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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 187

LA CRUCIFIXIÓN

 

3. Los QUE VIERON LA CRUCIFIXIÓN

2008:2  187:3.1 Hacia las nueve y media de este viernes por la mañana, Jesús fue suspendido en la cruz. Antes de las once, más de mil personas se habían reunido para presenciar este espectáculo de la crucifixión del Hijo del Hombre. Durante estas horas espantosas, las huestes invisibles de un universo permanecieron en silencio mientras contemplaban este fenómeno extraordinario en el que el Creador estaba experimentando la muerte de la criatura, incluso la muerte más indigna de un criminal condenado.
2008:3  187:3.2 Las personas que permanecieron cerca de la cruz en un momento u otro de la crucifixión fueron: María, Rut, Judá, Juan, Salomé (la madre de Juan) y un grupo de fervorosas creyentes que incluía a María (la mujer de Clopas y hermana de la madre de Jesús), María Magdalena y Rebeca, que en otro tiempo había vivido en Séforis. Estos y otros amigos de Jesús guardaron silencio mientras presenciaban su gran paciencia y entereza, y contemplaban sus intensos sufrimientos.
2008:4  187:3.3 Muchos de los que pasaban por allí movían la cabeza y se burlaban de él diciendo: "Tú que querías destruir el templo y reconstruirlo en tres días, sálvate a ti mismo. Si eres el Hijo de Dios, ¿por qué no bajas de tu cruz?" De la misma manera, algunos dirigentes judíos se mofaban de él diciendo: "Ha salvado a otros, pero no puede salvarse a sí mismo." Otros decían: "Si eres el rey de los judíos, bájate de la cruz y creeremos en ti." Y más tarde se burlaron aun más de él, diciendo: "Confiaba en que Dios lo liberaría. Incluso pretendía ser el Hijo de Dios —miradlo ahora— crucificado entre dos ladrones." Incluso los dos ladrones también se burlaron de él y lo llenaron de reproches.
2008:5  187:3.4 En vista de que Jesús no quería responder a sus insultos, y puesto que se acercaba la hora del mediodía de este día especial de preparación, la mayor parte de la multitud burlona y bromista se había ido a las once y media; menos de cincuenta personas permanecieron en el lugar. Los soldados se prepararon ahora para comer y beber su vino agrio y barato mientras se instalaban para el largo velatorio. Mientras compartían su vino, brindaron irrisoriamente a la salud de Jesús, diciendo: "¡Salud y buena suerte al rey de los judíos!" Y se quedaron sorprendidos de la mirada tolerante del Maestro ante sus burlas y mofas.
2008:6  187:3.5 Cuando Jesús los vio comer y beber, bajó la mirada hacia ellos y dijo: "Tengo sed." Cuando el capitán de la guardia oyó decir a Jesús "tengo sed", cogió un poco de vino de su botella, puso el tapón esponjoso empapado en la punta de una jabalina y lo levantó hasta Jesús para que pudiera humedecer sus labios resecos.
2008:7  187:3.6 Jesús había decidido vivir sin recurrir a sus poderes sobrenaturales, y del mismo modo escogió morir en la cruz como un mortal común y corriente. Había vivido como un hombre y quería morir como un hombre —haciendo la voluntad del Padre.

 

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