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El libro de Urantia
Edición1999

ESCRITO 188

EL PERÍODO EN LA TUMBA

 

5. LAS LECCIONES DE LA CRUZ

2017:9  188:5.1 La cruz de Jesús representa la medida total de la devoción suprema del verdadero pastor hacia aquellos miembros de su rebaño que incluso no se la merecen. Todas las relaciones entre Dios y el hombre las sitúa para siempre sobre la base de la familia. Dios es el Padre; el hombre es su hijo. El amor, el amor de un padre por su hijo, se convierte en la verdad central de las relaciones entre el Creador y la criatura en el universo —y no la justicia de un rey que busca su satisfacción en los sufrimientos y el castigo de sus súbditos malvados.
2018:1  188:5.2 La cruz muestra para siempre que la actitud de Jesús hacia los pecadores no era ni una condena ni una remisión, sino más bien una salvación amorosa y eterna. Jesús es en verdad un salvador, en el sentido de que su vida y su muerte atraen a los hombres hacia la bondad y hacia una justa supervivencia. Jesús ama tanto a los hombres que su amor despierta una respuesta de amor en el corazón humano. El amor es realmente contagioso y eternamente creativo. La muerte de Jesús en la cruz ejemplifica un amor que es lo suficientemente fuerte y divino como para perdonar el pecado y absorber toda maldad. Jesús reveló a este mundo una calidad de rectitud superior a la justicia —el simple concepto técnico del bien y del mal. El amor divino no se limita a perdonar las ofensas; las absorbe y las destruye realmente. El perdón del amor trasciende totalmente el perdón de la misericordia. La misericordia pone a un lado la culpabilidad del mal; pero el amor destruye para siempre el pecado y todas las debilidades que resultan de él. Jesús trajo a Urantia una nueva manera de vivir. Nos enseñó que no resistiéramos al mal, sino que encontráramos a través de él, de Jesús, una bondad que destruye eficazmente el mal. El perdón de Jesús no es una remisión; es una salvación de la condenación. La salvación no menosprecia las ofensas; las enmienda. El verdadero amor no transige con el odio ni lo perdona, lo destruye. El amor de Jesús nunca se siente satisfecho con el simple perdón. El amor del Maestro implica la rehabilitación, la supervivencia eterna. Es perfectamente correcto hablar de la salvación como de una redención, si con ello os referís a esta rehabilitación eterna.
2018:2  188:5.3 Con el poder de su amor personal por los hombres, Jesús pudo romper la influencia del pecado y del mal. De este modo liberó a los hombres para que escogieran mejores maneras de vivir. Jesús describió una liberación del pasado que prometía en sí misma un triunfo para el futuro. El perdón proporcionaba así la salvación. Cuando el amor divino ha sido aceptado plenamente en el corazón humano, su belleza destruye para siempre el encanto del pecado y el poder del mal.

2018:3  188:5.4 Los sufrimientos de Jesús no se limitaron a la crucifixión. En realidad, Jesús de Nazaret pasó más de veinticinco años en la cruz de una existencia humana real e intensa. El verdadero valor de la cruz consiste en el hecho de que fue la expresión suprema y final de su amor, la revelación culminante de su misericordia.

