El Libro de Urantia
TEXTO COMPLETO

Un estudio del
universo maestro

ESTUDIO AVANZADO



Escrito por Larry Mullins con la colaboración del Rev. Dr. Meredith Sprunger;
traducción y adaptation del Rev. Dr. Ángel F. Sanchez-Escobar





 

Capítulo I

"¡Desde luego que si esto no es una exacta
descripción de la realidad, así es como debería  ser!" 

           EN DICIEMBRE DE 1955, el reverendo Brueske, pastor de la Zion United Church of Christ de South Bend, Indiana, entregó al  reverendo Meredith J. Sprunger un voluminoso libro que acababa de publicarse ese año: The Urantia Book. Aquel libro impresionaba por su tamaño. Tras sus pastas de un intenso color azul había 2.000 páginas y un millón de palabras.

            "El juez Hammerschmidt me dio el libro", dijo Brueske. "Algunos empresarios creen que es una nueva Biblia." Su esposa y él sonreían mientras Meredith sujetaba el gran volumen entre sus manos y lo abría. Meredith dio un vistazo al índice. Los supuestos autores de los 196 escritos incluidos en el libro eran un reto a la credulidad incluso más que los títulos de éstos. El segundo escrito se titulaba "La naturaleza de Dios", por un "Consejero Divino"; otro, "El universo de los universos" por un "Perfeccionador de la Sabiduría", otro más, "Los seres personales del Gran Universo", al parecer escrito por un "Mensajero Poderoso". Con aquello bastaba para dejar de interesarle y encontrarlo, además, absurdo.

            Sprunger leyó a Irene, su esposa, que estaba sentada al lado de él, algunos de los títulos, y todos esbozaron una leve sonrisa ante la ingenuidad del juez Hammerschmidt. Finalmente cerraron el libro. Sin embargo, los dos ministros y sus esposas sentían un profundo respeto hacia Hammerschmidt por su contribuciones a la Zion Church. Era una persona muy estimada dentro de la Church of Christ. El juez había desempeñado un papel fundamental en la  construcción del Hospital Infantil de South Bend e incluso había donado una capilla a Elmhurst College. Pero, pesar de todo, no había otra manera de ponerlo, The Urantia Book debía ser alguna forma de engaño. Sprunger puso el libro a un lado, y dio por sentado que aquel día de 1955 sería la última ojeada que le daría, pero se equivocaba.

            Un mes más tarde, Sprunger, que era vicepresidente de la Junta de la Conferencia Indiana-Michigan, fue a recoger al juez Hammerschmidt para llevarlo a una reunión del consejo que tenía lugar en Jackson, Michigan. Durante las dos horas y media que duró el viaje, éste le comentó de forma cautelosa la investigación que había estado llevando a cabo sobre el fenómeno del espiritismo. 

            Hammerschmidt había perdido a su esposa hacía una década y había recurrido a la práctica del espiritismo, pero no estaba demasiado impresionado con lo que había descubierto. Al ver que a Sprunger no le inquietaba hablar del tema, el juez directamente le dijo: "Tengo un libro que me gustaría que leyera y me diera su opinión." Sprunger mantuvo la mirada fija en la carretera y en el crudo día de enero reflejado en el paisaje delante de él. Se imaginaba lo que vendría a continuación, pero sin querer herirle le dijo: "Está bien, juez, mándemelo."

            En una semana le llegó un paquete con The Urantia Book. En los meses que siguieron, Sprunger leyó algunos de los pasajes de la voluminosa obra, formándose una opinión rápida de los escritos que contenía y llegando a creer que los esotéricos nombres que allí aparecían eran alguna forma de teosofía. De todos modos, aquel año se llevó el libro con él a sus vacaciones para leerlo, pero encontró otras cosas más interesantes que hacer y no le prestó demasiada atención.

