Capítulo II
Chicago y el Dr. Sadler
En la
reunión que tuvo lugar el 7 de mayo de 1958, los protagonistas principales
fueron William S. Sadler y Meredith J. Sprunger. Es importante, para
situar al lector en la inmensa trascendencia de este encuentro, añadir
algo acerca de la formación de uno y otro. Eran personas excepcionales.
Sadler, aunque cordial y afable, era una persona llena de energía y
de un carácter dominante. Cuando se reunió con Sprunger y los otros
miembros del grupo de ministros, Sadler tenía casi 83 años, y aunque
todavía conservaba cierta vivacidad, su carácter ya se había suavizado
en el otoño de su brillante trayectoria profesional. Sprunger, sin embargo,
tenía 42 años. Era un hombre de gran gentileza y quizás algo menos dinámico
que Sadler, pero de una formación intelectual equiparable a la suya.
Sadler era ciertamente un hombre de incomparable talla académica
y profesional. En la revista Who's Who de 1942 aparecen unos
datos biográficos y profesionales, que nos dan una idea de sus logros
y versatilidad [13] .
Ilustración:
Facsímil de Who's Who de 1924 con una entrada del Dr. William S.
Sadler. Foto añadida por el autor.
El doctor era una persona de prestigio a escala nacional que
había aparecido en la revista Reader's Digest. Tenía una formación
excepcionalmente amplia en dos disciplinas: la psicología y la teología.
Sus libros reflejaban una percepción muy singular de la religión al
igual que una profunda experiencia clínica y un conocimiento científico
de la mente humana. No obstante, quizás adoleciese de la falta de unos
fundamentos filosóficos sólidos que integraran estas dos disciplinas [14] .
Al igual que Sadler, Sprunger era uno de esos
raros intelectuales con grandes conocimientos de ciencia y religión.
Por un lado, era ministro ordenado, lo que le había proporcionado una
gran bagaje teológico y, por otro, había realizado un doctorado en Psicología
Clínica; además, se había formado en ciencias sociales y filosofía,
y tenía una brillante trayectoria en el Instituto de Tecnología de Indiana.
Poseía igualmente una gran experiencia universitaria como profesor y
en cargos de responsabilidad. En contraste con Sadler, Sprunger aportaba
a esta reunión un conocimiento incluso más amplio y equilibrado que
Sadler en las tres grandes disciplinas del saber humano: la ciencia,
la religión y la filosofía
Sin duda, la relación entre estos dos intelectuales iba a
ser singular. Sprunger se ganó la confianza y el respeto de Sadler y
ambos se convirtieron en compañeros en la búsqueda de un entendimiento
más profundo de la revelación y del mejor modo de difundirla. Una década
más tarde, Sprunger oficiaría los servicios religiosos en memoria de
su amigo y colega. Posteriormente, escribiría lo siguiente sobre el
lado humano de Sadler:
Además de ser una persona extraordinaria de gran talento y
variada experiencia en el servicio a la humanidad, era también afectivo,
cariñoso y tenía un gran sentido del humor. Su experiencia en la vida
le había preparado de manera singular para ser pionero en el campo de
la medicina, la psiquiatría y la religión [15] .
Pero Sadler le había comentado a Sprunger que su más importante
contribución al mundo había sido el haber liderado un grupo llamado
"el foro", que había recibido de los seres celestiales el regalo de
los escritos de Urantia, los que se publicarían con posterioridad como
The Urantia Book.
La reunión
William S. Sadler era muy consciente de la curiosidad
del grupo de ministros eclesiásticos sobre los orígenes de los escritos
de Urantia, así como del interés que despertaba en ellos el método usado
para su materialización. Al comienzo de la reunión, les hizo saber que
aunque no se le permitía decir lo poco que sabía acerca de dicha materialización,
no había nada que le impidiese explicar la manera en la que no se materializaron.
Les dio, entonces, una lista con todas las formas posibles de actividad
inusual de la mente subconsciente tales como la escritura automática,
la oralidad automática o la visión automática, ninguna de éstas relacionadas
con la recepción de los escritos. Veamos la lista que les dio [16] .
Ilustración:
Lista dada por Sadler de actividad inusual de la conciencia marginal,
de la mente subconsciente.
El doctor continuó diciéndoles que creía que la aparición
de los escritos no tenía nada que ver con ninguna forma de actividad
supraconsciente -no subconsciente-
[17] .
