ÍNDICEEl libro de Urantia Edición1999
ESCRITO 177 EL MIÉRCOLES, DÍA DE DESCANSO
1921:5 177:2.1 En el transcurso de las conversaciones de este día con Juan Marcos, Jesús pasó bastante tiempo comparando sus experiencias de la infancia y de la adolescencia. Aunque los padres de Juan poseían más bienes terrenales que los padres de Jesús, habían tenido en su niñez muchas experiencias muy similares. Jesús dijo muchas cosas que ayudaron a Juan a comprender mejor a sus padres y a otros miembros de su familia. Cuando el muchacho le preguntó al Maestro cómo podía saber que se convertiría en un "poderoso mensajero del reino", Jesús dijo:
1921:6 177:2.2 "Sé que te mostrarás fiel al evangelio del reino, porque puedo contar con la fe y el amor que tienes ahora, ya que estas cualidades están basadas en una educación tan temprana como la que has recibido en el hogar. Eres el producto de un hogar donde los padres se tienen un afecto mútuo y sincero, por lo que no has sido amado con exceso como para exaltar perjudicialmente tu concepto de tu propia importancia. Tu personalidad tampoco ha sufrido una deformación a consecuencia de unas maniobras sin amor efectuadas por tus padres, enfrentados el uno contra el otro para ganar tu confianza y tu lealtad. Has disfrutado de ese amor paternal que asegura una loable confianza en sí mismo y que fomenta unos sentimientos normales de seguridad. Pero también has tenido la suerte de que tus padres poseyeran sabiduría al mismo tiempo que amor; fue la sabiduría la que les condujo a negarte la mayoría de las satisfacciones y de los múltiples lujos que se pueden comprar con la riqueza; te enviaron a la escuela de la sinagoga con tus compañeros de juego de la vecindad, y también te animaron a aprender la manera de vivir en este mundo permitiéndote efectuar una experiencia original. Viniste con tu joven amigo Amós al Jordán, donde nosotros predicábamos y los discípulos de Juan bautizaban. Los dos deseabais acompañarnos. Cuando regresasteis a Jerusalén, tus padres dieron su consentimiento; los padres de Amós se negaron; amaban tanto a su hijo que le negaron la experiencia bendita que tú has tenido, incluída la que hoy estás disfrutando. Amós podría haberse escapado de su casa para unirse a nosotros, pero si lo hubiera hecho, habría herido el amor y sacrificado la fidelidad. Aunque esta conducta hubiera sido sabia, hubiera pagado un precio terrible por la experiencia, la independencia y la libertad. Los padres sabios, como los tuyos, procuran que sus hijos no tengan que herir el amor o ahogar la fidelidad, para desarrollar su independencia y disfrutar de una libertad vigorizante cuando han llegado a tu edad.
1922:1 177:2.3 "El amor, Juan, es la realidad suprema del universo cuando es otorgado por unos seres infinitamente sabios, pero presenta un rasgo peligroso y a veces semiegoísta tal como es manifiestado en la experiencia de los padres mortales. Cuando te cases y tengas que criar tus propios hijos, asegúrate de que tu amor esté aconsejado por la sabiduría y guiado por la inteligencia.
1922:2 177:2.4 "Tu joven amigo Amós cree en este evangelio del reino tanto como tú, pero no puedo contar plenamente con él; no estoy seguro de lo que va a hacer en los años venideros. Su infancia en el hogar no se desarrolló como para producir una persona enteramente digna de confianza. Amós se parece demasiado a uno de mis apóstoles que no pudo disfrutar de una educación familiar normal, amorosa y sabia. Toda tu vida futura será más feliz y digna de confianza porque pasaste tus primeros ocho años en un hogar normal y bien regulado. Posees un carácter fuerte y bien integrado porque creciste en un hogar donde prevalecía el amor y reinaba la sabiduría. Este tipo de formación durante la infancia produce un tipo de fidelidad que me asegura que continuarás en el camino que has empezado."
1922:3 177:2.5 Durante más de una hora, Jesús y Juan continuaron esta conversación sobre la vida familiar. El Maestro siguió explicándole a Juan que un niño depende totalmente de sus padres y de la vida asociada en el hogar para formarse sus primeros conceptos sobre todas las cosas intelectuales, sociales, morales e incluso espirituales, puesto que la familia representa para el niño pequeño todo lo que puede conocer al principio sobre las relaciones humanas o divinas. El niño debe obtener, de los cuidados de su madre, sus primeras impresiones sobre el universo; depende totalmente de su padre terrenal para sus primeras ideas sobre el Padre celestial. La vida mental y emocional de los primeros años, condicionada por estas relaciones sociales y espirituales del hogar, determina si la vida posterior del niño será feliz o infeliz, fácil o difícil. Toda la vida de un ser humano está enormemente influida por lo que sucede durante los primeros años de la existencia.1922:4 177:2.6 Creemos sinceramente que el evangelio contenido en las enseñanzas de Jesús, basado como lo está en la relación entre padre e hijo, difícilmente podrá disfrutar de una aceptación mundial hasta el momento en que la vida familiar de los pueblos modernos civilizados contenga más amor y más sabiduría. A pesar de que los padres del siglo veinte poseen un gran conocimiento y una mayor verdad para mejorar el hogar y ennoblecer la vida familiar, sigue siendo un hecho que para educar a los niños y a las niñas, muy pocos hogares modernos son tan buenos como el hogar de Jesús en Galilea y el de Juan Marcos en Judea; sin embargo, la aceptación del evangelio de Jesús tendrá como resultado una mejora inmediata de la vida familiar. La vida de amor de un hogar sabio y la devoción fiel a la verdadera religión ejercen una profunda influencia recíproca. Una vida hogareña así realza la religión, y la auténtica religión siempre glorifica el hogar.
1923:1 177:2.7 Es verdad que muchas influencias censurables atrofiadas y otras características restrictivas de estos antiguos hogares judíos, han sido virtualmente eliminadas de muchos hogares modernos mejor organizados. Existe en verdad más independencia espontánea y mucha más libertad personal, pero esta libertad no está refrenada por el amor, motivada por la fidelidad, ni dirigida por la disciplina inteligente de la sabiduría. Mientras enseñemos al niño a rezar "Padre nuestro que estás en los cielos", todos los padres terrenales tendrán la inmensa responsabilidad de vivir y ordenar sus hogares de tal manera que la palabra padre quede guardada dignamente en la mente y en el corazón de todos los niños que crecen.