            En septiembre de 1956 solo lo había leído muy por encima; sin embargo, al darse cuenta de que al mes siguiente se reuniría con el juez, se vio en la necesidad de prestarle algo más de atención para poder salir del paso de alguna manera. Así pues, decidió leer un pequeño grupo de escritos y decirle con franqueza al juez lo que pensaba de ellos. Sprunger empezó de nuevo a examinar el índice. Al hacerlo, recordó que había una gran sección dedicada  a "La vida y enseñanzas de Jesús de Nazaret", que por su formación académica le sería fácil analizar. Él ya había leído publicaciones parecidas como El Evangelio de Acuario, que narraba igualmente los primeros años de vida de Jesús, pero las historias apócrifas de Jesús modelando pequeños pájaros de barro para darles después vida no le parecían muy verosímiles. Comenzó, entonces, a leer el relato de la vida de Jesús, aunque sin encontrar lo que esperaba, ya que, poco a poco, aquella lectura le cautivó porque sonaba a verdad, a historia auténtica. Y a medida que leía la vida de Juan el Bautista y la comparaba con la del Nuevo Testamento más sorprendido se quedaba. Hasta echó algunas lágrimas ante el retrato tan real de la vida del Maestro. Al terminar el último de los escritos de la Parte IV, "La fe de Jesús", y cerrar el libro, se dio cuenta de que estaban en armonía con los hechos narrados en el Nuevo Testamento. Llegó incluso a creer que lo que tenía ante sí no era sino la más profunda e inspiradora vida y enseñanzas de Jesús jamás antes publicada.

            Debido a aquella inesperada elevada calidad de las 700 páginas de la Parte IV, Sprunger se sintió impulsado a leer el resto del libro, desde el Prólogo. Cuando terminó, se dio cuenta de que los escritos de Urantia en su globalidad conformaban la imagen más completa e integradora de la ciencia, de la filosofía y de la religión que él había leído. De repente, toda su formación anterior se reorganizó y modeló con aquellas nuevas nociones en una síntesis mental grandiosa, sorprendente e innovadora. Aquello significaba para él un nuevo paradigma de la realidad que le llevó a concluir: "¡Desde luego que si esto no es una exacta descripción de la realidad, así es como debería ser!" 

            Sprunger se puso en contacto con Hammerschmidt para saber cómo había conseguido aquel libro. El juez, que se alegró mucho al ver su interés, le dijo que a través de un amigo suyo llamado W.H. Harrah, un próspero hombre de negocios cofundador de la National Standard Company. Harrah era miembro de un grupo que se había formado en Chicago y que, de alguna manera, había conseguido el libro al principio. Organizaron un almuerzo y allí éste le explicó que el responsable del grupo que lo había publicado se llamaba William S. Sadler. Sprunger se sorprendió ya que conocía al Dr. Sadler por su reputación. Sadler había estudiado en el extranjero con Freud y Jung, y se le había considerado como el "padre de la psiquiatría americana". Sadler era profesor universitario y prolífico escritor. Además, Meredith tenía amigos que habían hecho con él un curso de asesoramiento pastoral en el McCormick Theological Seminary.

            Harrah, que quería obsequiar ejemplares de The Urantia Book a algunos de los ministros compañeros de Sprunger de The United Church of Christ, extendió un cheque con la suficiente cantidad para pagar una docena de libros y se lo dio. Más tarde, Sprunger entregó a doce de éstos un ejemplar del libro. Con la excepción de uno de estos jóvenes ministros, que reconoció no haberlo leído, los demás se quedaron tan impresionados con su lectura como el mismo Sprunger.

            Cuando Sprunger reveló lo poco que sabía de los orígenes del libro a partir de Harrah, el grupo de ministros, en un intento por averiguar la autenticidad histórica de los acontecimientos que llevaron a éste, inició un riguroso estudio del libro y un análisis de las publicaciones de Sadler. Una de éstas, The Mind at Mischief. Tricks and Deceptions of the Subconscious and How to Cope with Them [4] (1929), les iba a proporcionar algunos datos relevantes para su investigación.

The Mind at Mischief

            Es interesante observar que de toda su importante y extensa producción escrita el Dr. Sadler sólo menciona en una de las ediciones de este libro, la de 1929,  el proceso que desembocaría en la materialización de los escritos de Urantia. Sadler eliminaría ese comentario en ediciones posteriores.