Durante la reunión, Sadler respondió con franqueza a cualquier pregunta
que los pastores le formulaban. Si bien, dejó claro que no diría ni
el nombre del sujeto por medio del que se habían materializado los escritos
ni comentaría los detalles de tal materialización. Sadler explicó que
al pequeño grupo de personas que formaron la llamada "comisión de contacto",
que habían mantenido contacto directo con dicho sujeto y con los reveladores,
se le había exigido la promesa de guardar secreto sobre estas cuestiones.
A la pregunta de por qué se habían impuestos estas restricciones, dio
las siguientes razones:
[1] La razón principal para no revelar la identidad de la "persona
de contacto" se debía a que los reveladores celestiales no querían
que ningún ser humano -ningún nombre humano- estuviese nunca vinculado
a The Urantia Book. Querían que la revelación perdurara por
sus propios pronunciamientos y enseñanzas. Estaban empeñados en que
las futuras generaciones recibieran el libro completamente libre de
conexión con mortal alguno. No querían ningún San Pedro, San Pablo,
Lutero, Calvino o Wesley. El libro ni siquiera lleva el pie de imprenta
de quien lo imprimió [18] .
[2] Por otro lado, hay mucho relacionado con la aparición de los escritos
de Urantia que ningún ser humano puede llegar a comprender por completo.
Ninguno de nosotros sabe realmente cómo se llevó a cabo dicho fenómeno.
Hay muchos cabos sueltos sobre cómo esta revelación llegó a aparecer
en inglés escrito. Si cualquiera de nosotros relatara al otro lo que
en realidad sabe sobre el procedimiento empleado durante todos los
años de revelación, nadie quedaría satisfecho porque hay muchos puntos
que no estan claros
[19] .
Sadler también explicó que, además de la comisión de contacto,
había otro grupo más grande conocido como "el foro", relacionado igualmente
con los escritos. Algunos de sus miembros creían que estas restricciones
se debían al hecho de que los reveladores no querían nada milagroso
asociado a la aparición de los escritos de Urantia. Sadler confesó al
grupo de ministros que él mismo había estado buscando durante un buen
número de años algún tipo de explicación natural a lo que había estado
observando. Incluso había consultado con personas como Sir Hubert Wilkens,
notable científico y explorador interesado en los fenómenos psíquicos,
y Howard Thurston, un mago profesional conocido por su habilidad para
descubrir los fraudes de aquéllos con supuestos poderes paranormales,
corroborándole que los fenómenos relativos a la persona de contacto
y la materialización de los escritos no tenían nada que ver con escritura
automática, telepatía, videncia, trance, mediumnidad o comunicaciones
paranormales, ni con anomalías de tipo psicológico como la personalidad
escindida [20] .
Meredith J. Sprunger tenía claro que Sadler había comenzado como un investigador
profesional, objetivo y escéptico, y, de alguna manera, había llegado
a creer. A su pregunta de cómo había ocurrido esta transformación, él
le respondió:
Iniciamos el foro a mediados de los años veinte, de manera
informal, reuniéndonos los domingos para tomar el té, en un lugar donde
un grupo de treinta personas interesadas pudiera encontrarse y hablar
de temas médicos y sociales. El foro estaba compuesto de personas de
todas las clases, tanto profesionales -doctores, abogados, dentistas,
ministros eclesiásticos, profesores- como amas de casa, secretarias,
granjeros y trabajadores. Este foro acabaría por examinar y comentar
los escritos de Urantia. Cada semana, yo leía uno de esos documentos
y respondía a las preguntas que el foro me hacía sobre lo que había
leído. Con el paso del tiempo, me percaté de que los miembros de éste
estaban cada vez más impresionados con el contenido de los escritos,
y estaban perdiendo objetividad. Me preocupaba sobre todo Lena, mi esposa.
De hecho, la doctora Lena C. Sadler se convirtió en una ferviente
creyente de los escritos mucho antes que Sadler, y, al parecer, ella
misma era la que le animaba a continuar cuando su propio interés flaqueaba.
Desafortunadamente, Lena murió de cáncer en 1939, a la edad de 64 años,
quince antes de que los escritos de Urantia se convirtieran en The
Urantia Book.
Sadler continuó diciendo:
Así que un domingo, le hablé al grupo de la importancia de
mantener un acercamiento rígido, crítico y objetivo al material. Ante
mi sorpresa, la respuesta que obtuve fue como una declaración conjunta
de aprobación. En resumen, la reacción fue: no nos importa quién escribió
estos escritos, tienen más sentido que cualquier cosa que hayamos leído
antes sobre este tema.
En aquel momento me di cuenta de que mi reputación profesional
se podría poner en entredicho. A menudo había declarado en público que
no había ningún fenómeno mediúmnico auténtico, y que no iba a permitir
que ningún caso, por desconcertante que fuera, me iba a hacer cambiar
de idea. Creí que con el tiempo acabaría por encontrar alguna explicación
natural a aquel extraordinario caso.
