ÍNDICEEl libro de Urantia Edición1999
ESCRITO 180 EL DISCURSO DE DESPEDIDA
1945:4 180:2.1 Luego, Jesús se levantó de nuevo y continuó enseñando a sus apóstoles: "Yo soy la verdadera vid, y mi Padre el viñador. Yo soy la vid, y vosotros los sarmientos. El Padre sólo me pide que produzcáis muchos frutos. La vid solamente se poda para aumentar la fecundidad de sus sarmientos. Todo sarmiento estéril que sale de mí, el Padre lo cortará. Todo sarmiento que produzca fruto, el Padre lo limpiará para que pueda producir más frutos. Vosotros ya estáis limpios por la palabra que he pronunciado, pero debéis continuar estando limpios. Tenéis que permanecer en mí, y yo en vosotros; el sarmiento muere si se le separa de la vid. Así como el sarmiento no puede producir frutos a menos que permanezca en la vid, vosotros tampoco podéis producir los frutos del servicio amoroso a menos que permanezcáis en mí. Recordad: Yo soy la verdadera vid, y vosotros los sarmientos vivientes. El que vive en mí, y yo en él, producirá muchos frutos del espíritu y experimentará la alegría suprema de dar esta cosecha espiritual. Si mantenéis esta unión espiritual viviente conmigo, produciréis un fruto abundante. Si permanecéis en mí y mis palabras viven en vosotros, podréis comulgar libremente conmigo, y entonces mi espíritu viviente se infiltrará en vosotros de tal manera que podréis pedir todo lo que mi espíritu quiere, y hacer todo esto con la seguridad de que el Padre nos concederá nuestra petición. El Padre es glorificado en esto: que la vid tenga muchos sarmientos vivientes, y que cada sarmiento produzca muchos frutos. Y cuando el mundo vea estos sarmientos fructíferos —mis amigos que se aman los unos a los otros como yo los he amado— todos los hombres sabrán que sois realmente mis discípulos.
1945:5 180:2.2 "Así como el Padre me ha amado, yo os he amado. Vivid en mi amor como yo vivo en el amor del Padre. Si hacéis lo que os he enseñado, permaneceréis en mi amor al igual que yo he guardado la palabra del Padre y permanezco eternamente en su amor."
1946:1 180:2.3 Los judíos habían enseñado desde hacía mucho tiempo que el Mesías sería "un tallo que surgiría de la vid" de los antepasados de David, y en conmemoración de esta antigua enseñanza, un gran emblema de la uva unida a su vid decoraba la entrada del templo de Herodes. Todos los apóstoles recordaron estas cosas mientras el Maestro les hablaba esta noche en la habitación de arriba.
1946:2 180:2.4 Pero más adelante, las conclusiones del Maestro sobre la oración fueron malinterpretadas, lo que produjo una gran pesadumbre. Estas enseñanzas hubieran provocado pocas dificultades si se hubieran recordado las palabras exactas del Maestro y hubieran sido transcritas fielmente con posterioridad. Pero de la manera en que se escribió el relato, los creyentes terminaron por considerar la oración en nombre de Jesús como una especie de magia suprema, creyendo que recibirían del Padre todo lo que pidieran. Durante siglos, las almas sinceras han continuado haciendo naufragar su fe contra este escollo. ¿Cuánto tiempo necesitará el mundo de los creyentes para comprender que la oración no es un proceso para conseguir lo que uno desea, sino más bien un programa para emprender el camino de Dios, una experiencia para aprender a reconocer y a ejecutar la voluntad del Padre? Es enteramente cierto que, cuando vuestra voluntad se ha alineado verdaderamente con la suya, podéis pedir cualquier cosa concebida por esta unión de voluntades, y os será concedida. Esta unión de voluntades se efectúa por medio de Jesús y a través de él, al igual que la vida de la vid circula y atraviesa los sarmientos vivientes.
1946:3 180:2.5 Cuando existe esta conexión viviente entre la divinidad y la humanidad, si la humanidad reza sin reflexión y de manera ignorante por sus comodidades egoístas y sus éxitos vanidosos, sólo puede haber una respuesta divina: que los tallos de los sarmientos vivientes produzcan una mayor cantidad de frutos del espíritu. Cuando el sarmiento de la vid está vivo, todas sus peticiones sólo pueden recibir una respuesta: que produzca más uvas. De hecho, el sarmiento sólo existe para producir frutos, y no puede hacer otra cosa que producir uvas. Y así, el verdadero creyente sólo existe con la finalidad de producir los frutos del espíritu: amar a los hombres como él mismo ha sido amado por Dios —que nos amemos los unos a los otros como Jesús nos ha amado.
1946:4 180:2.6 Cuando la mano disciplinaria del Padre se coloca sobre la vid, lo hace con amor, para que los sarmientos puedan producir muchos frutos. Un sabio viñador sólo recorta las ramas muertas y estériles.
1946:5 180:2.7 Jesús tuvo grandes dificultades para hacer que sus mismos apóstoles reconocieran que la oración es una función de los creyentes nacidos del espíritu, en el reino dominado por el espíritu.