En el momento de escribir The Mind at Mischief, se conocía a Sadler como uno de los principales desenmascaradores de los fenómenos paranormales. En este libro se desacreditan esos supuestos mensajes del mundo espiritual como productos de la conciencia marginal del ser humano. En el Prólogo del libro, Robert H. Gault, Doctor y Catedrático de Psicología en Northwestern University dice:

   Hoy en día los psiquiatras afirman que en el fondo de nuestra personalidad existen pozos de memoria en estado latente que pueden dar una total explicación de los fenómenos relacionados con los sueños, con la escritura automática, con las comunicaciones espiritistas y de muchos otros fenómenos que tienen que ver con la histeria, la disociación y otros estados síquicos anormales [5] .

            En su libro, Sadler, basándose en su experiencia, clasifica todos esos  fenómenos paranormales en tres categorías:

§         Autoengaño. 

§         Enfermedad de tipo emocional. 

§         Fraude. 

Para demostrarlo, Sadler expone el historial clínico de los muchos casos investigados. Sin embargo, el grupo de ministros encontró una especie de contradicción en su firme posición profesional: 

   Quizás se deba modificar esta afirmación y añadir que existen posiblemente una o dos excepciones a esta clasificación general de los llamados médiums y personas con facultades paranormales. Hace muchos años estuve al corriente de un fenómeno de este tipo de carácter muy extraordinario, que tuve el privilegio de observar de forma periódica desde ese momento, y del que espero algún día dar una información más completa por lo singular del caso. Pero me adelanto a decir que en ninguna de mis observaciones de esta persona ni de las peculiares experiencias relacionadas realizadas durante la noche hubo nada que indicara que se tratara de espiritismo. De hecho, en los contactos de esta persona con las supuestas fuerzas dominantes en esos momentos, sean cuales fuesen, éstas se mostraban de una manera radical contrarias y en desacuerdo con aquellas creencias basadas en la idea de que los seres fallecidos volvían para participar en los asuntos del mundo de los vivos [6] .

            Una nota al pie de página llevó a éstos a un apéndice al final del libro, donde descubrieron que, efectivamente, Sadler se desdecía de sus anteriores opiniones. Allí Sadler menciona dos casos, aunque solamente había podido estudiar uno de ellos en profundidad:

La [...] excepción tiene que ver con un caso peculiar de fenómeno psíquico que me encuentro incapaz de clasificar y que me gustaría mucho relatar de forma completa. Si bien, esto no es posible debido a una promesa que no puedo violar. Dicho de otro modo, he prometido no publicar nada sobre este caso durante la vida de esta persona. Por las características tan interesantes que presenta, espero algún día pues informar sobre éste de manera más extensa.  Tuve el primer contacto con este caso el verano de 1911, y ha estado bajo mi observación más o menos desde entonces. He estado presente probablemente en 250 sesiones nocturnas, en muchas de las cuales me hice acompañar de un estenógrafo que tomó una gran cantidad de notas [7] .     

            Hoy en día, a muchos lectores de The Urantia Book, este pasaje les resulta bastante familiar; no era así en los setenta y ochenta. Recuerdo que lo descubrí por primera vez en 1975, en casa de Berkeley Elliott, de Oklahoma City. Berkeley, lector  del libro casi desde su publicación y buen amigo de Bill Sadler, el hijo del Dr. Sadler, que al final de los cincuenta y principio de los sesenta visitaba a menudo al grupo de Oklahoma [8] . Todo sucedió cuando, recordando las palabras de Clyde Bedel sobre el mencionado apéndice y el "sujeto dormido", saqué de la estantería de Berkeley The Mind at Mischief y comencé a leer aquellas palabras de Sadler. Tengo que decir que los vellos se me pusieron de punta. Era raro, en aquellos días, ver nada así, ya que aquella información se consideraba secreta, sólo accesible a unos pocos.

