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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 169

LA ÚLTIMA ENSEÑANZA EN PELLA

 

3. EL HOMBRE RICO Y EL MENDIGO

1854:5  169:3.1 Cuando la reunión se volvió demasiado ruidosa, Simón Pedro se levantó y se hizo cargo de la situación, diciendo: "Hombres y hermanos, no es apropiado que discutáis así entre vosotros. El Maestro ha hablado, y haríais bien en reflexionar sus palabras. No os ha proclamado ninguna nueva doctrina. ¿No habéis oído también la alegoría de los nazarenos sobre el rico y el mendigo? Algunos de nosotros hemos escuchado a Juan el Bautista decir a voz en grito esta parábola de advertencia a todos los que aman las riquezas y codician los bienes deshonestos. Aunque esta antigua parábola no es conforme al evangelio que predicamos, todos haríais bien en prestar atención a sus lecciones, hasta el momento en que podáis comprender la nueva luz del reino de los cielos. La historia, tal como Juan la contaba, era así:
1854:6  169:3.2 "Había un hombre rico llamado Dives que, vestido de púrpura y de lino fino, vivía todos los días en el regocijo y el esplendor. Y había un mendigo llamado Lázaro, que estaba tendido en la puerta de aquel rico, cubierto de llagas y deseando alimentarse con las migajas que caían de la mesa del rico. Sí, incluso los perros venían y le lamían las llagas. Y sucedió que el mendigo murió y fue llevado por los ángeles a descansar en el seno de Abraham. El rico murió también enseguida y fue enterrado con una gran pompa y un esplendor real. Cuando el rico partió de este mundo, se despertó en el Hades, y al encontrarse atormentado, levantó los ojos y vio a Abraham a lo lejos y a Lázaro en su seno. Entonces Dives gritó: `Padre Abraham, ten misericordia de mí y envíame a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y me refresque la lengua, porque sufro un gran suplicio a causa de mi castigo.' Entonces Abraham replicó: `Hijo mío, recuerda que disfrutaste de las cosas buenas durante tu vida, mientras que Lázaro soportaba las malas. Pero ahora todo ha cambiado, pues Lázaro recibe consuelo mientras que tú estás atormentado. Además, existe un gran abismo entre tú y nosotros, de manera que no podemos ir hasta ti, ni tú puedes venir hasta nosotros.' Entonces Dives le dijo a Abraham: `Te ruego que hagas volver a Lázaro a la casa de mi padre, ya que tengo cinco hermanos, para que pueda dar tal testimonio que impida que mis hermanos vengan a este lugar de tormento.' Pero Abraham dijo: `Hijo mío, tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen.' Entonces Dives respondió: `¡No, no, padre Abraham! Pero si alguien que ha muerto se presenta ante ellos, se arrepentirán.' Y entonces dijo Abraham: `Si no escuchan a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien resucite de entre los muertos.'"
1855:1  169:3.3 Después de que Pedro hubiera contado esta antigua parábola de la fraternidad nazarena, y como la multitud se había calmado, Andrés se levantó y disolvió la reunión para pasar la noche. Aunque tanto los apóstoles como los discípulos preguntaron con frecuencia a Jesús sobre la parábola de Dives y Lázaro, nunca consintió en comentarla.

 


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