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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 177

EL MIÉRCOLES, DÍA DE DESCANSO

 

3. EL DÍA EN EL CAMPAMENTO

1923:2  177:3.1 Los apóstoles pasaron la mayor parte de este día caminando por el Monte de los Olivos y conversando con los discípulos que acampaban con ellos, pero al principio de la tarde sintieron el vivo deseo de ver regresar a Jesús. A medida que pasaba el día, se inquietaron cada vez más por su seguridad; se sentían inexpresablemente solos sin él. Durante todo el día estuvieron discutiendo sobre si deberían haberle permitido al Maestro partir solo hacia las colinas, acompañado solamente por el muchacho de los recados. Aunque nadie expresaba abiertamente sus pensamientos, no había ninguno de ellos, salvo Judas Iscariote, que no hubiera deseado estar en el lugar de Juan Marcos.

1923:3  177:3.2 Fue hacia mediados de la tarde cuando Natanael dió su discurso sobre el "Deseo supremo" a una media docena de apóstoles y a un número igual de discípulos, concluyendo de la manera siguiente: "En lo que estamos equivocados la mayoría de nosotros es en que somos poco entusiastas. No amamos al Maestro como él nos ama. Si todos hubiéramos querido ir con él tanto como Juan Marcos lo deseaba, seguramente nos hubiera llevado a todos. Nos quedamos mirando mientras el muchacho se acercaba al Maestro y le ofrecía la cesta, pero cuando el Maestro la cogió, el muchacho no la soltó. Por eso el Maestro nos dejó aquí mientras partía hacia las colinas con la cesta, el niño y todo."

1923:4  177:3.3 Hacia las cuatro, unos corredores llegaron hasta David Zebedeo trayéndole un mensaje de su madre en Betsaida y de la madre de Jesús. Varios días antes, David había llegado a la conclusión de que los jefes de los sacerdotes y los dirigentes iban a matar a Jesús. David sabía que estaban decididos a destruir al Maestro, y estaba casi convencido de que Jesús no ejercería su poder divino para salvarse, ni permitiría que sus seguidores emplearan la fuerza para defenderlo. Habiendo llegado a estas conclusiones, no tardó en enviar un mensajero a su madre, instándola a que viniera enseguida a Jerusalén y que trajera a María, la madre de Jesús, y a todos los miembros de su familia.
1923:5  177:3.4 La madre de David hizo lo que su hijo le pedía, y los corredores regresaron ahora hasta David trayendo la noticia de que su madre y toda la familia de Jesús estaban de camino hacia Jerusalén, y que llegarían tarde en cualquier momento del día siguiente, o muy temprano a la mañana después. Puesto que David había hecho esto por su propia iniciativa, pensó que sería prudente guardarse esta información para sí mismo. Por lo tanto, no le dijo a nadie que la familia de Jesús estaba de camino hacia Jerusalén.
1924:1  177:3.5 Poco después del mediodía, más de veinte de los griegos que se habían encontrado con Jesús y los doce en la casa de José de Arimatea llegaron al campamento, y Pedro y Juan pasaron varias horas conversando con ellos. Estos griegos, o al menos algunos de ellos, tenían un buen conocimiento del reino, pues habían sido instruidos por Rodán en Alejandría.
1924:2  177:3.6 Aquella noche, después de regresar al campamento, Jesús conversó con los griegos, y habría ordenado a estos veinte hombres tal como había hecho con los setenta, si no hubiera sido porque esta acción habría perturbado profundamente a sus apóstoles y a muchos de sus discípulos principales.

1924:3  177:3.7 Mientras todo esto sucedía en el campamento, en Jerusalén los jefes de los sacerdotes y los ancianos estaban sorprendidos de que Jesús no regresara para dirigir la palabra a las multitudes. Es verdad que el día anterior había dicho, al abandonar el templo: "Os dejo vuestra casa desolada". Pero no podían comprender por qué estaba dispuesto a renunciar a la gran ventaja que había conseguido con la actitud amistosa de las multitudes. Aunque temían que produjera un tumulto en el pueblo, las últimas palabras del Maestro a la multitud habían sido una exhortación a que se conformaran, de todas las maneras razonables, a la autoridad de aquellos "que estaban sentados en el puesto de Moisés". Pero aquel día estaban muy ocupados en la ciudad, preparándose simultáneamente para la Pascua y para consumar sus planes con el fin de destruir a Jesús.

1924:4  177:3.8 Al campamento no acudió mucha gente, porque su ubicación se había mantenido como un secreto bien guardado por todos los que sabían que Jesús contaba con quedarse allí, en lugar de dirigirse todas las noches a Betania.

 

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