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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 185

EL JUICIO ANTE PILATOS

 

5. JESÚS VUELVE ANTE PILATOS

1993:1  185:5.1 Cuando los guardias volvieron a traer a Jesús ante Pilatos, éste salió a los escalones del pretorio donde se había colocado su asiento para el juicio, convocó a los principales sacerdotes y a los sanedristas, y les dijo: "Habéis traído a este hombre ante mí acusándolo de que pervierte al pueblo, prohibe el pago de los impuestos y pretende ser el rey de los judíos. Lo he interrogado y no lo he encontrado culpable de esas acusaciones. De hecho, no encuentro ninguna falta en él. Luego lo he enviado a Herodes, y el tetrarca debe haber llegado a la misma conclusión, puesto que nos lo ha enviado de vuelta. Sin duda este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte. Si aún seguís pensando que necesita ser castigado, estoy dispuesto a darle un escarmiento antes de ponerlo en libertad."
1993:2  185:5.2 En el preciso momento en que los judíos se disponían a gritar sus protestas por la liberación de Jesús, una gran muchedumbre se acercó hasta el pretorio para pedirle a Pilatos que soltara a un preso en honor de la fiesta de la Pascua. Desde hacía algún tiempo, los gobernadores romanos habían tenido la costumbre de permitir que la plebe escogiera a un hombre encarcelado o condenado para que fuera indultado en la época de la Pascua. Ahora que este gentío se presentaba ante él para pedirle que liberara a un preso, y puesto que Jesús había gozado tan recientemente de una gran popularidad entre las multitudes, a Pilatos se le ocurrió que quizás podría salir de este apuro proponiéndole a este grupo que, ya que Jesús estaba ahora preso delante de su tribunal, les soltaría a este hombre de Galilea como prueba de la buena voluntad de la Pascua.
1993:3  185:5.3 Mientras la multitud invadía las escaleras del edificio, Pilatos les oyó gritar el nombre de un tal Barrabás. Barrabás era un conocido agitador político y ladrón asesino, hijo de un sacerdote, que había sido capturado recientemente in fraganti robando y asesinando en la carretera de Jericó. Este hombre había sido condenado a muerte y sería ejecutado en cuanto terminaran las fiestas de la Pascua.
1993:4  185:5.4 Pilatos se levantó y explicó a la multitud que Jesús había sido traído ante él por los jefes de los sacerdotes, los cuales querían que fuera condenado a muerte por ciertas acusaciones, y que él no creía que este hombre mereciera la muerte. Pilatos dijo: "¿A quién preferís entonces que os suelte, a ese Barrabás, el asesino, o a este Jesús de Galilea?" Cuando Pilatos hubo dicho esto, los jefes de los sacerdotes y los consejeros del sanedrín exclamaron a voz en grito: "¡Barrabás, Barrabás!" Cuando la gente vio que los jefes de los sacerdotes estaban dispuestos a conseguir la muerte de Jesús, se unieron rápidamente al clamor pidiendo su vida, mientras vociferaban ruidosamente que soltaran a Barrabás.
1993:5  185:5.5 Pocos días antes de esto, la multitud había sentido un respeto reverencial por Jesús, pero la muchedumbre no miraba con respeto a alguien que había pretendido ser el Hijo de Dios y ahora se encontraba preso de los principales sacerdotes y de los dirigentes, con el riesgo de ser condenado a muerte ante el tribunal de Pilatos. Jesús podía ser un héroe a los ojos del pueblo cuando echaba del templo a los cambistas y a los mercaderes, pero no cuando era un preso sin resistencia en manos de sus enemigos y con el riesgo de perder la vida.
1993:6  185:5.6 Pilatos se indignó al ver a los jefes de los sacerdotes pidiendo a voces el indulto de un asesino bien conocido mientras gritaban para conseguir la sangre de Jesús. Vio su maldad y su odio y percibió sus prejuicios y su envidia. Por eso les dijo: "¿Cómo podéis escoger la vida de un asesino, en lugar de preferir la de este hombre cuyo peor crimen consiste en hacerse llamar en sentido figurado el rey de los judíos?" Pero esta declaración que hizo Pilatos no fue sabia. Los judíos eran un pueblo orgulloso, ahora sometido al yugo político romano, pero que esperaban la venida de un Mesías que los liberaría de su esclavitud de los gentiles con una gran exhibición de poder y de gloria. Se sintieron más ofendidos de lo que Pilatos podía suponer, por la insinuación de que este instructor de modales suaves que enseñaba unas doctrinas extrañas, ahora arrestado y acusado de unos delitos que merecían la muerte, pudiera ser considerado como "el rey de los judíos". Contemplaron esta observación como un insulto a todo lo que consideraban sagrado y honorable en su existencia nacional, y por esta razón todos se pusieron a gritar con todas sus fuerzas por la liberación de Barrabás y la muerte de Jesús.
1994:1  185:5.7 Pilatos sabía que Jesús era inocente de las acusaciones presentadas contra él, y si hubiera sido un juez justo y valiente, lo habría absuelto y puesto en libertad. Pero tenía miedo de desafiar a estos judíos encolerizados, y mientras titubeaba en cumplir con su deber, llegó un mensajero y le entregó un mensaje sellado de su mujer, Claudia.
1994:2  185:5.8 Pilatos indicó a los que estaban congregados ante él que deseaba leer la comunicación que acababa de recibir antes de proseguir con el asunto que tenía ante él. Pilatos abrió la carta de su mujer y leyó: "Te ruego que no tengas nada que ver con este hombre justo e inocente a quien llaman Jesús. Esta noche he sufrido mucho en un sueño a causa de él". Esta nota de Claudia no sólo afectó mucho a Pilatos y retrasó así el juicio de este asunto, sino que desgraciadamente también proporcionó a los dirigentes judíos un tiempo considerable para circular libremente entre la multitud e incitar al pueblo a pedir la liberación de Barrabás y a gritar que crucificaran a Jesús.
1994:3  185:5.9 Finalmente, Pilatos se dedicó una vez más a solucionar el problema que tenía delante, preguntándole a la asamblea mixta compuesta por los dirigentes judíos y la multitud que buscaba el indulto: "¿Qué he de hacer con el que llaman el rey de los judíos?" Y todos gritaron al unísono: "¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!" La unanimidad de esta petición por parte de una gente de todo tipo sorprendió y alarmó a Pilatos, el juez injusto y dominado por el miedo.
1994:4  185:5.10 Entonces Pilatos dijo una vez más: "¿Por qué queréis crucificar a este hombre? ¿Qué mal ha hecho? ¿Quién quiere adelantarse para testificar contra él?" Pero cuando escucharon que Pilatos hablaba en defensa de Jesús, se limitaron a gritar aún más: "¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!"
1994:5  185:5.11 Entonces Pilatos recurrió de nuevo a ellos para el asunto relacionado con la liberación del preso de la Pascua, diciendo: "Os pregunto una vez más, ¿cuál de estos presos debo soltaros en estas fechas de vuestra Pascua?" Y el gentío gritó de nuevo: "¡Danos a Barrabás!"
1994:6  185:5.12 Entonces dijo Pilatos: "Si suelto a Barrabás, el asesino, ¿qué he de hacer con Jesús?" Y una vez más la multitud gritó al unísono: "¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!"
1994:7  185:5.13 Pilatos se sintió aterrorizado por el clamor insistente del gentío, que actuaba bajo la dirección inmediata de los jefes de los sacerdotes y los consejeros del sanedrín; sin embargo, decidió hacer al menos una última tentativa por apaciguar a la muchedumbre y salvar a Jesús.

 

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