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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 173

EL LUNES EN JERUSALÉN

 

5. LA PARÁBOLA DEL BANQUETE DE BODA

1894:4  173:5.1 Después de que los escribas y los dirigentes se hubieron retirado, Jesús se dirigió de nuevo a la multitud reunida y contó la parábola del banquete de boda. Dijo:

1894:5  173:5.2 "El reino de los cielos se puede comparar con un rey que preparó un banquete de boda para su hijo, y envió a unos mensajeros para que llamaran a los que habían sido previamente invitados a venir a la fiesta, diciendo: `Todo está preparado para la cena nupcial en el palacio del rey.' Sin embargo, muchos de los que habían prometido asistir se negaron a venir en aquel momento. Cuando el rey escuchó que rechazaban su invitación, envió a otros servidores y mensajeros, diciendo: `Decid que vengan todos los que estaban invitados, porque mirad, mi cena está preparada. Mis bueyes y mis cebones han sido matados, y todo está preparado para celebrar la boda inminente de mi hijo.' Pero de nuevo, aquellos invitados desconsiderados no le dieron importancia a la llamada de su rey, y se fueron por su camino, uno a su granja, otro a su cerámica y otros a sus negocios. Y otros además no se contentaron con menospreciar así la llamada del rey, sino que se rebelaron abiertamente, pegaron a los mensajeros del rey, los maltrataron vergonzosamente, e incluso mataron a algunos de ellos. Cuando el rey observó que sus convidados elegidos, incluídos aquellos que habían aceptado su invitación preliminar y habían prometido asistir al banquete de boda, rechazaban finalmente su llamada, y en rebeldía habían atacado y matado a sus mensajeros elegidos, se encolerizó extremadamente. Entonces, este rey ultrajado mandó salir a sus ejércitos y a los ejércitos de sus aliados, y les ordenó que destruyeran a aquellos asesinos rebeldes y que incendiaran su ciudad.
1895:1  173:5.3 "Después de haber castigado a los que habían despreciado su invitación, fijó un nuevo día para el banquete de bodas y dijo a sus mensajeros: `Los primeros invitados a la boda no eran dignos; id pues ahora a los cruces de los caminos y a las carreteras, e incluso más allá de los límites de la ciudad, e invitad a todos los que encontréis, incluídos los extranjeros, para que vengan y asistan a este banquete de bodas.' Los servidores salieron entonces a las carreteras y a los lugares apartados, y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, ricos y pobres, de manera que por fin la sala nupcial se llenó de convidados de buena voluntad. Cuando todo estuvo dispuesto, el rey entró para examinar a sus huéspedes, y se sorprendió mucho al ver allí a un hombre sin vestido nupcial. Puesto que el rey había proporcionado generosamente vestidos nupciales a todos sus huéspedes, se dirigió a este hombre, y le dijo: `Amigo, ¿cómo puede ser que entres en la sala de mis invitados, en esta ocasión, sin el vestido nupcial'? Aquel hombre descuidado se quedó callado. Entonces, el rey dijo a sus servidores: `Echad a este invitado desconsiderado de mi casa, y que comparta la misma suerte que todos los demás que despreciaron mi hospitalidad y rechazaron mi llamada. Sólo quiero tener aquí a los que se regocijan de aceptar mi invitación, y que me hacen el honor de llevar los vestidos nupciales que tan generosamente se han proporcionado a todos.'"

1895:2  173:5.4 Después de contar esta parábola, Jesús estaba a punto de despedir a la multitud cuando un creyente simpatizante se abrió paso hacia él a través del gentío, y preguntó: "Pero, Maestro, ¿cómo nos enteraremos de esas cosas? ¿Cómo estaremos preparados para la invitación del rey? ¿Qué signo nos darás para que sepamos que eres el Hijo de Dios?" Cuando el Maestro escuchó estas palabras, dijo: "Sólo se os dará un signo." Luego, señalando a su propio cuerpo, continuó: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré." Pero no lo comprendieron, y se dispersaron diciéndose entre ellos: "Este templo ha estado en construcción casi cincuenta años, y sin embargo dice que lo destruirá y lo levantará en tres días." Ni siquiera sus propios apóstoles comprendieron el significado de esta declaración, pero posteriormente, después de su resurrección, recordaron lo que el Maestro había dicho.
1895:3  173:5.5 Hacia las cuatro de esta tarde, Jesús hizo señas a sus apóstoles y les indicó que deseaba dejar el templo e ir a Betania para cenar y descansar durante la noche. Mientras subían el Olivete, Jesús indicó a Andrés, Felipe y Tomás que al día siguiente debían establecer un campamento más cerca de la ciudad, para poder ocuparlo durante el resto de la semana pascual. Siguiendo estas instrucciones, a la mañana siguiente plantaron sus tiendas de campaña en una hondonada de la ladera que dominaba el parque de acampamiento público de Getsemaní, en un pequeño terreno que pertenecía a Simón de Betania.
1896:1  173:5.6 De nuevo, un grupo silencioso de judíos ascendió la pendiente occidental del Olivete este lunes por la noche. Estos doce hombres empezaban a sentir, como nunca lo habían sentido antes, que algo trágico estaba a punto de suceder. La espectacular depuración del templo, durante las primeras horas de la mañana, había despertado sus esperanzas de ver cómo el Maestro se imponía y manifestaba sus grandes poderes, pero los acontecimientos de toda la tarde estuvieron caracterizados por un descenso de la tensión, en el sentido de que todos apuntaban a un rechazo seguro de las enseñanzas de Jesús por parte de las autoridades judías. Los apóstoles se sentían oprimidos por la duda y prisioneros de una terrible incertidumbre. Se daban cuenta de que podían transcurrir sólo unos breves días entre los acontecimientos del día que acababa de terminar y el estallido de una fatalidad inminente. Todos sentían que algo temible estaba a punto de suceder, pero no sabían qué esperar. Cada uno se fue a su sitio para descansar, pero durmieron muy poco. Incluso los gemelos Alfeo empezaron por fin a comprender que los acontecimientos de la vida del Maestro se dirigían velozmente hacia su culminación final.

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