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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 188

EL PERÍODO EN LA TUMBA

 

4. EL SIGNIFICADO DE LA MUERTE EN LA CRUZ

2016:6  188:4.1 Aunque Jesús no sufrió esta muerte en la cruz para expiar la culpabilidad racial del hombre mortal, ni para proporcionar algún tipo de acercamiento eficaz a un Dios por otra parte ofendido e implacable; aunque el Hijo del Hombre no se ofreció como sacrificio para apaciguar la ira de Dios y abrir a los pecadores el camino para obtener la salvación; a pesar de que estas ideas de expiación y de propiciación son erróneas, sin embargo existen unos significados ligados a esta muerte de Jesús en la cruz que no deberían ser pasados por alto. Es un hecho que a Urantia se le conoce, entre los otros planetas vecinos habitados, como "el Mundo de la Cruz".
2016:7  188:4.2 Jesús deseaba vivir en Urantia una vida mortal plena en la carne. La muerte es, generalmente, una parte de la vida. La muerte es el último acto del drama de los mortales. En vuestros esfuerzos bien intencionados por evitar los errores supersticiosos de la falsa interpretación del significado de la muerte en la cruz, deberíais procurar no cometer el grave error de dejar de percibir el verdadero significado y la auténtica importancia de la muerte del Maestro.

2016:8  188:4.3 El hombre mortal nunca ha sido propiedad de los grandes farsantes. Jesús no murió para redimir al hombre de las garras de los gobernantes apóstatas y de los príncipes caídos de las esferas. El Padre que está en los cielos nunca ha concebido una injusticia tan burda como la de condenar al alma de un mortal por las malas acciones de sus antepasados. La muerte del Maestro en la cruz tampoco fue un sacrificio consistente en un esfuerzo por pagarle a Dios una deuda que la raza humana había contraído con él.
2016:9  188:4.4 Antes de que Jesús viviera en la tierra, quizás podíais tener la justificación de creer en un Dios semejante, pero ya no es posible desde que el Maestro vivió y murió entre vuestros semejantes mortales. Moisés enseñó la dignidad y la justicia de un Dios Creador, pero Jesús describió el amor y la misericordia de un Padre celestial.
2016:10  188:4.5 La naturaleza animal —la tendencia a la maldad— puede ser hereditaria, pero el pecado no se transmite de padres a hijos. El pecado es un acto de rebelión consciente y deliberada contra la voluntad del Padre y las leyes de los Hijos, cometido por una criatura volitiva individual.
2017:1  188:4.6 Jesús vivió y murió para un universo entero, y no solamente para las razas de este único mundo. Aunque los mortales de los reinos disponían de la salvación antes incluso de que Jesús viviera y muriera en Urantia, sin embargo es un hecho que su donación en este mundo iluminó enormemente el camino de la salvación; su muerte contribuyó mucho a hacer evidente para siempre la certeza de la supervivencia de los mortales después de la muerte en la carne.
2017:2  188:4.7 Aunque no es muy adecuado hablar de Jesús como de un sacrificador, un rescatador o un redentor, es enteramente correcto referirse a él como un salvador. Hizo que el camino de la salvación (de la supervivencia) fuera para siempre más claro y seguro; el camino de la salvación lo mostró mejor y con más seguridad para todos los mortales de todos los mundos del universo de Nebadon.
2017:3  188:4.8 La idea de Dios como Padre verdadero y amoroso es el único concepto que Jesús enseñó. Una vez que captáis esta idea, debéis, con toda coherencia, abandonar por completo y de manera inmediata todas esas nociones primitivas sobre Dios como monarca ofendido, como soberano severo y todopoderoso, cuyo placer principal consiste en sorprender a sus súbditos obrando mal y en asegurarse de que sean castigados adecuadamente, a menos que otro ser casi igual a él se ofrezca para sufrir por ellos, para morir como un sustituto y en lugar de ellos. Toda la idea de la redención y de la expiación es incompatible con el concepto de Dios tal como fue enseñado y ejemplificado por Jesús de Nazaret. El amor infinito de Dios ocupa el primer lugar en la naturaleza divina.
2017:4  188:4.9 Todo este concepto de la expiación y de la salvación a través del sacrificio está arraigado y apoyado en el egoísmo. Jesús enseñó que el servicio al prójimo es el concepto más elevado de la fraternidad de los creyentes en el espíritu. La salvación deben darla por sentada aquellos que creen en la paternidad de Dios. La preocupación principal del creyente no debería ser el deseo egoísta de la salvación personal, sino más bien el impulso desinteresado de amar a los semejantes, y por tanto de servirlos tal como Jesús amó y sirvió a los hombres mortales.
2017:5  188:4.10 Los creyentes auténticos tampoco se inquietan mucho por el castigo futuro de los pecados. El verdadero creyente sólo se preocupa por su separación actual de Dios. Es verdad que los padres sabios pueden castigar a sus hijos, pero lo hacen por amor y con una finalidad correctiva. No disciplinan llenos de indignación, ni tampoco castigan como represalia.
2017:6  188:4.11 Aunque Dios fuera el monarca severo y legal de un universo en el que la justicia reinara de manera suprema, sin duda no estaría satisfecho con el plan infantil de sustituir a un ofensor culpable por una víctima inocente.
2017:7  188:4.12 Lo importante de la muerte de Jesús, tal como está relacionada con el enriquecimiento de la experiencia humana y la ampliación del camino de la salvación, no es el hecho de su muerte, sino más bien la manera magnífica y el espíritu incomparable con que se enfrentó a la muerte.
2017:8  188:4.13 Toda esta idea de la redención de la expiación sitúa a la salvación en un plano de irrealidad; un concepto así es puramente filosófico. La salvación humana es real; está basada en dos realidades que las criaturas pueden captar por la fe e incorporarlas de este modo en la experiencia individual humana: el hecho de la paternidad de Dios y su verdad correlacionada, la fraternidad de los hombres. Después de todo, es verdad que se os "perdonarán vuestras deudas, así como vosotros perdonáis a vuestros deudores". "forgiven your debts, even as you forgive your debtors."

 


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