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El libro de Urantia
Edición 1999

ESCRITO 191

LAS APARICIONES A Los APÓSTOLES
Y A OTROS DISCÍPULos PRINCIPALES

2037:1  191:0.1 EL DOMINGO DE la resurrección fue un día terrible en la vida de los apóstoles; diez de ellos pasaron la mayor parte del día en la habitación de arriba detrás de las puertas atrancadas. Podían haber huido de Jerusalén, pero tenían miedo de ser arrestados por los agentes del sanedrín si los encontraban en la calle. Tomás rumiaba a solas sus problemas en Betfagé. Hubiera hecho mejor permaneciendo con sus compañeros apóstoles, y los hubiera ayudado a dirigir sus discusiones por unas vías más provechosas.
2037:2  191:0.2 A lo largo de todo el día, Juan sostuvo la idea de que Jesús había resucitado de entre los muertos. Recordó que en no menos de cinco ocasiones diferentes el Maestro había afirmado que resucitaría de nuevo, y que al menos tres veces había aludido al tercer día. La actitud de Juan tenía una influencia considerable sobre ellos, especialmente sobre su hermano Santiago y sobre Natanael. Juan los habría influído aún más si no hubiera sido el miembro más joven del grupo.
2037:3  191:0.3 Los problemas de los apóstoles estaban muy relacionados con su aislamiento. Juan Marcos los mantenía al corriente de lo que sucedía alrededor del templo y les informaba de los numerosos rumores que se difundían por la ciudad, pero no se le ocurrió recoger las noticias de los diferentes grupos de creyentes a los que Jesús ya se había aparecido. Este era el tipo de servicio que habían prestado hasta ahora los mensajeros de David, pero todos estaban ausentes realizando su última misión como anunciadores de la resurrección a los grupos de creyentes que vivían lejos de Jerusalén. Por primera vez en todos estos años, los apóstoles se dieron cuenta de cuánto habían dependido de los mensajeros de David para recibir su información diaria sobre los asuntos del reino.
2037:4  191:0.4 Como ya era típico en él, Pedro vaciló emocionalmente todo el día entre la fe y la duda con respecto a la resurrección del Maestro. Pedro no podía olvidar la visión de los lienzos fúnebres que yacían allí en la tumba como si el cuerpo de Jesús se hubiera evaporado desde dentro. "Pero", razonaba Pedro, "si ha resucitado y puede mostrarse a las mujeres, ¿por qué no se muestra a nosotros, sus apóstoles?" Pedro se entristecía cuando pensaba que Jesús quizás no venía hacia ellos a causa de su presencia entre los apóstoles, porque lo había negado aquella noche en el patio de Anás. Luego se animaba con el mensaje que habían traído las mujeres: "Id a decir a mis apóstoles —y a Pedro". Pero estimularse con este mensaje implicaba que tenía que creer que las mujeres habían visto y oído realmente al Maestro resucitado. Pedro alternó así entre la fe y la duda durante todo el día, hasta poco después de las ocho, en que se atrevió a salir al patio. Pedro pensaba alejarse de los apóstoles para no impedir que Jesús viniera hasta ellos porque él había negado al Maestro.
2037:5  191:0.5 Santiago Zebedeo defendió al principio que todos debían ir a la tumba; estaba firmemente a favor de hacer algo para llegar hasta el fondo del misterio. Fue Natanael el que les impidió que se mostraran en público a consecuencia de los argumentos de Santiago, y lo hizo recordándoles la advertencia de Jesús de que no arriesgaran indebidamente sus vidas en estos momentos. Hacia el mediodía, Santiago se había calmado como los demás y permanecieron en una espera vigilante. Habló poco; estaba enormemente desilusionado porque Jesús no se les aparecía, y no sabía nada de las numerosas apariciones del Maestro a otros grupos y a otras personas.
2038:1  191:0.6 Andrés escuchó mucho este día. Estaba extremadamente perplejo por la situación y tenía más dudas de las que le correspondían, pero al menos disfrutaba de cierta sensación de libertad al no tener la responsabilidad de dirigir a los demás apóstoles. En verdad estaba agradecido al Maestro por haberle liberado de las cargas de la jefatura antes de que empezaran a vivir estas horas de confusión.
