesta mejor, aunque por alguna buena razón esa respuesta se demore considerablememente. Cuando Jesús dijo que la enfermedad de Lázaro no le llevaría realmente hasta la muerte, éste había muerto hacía ya once horas. Ninguna oración sincera se queda sin respuesta, salvo cuando el punto de vista superior del mundo espiritual ha concebido una respuesta mejor, una respuesta que satisface la petición del espíritu del hombre, en contraposición con la oración de la simple mente humana.

1848:6  168:4.6 3. Cuando las oraciones temporales son compuestas por el espíritu y expresadas con fe, a menudo son tan amplias y abarcan tantas cosas que sólo se pueden contestar en la eternidad; a veces, la súplica finita está tan llena del deseo de conseguir lo Infinito, que la respuesta debe ser aplazada durante mucho tiempo para esperar la creación de la capacidad adecuada de recepción; la oración de la fe puede abarcar tanto, que la respuesta sólo se puede recibir en el Paraíso.

1848:7  168:4.7 4. Las respuestas a la oración de la mente mortal son a menudo de tal naturaleza, que sólo se pueden recibir y reconocer después de que esa misma mente que ora ha alcanzado el estado inmortal. Muchas veces, sólo se puede contestar a la oración de un ser material cuando esa persona ha progresado hasta el nivel del espíritu.

1848:8  168:4.8 5. La oración de una persona que conoce a Dios puede estar tan distorsionada por la ignorancia y tan deformada por la superstición, que responder a la misma sería muy poco deseable. En esos casos, los seres espirituales intermedios tienen que traducir de tal manera esa oración que, cuando llega la respuesta, el peticionario no logra reconocer en absoluto que se trata de la respuesta a su oración.

1848:9  168:4.9 6. Todas las oraciones verdaderas son dirigidas a los seres espirituales, y todas esas peticiones deben ser contestadas en términos espirituales, y todas esas respuestas deben consistir en realidades espirituales. Los seres espirituales no pueden ofrecer respuestas materiales a las súplicas espirituales, aunque provengan de seres materiales. Los seres materiales sólo pueden orar eficazmente cuando "oran en espíritu".

1849:1  168:4.10 7. Ninguna oración puede esperar una respuesta a menos que haya nacido del espíritu y haya sido alimentada por la fe. Vuestra fe sincera implica que habéis concedido prácticamente de antemano, a los que escuchan vuestra oración, el pleno derecho de contestar a vuestras súplicas de acuerdo con esa sabiduría suprema y ese amor divino que, según describe vuestra fe, animan siempre a esos seres a quienes dirigís vuestras oraciones.

1849:2  168:4.11 8. El niño está siempre en su derecho cuando se atreve a dirigir una petición al padre; y el padre cumple siempre con sus obligaciones paternales hacia el niño inmaduro cuando su sabiduría superior le dicta que retrase la respuesta a la súplica del niño, la modifique, la mantenga aparte, la trascienda o la aplace hasta otra fase de su ascensión espiritual.

1849:3  168:4.12 9. No vaciléis en formular las oraciones que expresan los anhelos del espíritu; no dudéis de que vuestras súplicas recibirán una respuesta. Esas respuestas permanecerán en depósito, esperando a que hayáis alcanzado, en este mundo o en otros, esos niveles espirituales futuros de auténtica consecución cósmica, en los que os será posible reconocer y apropiaros de las respuestas tanto tiempo esperadas a vuestras peticiones anteriores pero prematuras.

1849:4  168:4.13 10. Todas las súplicas nacidas sinceramente del espíritu recibirán, con certeza, una respuesta. Pedid y recibiréis. Pero debéis recordar que sois unas criaturas que progresan en el tiempo y el espacio; por eso tenéis que contar constantemente con el factor espacio-temporal en vuestra experiencia de recibir personalmente las respuestas completas a vuestras diversas oraciones y peticiones.

 

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