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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 171

EN EL CAMINO DE JERUSALÉN

 

2. EL CÁLCULO DEL COSTE

1869:3  171:2.1 Cuando Jesús y el grupo de casi mil seguidores llegaron al vado de Betania en el Jordán, llamado a veces Betábara, sus discípulos empezaron a darse cuenta de que no se dirigía directamente a Jerusalén. Mientras dudaban y discutían entre ellos, Jesús se subió en una piedra gigantesca y pronunció el discurso que se conoce como "El cálculo del coste". El Maestro dijo:

1869:4  171:2.2 "De ahora en adelante, los que queréis seguirme debéis estar dispuestos a pagar el precio de una dedicación total a hacer la voluntad de mi Padre. Si queréis ser mis discípulos, debéis estar dispuestos a abandonar padre, madre, esposa, hijos, hermanos y hermanas. Si alguno de vosotros quiere ser ahora mi discípulo, debe estar dispuesto a renunciar incluso a su vida, de la misma manera que el Hijo del Hombre está a punto de ofrecer su vida para completar su misión de hacer la voluntad del Padre, en la tierra y en la carne.
1869:5  171:2.3 "Si no estás dispuesto a pagar el precio íntegro, difícilmente puedes ser mi discípulo. Antes de que continuéis, cada uno de vosotros debería sentarse y calcular lo que le cuesta ser mi discípulo. ¿Quién de vosotros emprendería la construcción de una torre de vigilancia en sus tierras, sin sentarse primero a calcular el coste para ver si posee el dinero suficiente para terminarla? Si descuidáis así calcular el gasto, es posible que descubráis, después de haber echado los cimientos, que sois incapaces de terminar lo que habéis empezado. Entonces, todos vuestros vecinos se burlarán de vosotros, diciendo: `Mirad, este hombre ha empezado a construir, pero no ha sido capaz de terminar su obra.' Y también, ¿qué rey que se prepara para hacer la guerra a otro rey, no se sienta primero para consultar si con diez mil hombres podrá enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? Si el rey no puede enfrentarse con su enemigo porque no está preparado, envía una embajada al otro rey, mientras éste se encuentra aún muy lejos, para preguntarle por las condiciones de paz.
1870:1  171:2.4 "Ahora es preciso, pues, que cada uno de vosotros se siente y calcule lo que le cuesta ser mi discípulo. De ahora en adelante ya no podrás seguirnos, escuchando las enseñanzas y contemplando las obras; tendrás que enfrentarte con persecuciones encarnizadas y dar testimonio de este evangelio en medio de decepciones aplastantes. Si no estás dispuesto a renunciar a todo lo que eres, y a consagrar todo lo que posees, entonces no eres digno de ser mi discípulo. Si ya te has vencido a ti mismo dentro de tu corazón, no necesitas tener ningún miedo a esa victoria exterior que pronto tendrás que ganar cuando el Hijo del Hombre sea rechazado por los principales sacerdotes y los saduceos, y entregado a los incrédulos burlones.
1870:2  171:2.5 "Ahora deberías examinarte y descubrir el motivo que tienes para ser mi discípulo. Si buscas honores y gloria, si tienes inclinaciones mundanas, eres como la sal que ha perdido su sabor. Y cuando aquello que se valora por su sabor salado ha perdido su sabor, ¿con qué se sazonará? Un condimento así es inútil; sólo sirve para ser tirado a la basura. Ya os he advertido que regreséis en paz a vuestros hogares si no estáis dispuestos a beber conmigo la copa que se está preparando. Os he dicho una y otra vez que mi reino no es de este mundo, pero no queréis creerme. El que tenga oídos para oír, que oiga lo que digo."

1870:3  171:2.6 Inmediatamente después de decir estas palabras, Jesús, a la cabeza de los doce, partió en dirección a Hesbón, seguido de unas quinientas personas. Después de un breve intervalo, la otra mitad de la multitud continuó hacia Jerusalén. Sus apóstoles, así como los discípulos principales, reflexionaron mucho sobre estas palabras, pero continuaban aferrados a la creencia de que, después de este breve período de adversidad y de prueba, el reino sería sin duda establecido un poco de acuerdo con sus esperanzas tanto tiempo acariciadas.

 


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