2038:2  191:0.7 Más de una vez durante las largas horas agotadoras de este día trágico, la única influencia que sostuvo al grupo fue la frecuente contribución de los consejos filosóficos característicos de Natanael. Él fue realmente la influencia que controló a los diez durante todo el día. Ni una sola vez expresó si creía o no en la resurrección del Maestro. Pero a medida que pasaba el día, se sintió cada vez más inclinado a creer que Jesús había cumplido su promesa de resucitar.
2038:3  191:0.8 Simón Celotes estaba demasiado abrumado como para participar en las discusiones. La mayor parte del tiempo permaneció recostado en un diván en un rincón de la habitación, mirando a la pared; no llegó a hablar media docena de veces en todo el día. Su concepto del reino se había derrumbado, y no lograba discernir que la resurrección del Maestro podía cambiar materialmente la situación. Su decepción era muy personal y demasiado aguda como para que pudiera reponerse a corto plazo, ni siquiera ante un hecho tan tremendo como la resurrección.
2038:4  191:0.9 Aunque parezca extraño, Felipe, que habitualmente se expresaba poco, habló mucho durante toda la tarde de este día. Por la mañana tuvo poco que decir, pero se pasó toda la tarde haciendo preguntas a los demás apóstoles. Pedro se irritó a menudo con las preguntas de Felipe, pero los demás se las tomaron con buena disposición. Felipe deseaba saber en particular, en el caso de que Jesús hubiera resucitado realmente de la tumba, si su cuerpo tendría las marcas físicas de la crucifixión.
2038:5  191:0.10 Mateo estaba sumamente confundido; escuchó las discusiones de sus compañeros, pero pasó la mayor parte del tiempo dándole vueltas en la cabeza al problema de las finanzas futuras del grupo. Independientemente de la supuesta resurrección de Jesús, Judas ya no estaba, David le había entregado los fondos sin ceremonias, y no tenían un jefe con autoridad. Antes de que Mateo llegara a considerar seriamente los argumentos de los demás sobre la resurrección, ya había visto al Maestro cara a cara.
2038:6  191:0.11 Los gemelos Alfeo participaron poco en estos importantes debates; estaban plenamente ocupados en sus trabajos habituales. Uno de ellos expresó la actitud de los dos cuando dijo, en respuesta a una pregunta de Felipe: "No comprendemos esto de la resurrección, pero nuestra madre dice que ha hablado con el Maestro, y nosotros la creemos."
2038:7  191:0.12 Tomás se encontraba en medio de uno de sus típicos períodos de depresión desesperante. Durmió una parte del día y se paseó por las colinas el resto del tiempo. Sentía el impulso de reunirse con sus compañeros apóstoles, pero el deseo de estar solo era más fuerte.
2038:8  191:0.13 El Maestro aplazó su primera aparición morontial a los apóstoles por varias razones. En primer lugar, después de que oyeran hablar de su resurrección, quería que tuvieran tiempo para reflexionar bien sobre lo que les había dicho acerca de su muerte y de su resurrección cuando aún estaba con ellos en la carne. El Maestro quería que Pedro venciera algunas de sus dificultades particulares antes de manifestarse a todos ellos. En segundo lugar, deseaba que Tomás estuviera con ellos en el momento de su primera aparición. Juan Marcos localizó a Tomás en la casa de Simón en Betfagé este domingo por la mañana temprano, e informó de ello a los apóstoles alrededor de las once. Tomás hubiera regresado con ellos en cualquier momento de este día si Natanael u otros dos apóstoles cualquiera hubieran ido a buscarlo. Tenía realmente el deseo de volver, pero como los había dejado la noche anterior de la manera que lo había hecho, era demasiado orgulloso como para regresar tan pronto por su propia cuenta. Al día siguiente estaba tan deprimido que necesitó casi una semana para decidirse a regresar. Los apóstoles le esperaban, y él esperaba que sus hermanos fueran a buscarlo para pedirle que volviera con ellos. Tomás permaneció así alejado de sus compañeros hasta el sábado siguiente por la noche cuando, después del anochecer, Pedro y Juan fueron a Betfagé y lo trajeron de vuelta con ellos. Ésta es también la razón por la que no partieron inmediatamente para Galilea después de que Jesús se les apareciera por primera vez; no querían irse sin Tomás.

 

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