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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 183

LA TRAICIÓN Y EL ARRESTO DE JESÚS

 

2. JUDAS EN LA CIUDAD

1972:2  183:2.1 Después de abandonar tan precipitadamente la mesa durante la Última Cena, Judas fue directamente a la casa de su primo, y luego los dos se dirigieron directamente a ver al capitán de los guardias del templo. Judas le pidió al capitán que reuniera a los guardias y le informó que estaba listo para conducirlos hasta Jesús. Como Judas había aparecido en escena un poco antes de lo esperado, hubo cierta demora hasta que partieron hacia la casa de Marcos, donde Judas esperaba que Jesús se encontraría todavía charlando con los apóstoles. El Maestro y los once salieron de la casa de Elías Marcos unos quince minutos antes de que llegaran el traidor y los guardias. Cuando los captores llegaron a la casa de Marcos, Jesús y los once estaban muy lejos de los muros de la ciudad, camino del campamento en el Olivete.
1972:3  183:2.2 A Judas le inquietó mucho el fracaso que supuso no encontrar a Jesús en el domicilio de Marcos y en compañía de once hombres, de los cuales sólo dos estaban armados para defenderse. Sabía por casualidad que, cuando salieron del campamento por la tarde, sólo Simón Pedro y Simón Celotes se habían ceñido sus espadas; Judas había esperado apresar a Jesús mientras la ciudad estaba tranquila y había pocas posibilidades de resistencia. El traidor temía tener que enfrentarse con más de sesenta discípulos fervientes si esperaba que regresaran a su campamento, y también sabía que Simón Celotes tenía en su poder una buena cantidad de armas. Judas se iba poniendo cada vez más nervioso a medida que pensaba en cómo lo detestarían los once apóstoles leales, y temía que todos intentaran aniquilarlo. No solamente era desleal, sino que en el fondo era un verdadero cobarde.
1973:1  183:2.3 Como no lograron encontrar a Jesús en la sala de arriba, Judas le pidió al capitán de los guardias que regresaran al templo. Mientras tanto, los dirigentes habían empezado a congregarse en la casa del sumo sacerdote, preparándose para recibir a Jesús, puesto que su pacto con el traidor exigía que Jesús fuera arrestado aquel día a medianoche. Judas explicó a sus asociados que no habían encontrado a Jesús en la casa de Marcos, y que sería necesario ir a Getsemaní para detenerlo. Luego el traidor continuó diciendo que más de sesenta seguidores fervientes estaban acampados con él, y que todos ellos estaban bien armados. Los dirigentes de los judíos recordaron a Judas que Jesús siempre había predicado la no resistencia, pero Judas replicó que no podían contar con que todos los seguidores de Jesús obedecieran esta enseñanza. Judas temía realmente por su vida, y por ello se atrevió a pedir una compañía de cuarenta soldados armados. Puesto que las autoridades judías no disponían de una fuerza semejante de hombres armados bajo su jurisdicción, se dirigieron inmediatamente a la fortaleza de Antonia y le pidieron al comandante romano que les diera esta guardia; pero cuando éste se enteró de que tenían la intención de arrestar a Jesús, rehusó rápidamente acceder a su petición y los envió a su oficial superior. De esta manera perdieron más de una hora yendo de una autoridad a otra, hasta que finalmente se vieron obligados a presentarse ante el mismo Pilatos para obtener el permiso de emplear los guardias armados romanos. Ya era tarde cuando llegaron a la casa de Pilatos, y éste se había retirado con su mujer a sus aposentos privados. Dudó en inmiscuirse de alguna manera en esta empresa, y aún más porque su mujer le había pedido que no concediera esta petición. Pero puesto que el presidente oficial del sanedrín judío estaba presente y solicitaba personalmente esta ayuda, el gobernador consideró que era sabio conceder la petición, pensando que más adelante podría enmendar cualquier injusticia que estuvieran dispuestos a cometer.
1973:2  183:2.4 En consecuencia, cuando Judas Iscariote salió del templo hacia las once y media de la noche, iba acompañado de más de sesenta personas —los guardias del templo, los soldados romanos y los criados curiosos de los sacerdotes y dirigentes principales.

 

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