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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 173

EL LUNES EN JERUSALÉN

 

4. LA PARÁBOLA DEL PROPIETARIO AUSENTE

1893:5  173:4.1 Cuando los principales fariseos y los escribas que habían intentado enredar a Jesús con sus preguntas hubieron terminado de escuchar la historia de los dos hijos, se retiraron para consultarse de nuevo. El Maestro volvió su atención hacia la atenta multitud, y contó otra parábola:

1893:6  173:4.2 "Había un hombre de bien que poseía una propiedad, y plantó una viña. La rodeó de un seto, cavó un hoyo para el lagar, y construyó una torre para los guardas. Luego alquiló esta viña a unos arrendatarios y partió para un largo viaje a otro país. Cuando se acercó la temporada de los frutos, envió unos servidores a los arrendatarios para que cobraran su alquiler. Pero los arrendatarios se consultaron entre ellos, y se negaron a entregar a estos servidores los frutos que le debían al señor; en lugar de eso, atacaron a los sirvientes, golpearon a uno, lapidaron a otro, y despidieron a los demás con las manos vacías. Cuando el propietario se enteró de todo esto, envió a otros servidores de más confianza para que trataran con estos malvados arrendatarios, pero éstos hirieron a los nuevos sirvientes y los trataron de una manera vergonzosa. Entonces el señor envió a su servidor favorito, a su administrador, y los arrendatarios lo mataron. Sin embargo, con paciencia e indulgencia, el propietario envió a otros muchos servidores, pero no quisieron recibir a ninguno. A unos los golpearon y a otros los mataron. Cuando el propietario se sintió tratado de esta manera, decidió enviar a su hijo para que tratara con aquellos arrendatarios ingratos, diciéndose: `Pueden maltratar a mis servidores, pero seguramente mostrarán respeto por mi amado hijo.' Pero cuando aquellos arrendatarios malvados e impenitentes vieron venir al hijo, razonaron entre ellos: `Éste es el heredero; vamos a matarlo y entonces la herencia será nuestra.' Así pues lo agarraron, y después de echarlo fuera de la viña, lo mataron. Cuando el dueño de esta viña se entere de que han rechazado y matado a su hijo, ¿qué hará con aquellos arrendatarios ingratos y perversos?"

1894:1  173:4.3 Cuando la gente escuchó esta parábola y la pregunta que Jesús había hecho, contestaron: "Destruirá a esos miserables y alquilará su viña a otros arrendatarios honrados, que le entregarán los frutos a su debido tiempo." Algunos de los oyentes percibieron que esta parábola se refería a la nación judía, a la manera en que había tratado a los profetas y al rechazo inminente de Jesús y del evangelio del reino; entonces dijeron con tristeza: "Quiera Dios que no sigamos haciendo estas cosas."
1894:2  173:4.4 Jesús vio que un grupo de saduceos y fariseos se abría paso a través del gentío, y se calló un momento hasta que se acercaron a él; entonces dijo: "Sabéis cómo vuestros padres rechazaron a los profetas, y sabéis muy bien que habéis decidido en vuestro corazón rechazar al Hijo del Hombre." Luego, mirando con una mirada escrutadora a los sacerdotes y a los ancianos que estaban cerca de él, Jesús dijo: "¿No habéis leído nunca en las Escrituras acerca de la piedra que rechazaron los constructores, y que se convirtió en la piedra angular cuando el pueblo la descubrió? Por eso, os advierto una vez más que si continuáis rechazando este evangelio, el reino de Dios será pronto apartado de vosotros, y se entregará a un pueblo dispuesto a recibir la buena nueva y a producir los frutos del espíritu. Esta piedra contiene un misterio, pues el que cae sobre ella, aunque se rompa en pedazos por su causa, se salvará; pero aquel sobre quien caiga esta piedra se convertirá en polvo, y sus cenizas se dispersarán a los cuatro vientos."
1894:3  173:4.5 Cuando los fariseos escucharon estas palabras, comprendieron que Jesús se refería a ellos y a los demás dirigentes judíos. Tenían enormes deseos de agarrarlo en aquel mismo momento, pero le tenían miedo a la multitud. Sin embargo, estaban tan irritados por las palabras del Maestro que se retiraron para consultarse de nuevo entre ellos acerca de cómo provocar su muerte. Aquella noche, tanto los saduceos como los fariseos se unieron para planear la manera de hacerlo caer en una trampa al día siguiente.

 

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