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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 170

EL REINO DE Los CIELos

 

3. EN RELACIÓN CON LA RECTITUD

1861:8  170:3.1 Jesús intentó siempre inculcar a sus apóstoles y discípulos que debían adquirir, por la fe, una rectitud que sobrepasara la rectitud de las obras serviles que algunos escribas y fariseos exhibían con tanta vanidad delante del mundo.
1861:9  170:3.2 Jesús enseñó que la fe, la simple creencia semejante a la de un niño, es la llave de la puerta del reino, pero también enseñó que después de haber pasado la puerta, están los peldaños progresivos de rectitud que todo niño creyente debe ascender para crecer hasta la plena estatura de los vigorosos hijos de Dios.
1861:10  170:3.3 Es en el estudio de la técnica para recibir el perdón de Dios donde se encuentra revelada la obtención de la rectitud del reino. La fe es el precio que pagáis para entrar en la familia de Dios; pero el perdón es el acto de Dios que acepta vuestra fe como precio de admisión. Y la recepción del perdón de Dios por parte de un creyente en el reino implica una experiencia precisa y real, que consiste en las cuatro etapas siguientes, las etapas del reino de la rectitud interior:

1862:1  170:3.4 1. El hombre dispone realmente del perdón de Dios, y lo experimenta personalmente, en la medida exacta en que perdona a sus semejantes.
1862:2  170:3.5 2. El hombre no perdona de verdad a sus semejantes a menos que los ame como a sí mismo.
1862:3  170:3.6 3. Amar así al prójimo como a sí mismo es la ética más elevada.
1862:4  170:3.7 4. La conducta moral, la verdadera rectitud, se convierte entonces en el resultado natural de ese amor.

1862:5  170:3.8 Por eso es evidente que la verdadera religión interior del reino tiende a manifestarse infaliblemente, y cada vez más, en las vías prácticas del servicio social. Jesús enseñó una religión viva que impulsaba a sus creyentes a dedicarse a realizar un servicio amante. Pero Jesús no puso la ética en el lugar de la religión. Enseñó la religión como causa, y la ética como resultado.
1862:6  170:3.9 La rectitud de cualquier acto debe ser medida por el móvil; las formas más elevadas del bien son por tanto inconscientes. Jesús no se interesó nunca por la moral o la ética como tales. Se ocupó totalmente de esa comunión interior y espiritual con Dios Padre que se manifiesta exteriormente de manera tan cierta y directa en el servicio amante a los hombres. Enseñó que la religión del reino es una experiencia personal auténtica que nadie puede reprimir dentro de sí mismo; que la conciencia de ser un miembro de la familia de los creyentes conduce inevitablemente a practicar los preceptos de la conducta familiar, el servicio a los propios hermanos y hermanas, en un esfuerzo por realzar y ampliar la fraternidad.
1862:7  170:3.10 La religión del reino es personal, individual; los frutos, los resultados, son familiares, sociales. Jesús nunca dejó de exaltar el carácter sagrado del individuo en contraposición con la comunidad. Pero también reconocía que el hombre desarrolla su carácter mediante el servicio desinteresado; que despliega su naturaleza moral en las relaciones afectuosas con sus semejantes.
1862:8  170:3.11 Al enseñar que el reino es interior, al exaltar al individuo, Jesús dio el golpe de gracia al antiguo orden social, en el sentido de que introdujo la nueva dispensación de la verdadera rectitud social. El mundo ha conocido poco este nuevo orden social, porque ha rehusado practicar los principios del evangelio del reino de los cielos. Cuando este reino de preeminencia espiritual llegue de hecho a la tierra, no se manifestará simplemente mediante una mejora de las condiciones sociales y materiales, sino más bien mediante la gloria de esos valores espirituales, elevados y enriquecidos, que suelen caracterizar la era próxima de unas mejores relaciones humanas y de unos logros espirituales progresivos.

 

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