            En al apéndice, Sadler, describiendo estos primeros contactos dice:

   Un estudio completo de este caso me ha convencido de que no se trata de un trance ordinario. El sueño, aunque muy profundo, parece ser bastante natural, y hasta ahora nunca hemos podido despertar al sujeto cuando se encontraba en este estado; pero el cuerpo nunca está rígido, y el ritmo cardíaco no se ve alterado; la respiración a veces se interrumpe de forma marcada. Este hombre está totalmente inconsciente, completamente ajeno a lo que ocurre a su alrededor, y, a menos que, con posterioridad, se le comente algo al respecto, nunca sabe que se le ha usado como medio de comunicación en las idas y venidas de supuestos seres personales extraplanetarios. De hecho, es más o menos indiferente a todo lo que sucede, y demuestra una sorprendente falta de interés en lo que de vez en cuando le sucede [9] .    

El párrafo más impactante sigue:

   Estas visitas nocturnas no son de ninguna manera como las sesiones de espiritismo. En ningún momento, durante los dieciocho años de observación, se ha dado comunicación con ningún ser que pretenda ser el espíritu de un ser humano fallecido. Las comunicaciones que se han escrito, o que hemos tenido la oportunidad de oír, tienen origen en un inmenso orden de supuestos seres que afirman venir de otros planetas para visitar este mundo y hacer aquí una parada para el estudio y la observación cuando van en la ruta de un universo a otro o de un planeta a otro. Estas comunicaciones además provenían de supuestos seres espirituales que afirmaban haber sido destinados a este planeta para realizar diversos tipos de tareas [10] .

Sadler llega a admitir que no le ha sido posible encontrar la fuente psíquica, o inconsciente, de la información que se desvelaba. Aquel caso le resultaba desconcertante.

   Dieciocho años de estudio y de meticulosa investigación no han podido dar cuenta del origen psíquico de los mensajes. Me encuentro en este momento donde me encontraba cuando empecé. El psicoanálisis, el hipnotismo, un detenido análisis comparativo, se muestran incapaces de demostrar que los mensajes escritos y orales de esta persona tienen origen en su propia mente. Mucho del material obtenido a través del sujeto es muy contrario a sus propia forma de pensar, a la manera en la que se ha educado y a su filosofía de vida. De hecho, de mucho de lo que hemos obtenido no hemos encontrado nada que exista que tenga la misma naturaleza. Su contenido filosófico es bastante nuevo, y no hemos podido encontrar la expresión humana de mucho de éste [11]

            Es de notar la distancia científica con la que Sadler se refiere a este caso. Todavía en 1929, parecía seguir intentando encontrar una explicación verosímil al fenómeno.

   A pesar de que me gustaría mucho informar de los detalles de este caso, no estoy en posición en este momento de hacerlo. Solo puedo decir que en todos estos años de observación toda la información que se nos ha comunicado de esta manera es coherente consigo misma. Aunque hay una considerable diferencia en la cualidad de las comunicaciones, esto parece tener su razón de ser en el grado de desarrollo del orden de los seres que realizan las comunicaciones. Su filosofía tiene coherencia. Es esencialmente cristiana y está, en general, totalmente en armonía con los hechos y verdades científicas conocidas en esta era. De hecho, el caso es tan poco común y tan extraordinario que de forma inmediata se coloca, de acuerdo con mi experiencia, en un clase aparte, una clase que se resiste a ser catalogado de origen auto-psíquico. Nuestras investigaciones continúan y, como he dado a entender, espero en un futuro próximo conseguir permiso y ofrecer una información más completa de los fenómenos vinculados con este interesante caso [12] .

Tras encontrar estos detalles, estaba claro cuál iba a ser el siguiente paso del equipo de ministros en su investigación: Irían a Chicago y a conocer personalmente al Dr. William S. Sadler y tratar de los orígenes de los escritos de Urantia. Este importante encuentro tuvo lugar el 7 de mayo de 1958.

Ilustración: Foto antigua de la casa del Dr. S. Sadler en el nº 533 de Diversey Parkway, Chicago, Illinois.