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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 185

EL JUICIO ANTE PILATOS

 

3. EL INTERROGATORIO PRIVADO DE PILATOS

1991:1  185:3.1 Pilatos llevó a Jesús y a Juan Zebedeo a una habitación privada, dejando a los guardias fuera en la sala; le rogó al preso que se sentara, se sentó a su lado y le hizo varias preguntas. Pilatos empezó su conversación con Jesús asegurándole que no creía en la primera acusación contra él: la de que pervertía a la nación e incitaba a la rebelión. Luego le preguntó: "¿Has enseñado alguna vez que se debe negar el tributo al césar?" Jesús señaló a Juan y dijo: "Pregúntale a él o a cualquier otra persona que haya escuchado mi enseñanza." Entonces Pilatos le preguntó a Juan sobre este asunto del tributo, y Juan testificó acerca de la enseñanza de su Maestro y explicó que Jesús y sus apóstoles pagaban los impuestos tanto al césar como al templo. Cuando Pilatos hubo interrogado a Juan, dijo: "Procura no decirle a nadie que he hablado contigo." Y Juan no reveló nunca este asunto.
1991:2  185:3.2 Pilatos se volvió entonces para hacerle nuevas preguntas a Jesús, diciendo: "Y ahora, en cuanto a la tercera acusación contra ti, ¿eres el rey de los judíos?" Puesto que en la voz de Pilatos había un tono de interrogación posiblemente sincera, Jesús le sonrió al procurador y dijo: "Pilatos, ¿preguntas esto por ti mismo, o coges esta pregunta de esos otros, mis acusadores?" Entonces, el gobernador respondió con un tono parcialmente indignado: "¿Soy yo judío? Tu propio pueblo y los jefes de los sacerdotes te han entregado y me han pedido que te condene a muerte. Pongo en duda la validez de sus acusaciones y sólo intento descubrir por mí mismo qué has hecho. Dime, ¿has dicho que eres el rey de los judíos, y has tratado de fundar un nuevo reino?"
1991:3  185:3.3 Jesús le dijo entonces a Pilatos: "¿No percibes que mi reino no es de este mundo? Si mi reino fuera de este mundo, mis discípulos lucharían con toda seguridad para que yo no fuera entregado a los judíos. Mi presencia aquí delante de ti con estas ataduras es suficiente para mostrar a todos los hombres que mi reino es un dominio espiritual, la fraternidad misma de los hombres que se han vuelto hijos de Dios a través de la fe y por amor. Y esta salvación es tanto para los gentiles como para los judíos."
1991:4  185:3.4 "Entonces, ¿después de todo eres rey?" dijo Pilatos. Y Jesús respondió: "Sí, soy un rey de ese tipo, y mi reino es la familia de los hijos por la fe de mi Padre que está en los cielos. Nací en este mundo con esa finalidad, para mostrar mi Padre a todos los hombres y dar testimonio de la verdad de Dios. E incluso ahora te afirmo que todo el que ama la verdad escucha mi voz."
1991:5  185:3.5 Entonces dijo Pilatos con una mezcla de burla y de sinceridad: "La verdad, ¿cuál es la verdad —quién la conoce?"
1991:6  185:3.6 Pilatos no era capaz de profundizar en las palabras de Jesús ni de comprender la naturaleza de su reino espiritual, pero ahora estaba seguro de que el detenido no había hecho nada que mereciera la muerte. Una mirada a Jesús cara a cara era suficiente para convencer incluso a Pilatos de que este hombre dulce y cansado, pero justo y majestuoso, no era ningún revolucionario salvaje y peligroso que aspirara a establecerse en el trono temporal de Israel. Pilatos creía comprender algo de lo que Jesús había querido decir cuando se llamó a sí mismo rey, porque conocía las enseñanzas de los estoicos que proclamaban que "el hombre sabio es rey". Pilatos estaba enteramente convencido de que en lugar de ser un sedicioso peligroso, Jesús no era ni más ni menos que un visionario inofensivo, un fanático inocente.
1991:7  185:3.7 Después de interrogar al Maestro, Pilatos regresó donde estaban los jefes de los sacerdotes y los acusadores de Jesús, y dijo: "He interrogado a este hombre, y no encuentro ninguna falta en él. No creo que sea culpable de las acusaciones que habéis efectuado contra él; creo que debe ser puesto en libertad." Cuando los judíos escucharon esto, se encolerizaron enormemente, hasta el punto de que gritaron ferozmente que Jesús debía morir; y uno de los sanedristas subió con descaro hasta el lado de Pilatos, diciendo: "Este hombre excita al pueblo, empezando por Galilea y continuando por toda Judea. Causa daño y es un malhechor. Si dejas en libertad a este hombre perverso, lo lamentarás durante mucho tiempo."
1992:1  185:3.8 Pilatos se veía en el apuro de no saber qué hacer con Jesús; por eso, cuando les oyó decir que había empezado su trabajo en Galilea, pensó en esquivar la responsabilidad de resolver el caso, o al menos ganar tiempo para reflexionar, enviando a Jesús a comparecer ante Herodes, que entonces estaba en la ciudad para asistir a la Pascua. Pilatos pensó también que este gesto serviría de antídoto contra algunos sentimientos desagradables que habían existido entre él y Herodes desde hacía algún tiempo, debidos a numerosos malentendidos sobre cuestiones de jurisdicción.
1992:2  185:3.9 Pilatos llamó a los guardias y les dijo: "Este hombre es galileo. Llevadlo inmediatamente ante Herodes, y cuando lo haya interrogado, informadme de sus conclusiones." Y los guardias llevaron a Jesús ante Herodes.

 

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