2018:4  188:5.5 En millones de mundos habitados, decenas de billones de criaturas evolutivas que podían haber tenido la tentación de renunciar a la lucha moral y de abandonar el buen combate de la fe, han mirado una vez más a Jesús en la cruz, y luego han continuado avanzando hacia adelante, inspirados por el espectáculo de un Dios que entrega su vida encarnada por devoción al servicio desinteresado de los hombres.
2018:5  188:5.6 Todo el triunfo de la muerte en la cruz está resumido en el espíritu de la actitud de Jesús hacia sus agresores. Convirtió la cruz en un símbolo eterno del triunfo del amor sobre el odio y de la victoria de la verdad sobre el mal, cuando oró: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen." Esta devoción amorosa fue contagiosa en todo un inmenso universo; los discípulos se contagiaron de su Maestro. El primer instructor de su evangelio que fue llamado a entregar su vida en este servicio, dijo, mientras lo lapidaban a muerte: "No los acuses de este pecado."
2018:6  188:5.7 La cruz hace un llamamiento supremo a lo mejor que hay en el hombre, porque nos revela a aquél que estuvo dispuesto a entregar su vida al servicio de sus semejantes. Nadie puede tener un amor más grande que éste: el de estar dispuesto a dar su vida por sus amigos —y Jesús tenía tal amor, que estaba dispuesto a dar su vida por sus enemigos, un amor más grande que cualquier otro que se hubiera conocido hasta ese momento en la tierra.
2019:1  188:5.8 En otros mundos, así como en Urantia, este sublime espectáculo de la muerte del Jesús humano en la cruz del Gólgota ha conmovido las emociones de los mortales, mientras que ha despertado la más alta devoción de los ángeles.

2019:2  188:5.9 La cruz es el símbolo superior del servicio sagrado, la consagración de vuestra vida al bienestar y la salvación de vuestros semejantes. La cruz no es el símbolo del sacrificio del Hijo inocente de Dios que se pone en el lugar de los pecadores culpables a fin de apaciguar la ira de un Dios ofendido. Pero sí se alza para siempre, en la tierra y en todo un inmenso universo, como un símbolo sagrado de los buenos dándose a los malos, salvándolos así mediante esta devoción misma de amor. La cruz sí se alza como la prueba de la forma más elevada de servicio desinteresado, la devoción suprema de la plena donación de una vida recta al servicio de un ministerio incondicional, incluso en la muerte, la muerte en la cruz. La sola visión de este gran símbolo de la vida de donación de Jesús nos inspira realmente a todos a querer hacer lo mismo.
2019:3  188:5.10 Cuando los hombres y las mujeres inteligentes contemplan a Jesús ofreciendo su vida en la cruz, difícilmente se atreverán a quejarse de nuevo ni siquiera de las penalidades más duras de la vida, y mucho menos de las pequeñas incomodidades y sus muchas molestias puramente ficticias. Su vida fue tan gloriosa y su muerte tan triunfal, que todos nos sentimos atraídos a querer compartir las dos. Toda la donación de Miguel posee un verdadero poder de atracción, desde la época de su juventud hasta este espectáculo sobrecogedor de su muerte en la cruz.
2019:4  188:5.11 Aseguraos, pues, de que cuando contempléis la cruz como una revelación de Dios, no la miréis con los ojos del hombre primitivo ni desde el punto de vista de los bárbaros posteriores, pues ambos consideraban a Dios como un Soberano implacable de justicia severa que aplicaba la ley con rigidez. Aseguraos más bien de que veis en la cruz la manifestación final del amor y de la devoción de Jesús a la misión de donación de su vida sobre las razas mortales de su inmenso universo. Ved en la muerte del Hijo del Hombre la culminación de la manifestación del amor divino del Padre por sus hijos de las esferas donde viven los mortales. La cruz representa así la devoción de un afecto complaciente y la donación de la salvación voluntaria a aquellos que están dispuestos a recibir estos dones y esta devoción. En la cruz no hubo nada que el Padre exigiera —sino únicamente lo que Jesús dio tan gustosamente y que rehusó evitar.

2019:5  188:5.12 Si el hombre no puede apreciar a Jesús de otra manera ni entender el significado de su donación en la tierra, al menos puede comprender que fue compañero suyo en sus sufrimientos humanos. Nadie puede temer nunca que el Creador no conozca la naturaleza o el grado de sus aflicciones temporales.
2019:6  188:5.13 Sabemos que la muerte en la cruz no sirvió para reconciliar al hombre con Dios, sino para estimular en el hombre la comprensión del amor eterno del Padre y de la misericordia sin fin de su Hijo, y para difundir estas verdades universales a un universo entero.


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