ÍNDICE
previo      continuo
El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 183

LA TRAICIÓN Y EL ARRESTO DE JESÚS

 

1. LA VOLUNTAD DEL PADRE

1971:6  183:1.1 Existe el gran peligro de malinterpretar el significado de numerosos dichos y de muchos acontecimientos que acompañaron el final de la carrera del Maestro en la carne. El tratamiento cruel que los criados ignorantes y los soldados insensibles infligieron a Jesús, la manera injusta en que fue juzgado y la actitud sin piedad de los dirigentes religiosos declarados, no se deben confundir con el hecho de que al someterse pacientemente a todo este sufrimiento y humillación, Jesús estaba haciendo realmente la voluntad del Padre del Paraíso. De hecho y en verdad, era voluntad del Padre que su Hijo bebiera por completo la copa de la experiencia humana desde el nacimiento hasta la muerte, pero el Padre que está en los cielos no instigó de ninguna manera la conducta bárbara de aquellos seres humanos, supuestamente civilizados, que torturaron tan brutalmente al Maestro y acumularon tan horriblemente unas indignidades tras otras sobre una persona que no ofrecía resistencia. Estas experiencias inhumanas e impactantes que Jesús tuvo que soportar durante las últimas horas de su vida mortal, no formaban parte en ningún sentido de la voluntad divina del Padre, una voluntad que la naturaleza humana del Maestro se había comprometido tan triunfalmente a realizar en el momento de la rendición final del hombre a Dios, tal como lo indicaba la triple oración que formuló en el jardín mientras sus cansados apóstoles dormían el sueño del agotamiento físico.
1972:1  183:1.2 El Padre que está en los cielos deseaba que el Hijo donador terminara su carrera terrenal de manera natural, exactamente como todos los mortales deben terminar su vida en la tierra y en la carne. Los hombres y las mujeres corrientes no pueden esperar que una dispensación especial les facilite sus últimas horas en la tierra y el episodio posterior de la muerte. En consecuencia, Jesús escogió abandonar su vida en la carne de una manera que fuera conforme con el proceso natural de los acontecimientos, y se negó firmemente a librarse de las garras crueles de una malvada conspiración de acontecimientos inhumanos que lo arrastraron, con horrible certeza, hacia su humillación increíble y su muerte ignominiosa. Cada detalle de toda esta asombrosa manifestación de odio y de esta demostración de crueldad sin precedentes fue obra de unos hombres malvados y de unos mortales perversos. Dios que está en el cielo no lo quiso así, ni tampoco fue dictado por los enemigos acérrimos de Jesús, aunque éstos hicieron muchas cosas para asegurarse de que los mortales malvados e irreflexivos rechazaran así al Hijo donador. Incluso el padre del pecado volvió su rostro ante el horror atroz de la escena de la crucifixión.

 

previo      continuo