ÍNDICEEl libro de Urantia Edición1999
ESCRITO 194 LA DONACIÓN DEL ESPÍRITU DE LA VERDAD
2060:1 194:1.1 Los apóstoles habían estado escondidos durante cuarenta días. Este día resultó ser la fiesta judía de Pentecostés, y miles de visitantes de todas las partes del mundo se encontraban en Jerusalén. Muchos habían llegado para esta fiesta, pero la mayoría había permanecido en la ciudad desde la Pascua. Ahora, estos apóstoles asustados surgían de sus semanas de reclusión para aparecer audazmente en el templo, donde empezaron a predicar el nuevo mensaje de un Mesías resucitado. Y todos los discípulos eran igualmente conscientes de haber recibido una nueva dotación espiritual de perspicacia y de poder.
2060:2 194:1.2 Eran alrededor de las dos cuando Pedro se levantó en el mismo lugar donde su Maestro había enseñado por última vez en este templo, y pronunció el llamamiento apasionado que consiguió ganar a más de dos mil almas. El Maestro se había ido, pero ellos descubrieron repentinamente que esta historia acerca de él ejercía un gran poder sobre el pueblo. No es de extrañar que se sintieran inducidos a continuar proclamando lo que justificaba su anterior devoción a Jesús y que, al mismo tiempo, tanto constreñía a los hombres a creer en él. Seis apóstoles participaron en esta reunión: Pedro, Andrés, Santiago, Juan, Felipe y Mateo. Hablaron durante más de hora y media, y expresaron sus mensajes en griego, hebreo y arameo, diciendo incluso algunas palabras en otras lenguas que conocían un poco.
2060:3 194:1.3 Los dirigentes de los judíos se quedaron asombrados de la audacia de los apóstoles, pero tuvieron miedo de molestarlos a causa de la gran cantidad de gente que creía en su relato.
2060:4 194:1.4 Hacia las cuatro y media, más de dos mil nuevos creyentes siguieron a los apóstoles hasta el estanque de Siloé, donde Pedro, Andrés, Santiago y Juan los bautizaron en nombre del Maestro. Ya era de noche cuando terminaron de bautizar a la multitud.
2060:5 194:1.5 Pentecostés era la gran fiesta del bautismo, el momento en que se aceptaban como miembros a los prosélitos del exterior, a aquellos gentiles que deseaban servir a Yahvé. Por consiguiente, para gran cantidad de judíos y de gentiles creyentes, era mucho más fácil someterse al bautismo en este día. Al hacer esto, no se separaban de ninguna manera de la fe judía. Incluso durante algún tiempo después de esto, los creyentes en Jesús fueron una secta dentro del judaísmo. Todos ellos, incluídos los apóstoles, seguían siendo leales a las exigencias esenciales del sistema ceremonial judío.