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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 174

EL MARTES POR LA MAÑANA EN EL TEMPLO

 

4. EL GRAN MANDAMIENTO

1901:1  174:4.1 Otro grupo de saduceos había recibido instrucciones para hacerle a Jesús unas preguntas enredosas sobre los ángeles, pero cuando observaron la suerte de sus compañeros que habían intentado hacerlo caer en una trampa con preguntas relacionadas con la resurrección, decidieron muy juiciosamente permanecer en silencio; se retiraron sin hacer una sola pregunta. Los fariseos, los escribas, los saduceos y los herodianos aliados habían premeditado el plan de pasarse todo el día haciéndole estas preguntas enredosas, esperando así desacreditar a Jesús delante de la gente, y al mismo tiempo impedirle eficazmente que tuviera tiempo para proclamar sus enseñanzas perturbadoras.
1901:2  174:4.2 Uno de los grupos de fariseos se adelantó entonces para hacerle preguntas embarazosas; el portavoz hizo señas a Jesús, y dijo: "Maestro, soy jurista, y me gustaría preguntarte cuál es, en tu opinión, el mandamiento más grande." Jesús respondió: "No hay más que un solo mandamiento, que es el más grande de todos, y ese mandamiento es: `Escucha, oh Israel, al Señor nuestro Dios; el Señor es uno; y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.' Éste es el primer gran mandamiento. Y el segundo mandamiento se parece a este primero; en efecto, proviene directamente de él, y dice: `Amarás a tu prójimo como a ti mismo.' No hay otros mandamientos más grandes que estos; en estos dos mandamientos se apoyan toda la ley y los profetas."
1901:3  174:4.3 Cuando el jurista percibió que Jesús no solamente había respondido de acuerdo con el concepto más elevado de la religión judía, sino que también había contestado sabiamente a los ojos de la multitud reunida, pensó que era mejor tener el valor de alabar abiertamente la respuesta del Maestro. En consecuencia, dijo: "En verdad, Maestro, has dicho bien que Dios es uno y que no hay nadie aparte de él; y que el primer gran mandamiento es amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas nuestras fuerzas, y también amar al prójimo como a uno mismo. Estamos de acuerdo en que este gran mandamiento tiene mucha más importancia que todos los holocaustos y sacrificios." Cuando el jurista contestó de esta manera tan prudente, Jesús bajó la mirada hacia él y dijo: "Amigo mío, percibo que no estás muy lejos del reino de Dios."

1901:4  174:4.4 Jesús dijo la verdad cuando indicó que este jurista "no estaba muy lejos del reino", porque aquella misma noche fue al campamento del Maestro, cerca de Getsemaní, confesó su fe en el evangelio del reino y fue bautizado por Josías, uno de los discípulos de Abner.

1901:5  174:4.5 Otros dos o tres grupos de escribas y fariseos estaban presentes y habían tenido la intención de hacerle preguntas, pero se sentían desarmados por la respuesta de Jesús al jurista, o bien estaban acobardados por la derrota de todos los que habían intentado enredarlo. Después de esto, nadie se atrevió a hacerle más preguntas en público.
1901:6  174:4.6 Como no había más preguntas y se estaba acercando la hora del mediodía, Jesús no reanudó su enseñanza, sino que se contentó simplemente con hacer una pregunta a los fariseos y a sus asociados. Jesús dijo: "Puesto que no hacéis más preguntas, me gustaría haceros una. ¿Qué pensáis del Libertador? Es decir, ¿de quién es hijo?" Después de una breve pausa, uno de los escribas contestó: "El Mesías es el hijo de David." Puesto que Jesús sabía que se había discutido mucho, incluso entre sus propios discípulos, sobre si él era o no el hijo de David, hizo esta otra pregunta: "Si el Libertador es en verdad el hijo de David, ¿cómo puede ser que en el salmo que atribuís a David, él mismo dice, hablando según el espíritu: `El Señor dijo a mi señor: Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos de banqueta para tus pies?' Si David le llama Señor, entonces ¿cómo puede ser su hijo?" Los dirigentes, los escribas y los principales sacerdotes no contestaron a esta pregunta, pero también se abstuvieron de hacerle más preguntas para intentar enredarlo. Nunca contestaron a la pregunta que Jesús les había hecho, pero después de la muerte del Maestro, intentaron eludir la dificultad cambiando la interpretación de este salmo para que se refiriera a Abraham en lugar del Mesías. Otros trataron de evitar este dilema negando que David fuera el autor de este salmo llamado mesiánico.
1902:1  174:4.7 Un rato antes, los fariseos habían disfrutado con la manera en que el Maestro había acallado a los saduceos; ahora los saduceos se regocijaban con el fracaso de los fariseos; pero esta rivalidad sólo era momentánea; rápidamente se olvidaron de sus diferencias tradicionales, en un esfuerzo común por poner fin a las enseñanzas y a las obras de Jesús. Pero durante todas estas experiencias, la gente común le escuchó con agrado.

 

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