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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 174

EL MARTES POR LA MAÑANA EN EL TEMPLO

 

2. LAS PREGUNTAS DE Los DIRIGENTES JUDÍOS

1899:1  174:2.1 El lunes por la noche se había celebrado un consejo entre el sanedrín y unos cincuenta dirigentes adicionales seleccionados entre los escribas, los fariseos y los saduceos. Esta asamblea llegó al consenso de que sería peligroso arrestar a Jesús en público a causa de su influencia sobre los sentimientos de la gente común. La mayoría opinaba también que había que hacer un esfuerzo decidido para desacreditarlo a los ojos de la multitud, antes de arrestarlo y de llevarlo a juicio. En consecuencia, se designaron diversos grupos de hombres eruditos para que estuvieran disponibles a la mañana siguiente en el templo, a fin de intentar hacerlo caer en una trampa con preguntas difíciles, y tratar de desconcertarlo de otras maneras delante de la gente. Al fin, los fariseos, los saduceos e incluso los herodianos se encontraban todos unidos en este esfuerzo por desacreditar a Jesús a los ojos de las multitudes pascuales.
1899:2  174:2.2 El martes por la mañana, cuando Jesús llegó al patio del templo y empezó a enseñar, sólo había pronunciado algunas palabras cuando un grupo de los estudiantes más jóvenes de las academias, que habían sido preparados de antemano con esta finalidad, se adelantaron y se dirigieron a Jesús a través de su portavoz, diciendo: "Maestro, sabemos que eres un instructor honrado; sabemos que proclamas los caminos de la verdad y que sólo sirves a Dios, porque no temes a ningún hombre y no haces acepción de personas. Sólo somos unos estudiantes, y quisiéramos conocer la verdad sobre una cuestión que nos preocupa. Nuestra dificultad es la siguiente: ¿Es lícito que paguemos tributo al césar? ¿Hemos de pagarlo o no?" Percibiendo su hipocresía y su astucia, Jesús les dijo: "¿Por qué venís a tentarme de esta manera? Mostradme el dinero del tributo, y os contestaré." Cuando los estudiantes le entregaron un denario, lo examinó y dijo: "¿De quién es la imagen y la inscripción que lleva esta moneda?" Cuando le contestaron: "Del césar", Jesús dijo: "Dad al césar las cosas que son del césar, y dad a Dios las cosas que son de Dios."
1899:3  174:2.3 Después de haber contestado así, los jóvenes escribas y sus cómplices herodianos se retiraron de su presencia, y la gente, incluídos los saduceos, disfrutaron de su turbación. Incluso los jóvenes que habían intentado hacer caer al Maestro en una trampa, se maravillaron enormemente de la inesperada sagacidad de su respuesta.
1899:4  174:2.4 El día anterior, los dirigentes habían intentado que cometiera un desliz delante de la multitud en cuestiones de autoridad eclesiástica, y como habían fracasado, ahora intentaban implicarlo en una discusión perjudicial sobre la autoridad civil. Tanto Pilatos como Herodes se encontraban en Jerusalén en aquel momento, y los enemigos de Jesús supusieron que si se atrevía a aconsejar que no se pagara el tributo al césar, podrían ir inmediatamente a las autoridades romanas y acusarlo de sedición. Por otra parte, si aconsejaba expresamente el pago del tributo, calculaban con razón que dicha declaración heriría profundamente el orgullo nacional de sus oyentes judíos, desviando así la buena voluntad y el afecto de la multitud.
1899:5  174:2.5 Los enemigos de Jesús fueron derrotados en todo esto puesto que una orden bien conocida del sanedrín, emitida para orientar a los judíos dispersos por las naciones gentiles, precisaba que el "derecho de acuñar moneda comportaba el derecho de exigir impuestos." De esta manera, Jesús había evitado la trampa. Si hubiera contestado "no" a su pregunta, hubiera sido el equivalente de incitar a la rebelión; si hubiera contestado "sí", habría conmocionado los sentimientos nacionalistas profundamente arraigados de aquella época. El Maestro no eludió la pregunta; simplemente utilizó la sabiduría de ofrecer una respuesta doble. Jesús nunca era evasivo, pero siempre era sabio en su trato con los que intentaban acosarlo y destruirlo.

 

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