Sin embargo, a medida que los años pasaban, cada vez me sorprendía
más la calidad y la coherencia del material que se estaba recibiendo.
Estaba seguro de que la persona involucrada en la materialización no
era el autor de los escritos que se estaban recibiendo, ya que, simplemente,
no estaba ni cualificado ni capacitado para aquello. Con el tiempo,
me convencí de que no había ni engaño ni truco, sino que se trataba
de alguna clase de fenómeno auténtico.
Finalmente a mediados de los treinta -unos veinte años tras
haber encontrado este caso- estudié en profundidad un escrito en el
que se evaluaban las personalidades de los apóstoles de Jesús, y fue
en este momento cuando tiré la toalla. Soy psiquiatra, y creo que conozco
bien mi profesión; sin embargo aquello fue un golpe para mi orgullo.
Creo que si hubiese reunido a media docena de los mejores psiquiatras
dándoles años para prepararlo, jamás hubiesen podido redactar un texto
que irradiara tanta claridad y verdad. Así que me dije a mí mismo: "no
sé qué es esto, pero ciertamente sé que se trata del material de índole
filosófica y religiosa de la mayor excelencia que haya leído jamás".
Desde ese momento, Sadler pasó de ser un distante profesional
que dirigía el grupo a un guía activo y dedicado
[21] .
La cuestión del origen
Idealmente, desde una perspectiva filosófica humana, una revelación
cobra su verdadero significado cuando se valora en relación a su contenido
y no a su origen milagroso. Si bien, muchas personas creen que el origen
milagroso, o incluso supuestamente milagroso, de un material revelado
valida su contenido. No obstante, en el caso de los escritos de Urantia,
el doctor Sadler realizó un gran esfuerzo para no explicar de forma
milagrosa el proceso de materialización del texto. Efectivamente, no
hay datos que confirmen que él o los miembros de la comisión fueran
testigos de hecho alguno de tipo sobrenatural. Es cierto que estuvieron
presentes en circunstancias inexplicables en relación a dicha materialización,
pero ninguno de ellos afirma que la hubiese presenciado. A pesar de
ello, los escritos nos dicen que si la mente humana no es capaz de captar
el verdadero origen de un fenómeno, lo creará:
El intelecto parcial, incompleto y en evolución estaría indefenso
en el universo maestro, sería incapaz de realizar incluso el primer
patrón racional de pensamiento, si no fuese por la habilidad innata
de toda mente, elevada o humilde, para formarse un marco universal
en el que pensar. Si la mente no puede inferir conclusiones, si no puede
conocer el origen verdadero de las cosas, infaliblemente sacará sus
propias conclusiones e inventará orígenes con el fin de tener un medio
de pensamiento lógico dentro del marco de dihas conclusiones. Y, aunque
tal marco universal para el pensamiento creatural sea indispensable
para las operaciones intelectuales y racionales, es, sin excepción alguna,
erróneo en mayor o menor grado (p. 1260, pár. 2).
Por esta razón, Sadler acabaría por autorizar la preparación
de una historia del movimiento urantiano. Posteriormente, en una conversación
privada con Sprunger, él le reiteraría que no sabía cómo se había llevado
a cabo la materialización de los escritos y haría hincapié en el hecho
de que todo lo que se sabía de ésta se podía encontrar en distintas
partes del libro. Sin embargo, basándose en lo anteriormente expuesto
y en la propias experiencias de Sadler en relación al tema, el grupo
de investigadores volvió a Chicago con ideas más claras respecto a los
orígenes de los escritos. Hay que señalar una vez más que aunque la
cuestión de estos orígenes tiene poca relevancia en la valoración de
la verdad y en la calidad del contenido de los escritos, pero constituye
no obstante un atrayente campo de investigación para muchas personas.
El 6 de octubre de 1958, Sprunger y su equipo se reunieron
en South Bend con Robert V. Moss, catedrático de Estudios del Nuevo
Testamento del Lancaster Theological Seminary y presidente de la United
Church of Christ, con el propósito de analizar The Urantia Book.
En esta reunión se entabló una animada y acalorada conversación. Aunque
Moss no había leído el libro completo, recalcó que el material bíblico
de éste estaba por completo en armonía con el más profundo conocimiento
de aquel tiempo y contenía muchos pasajes inspiradores. Una semana después,
Moss escribió a Sprunger haciéndole una pregunta que invitaba a la
reflexión:
Se me ha ocurrido que no hemos tratado una cuestión básica. Como usted
sabe, el cristianismo es una religión histórica y por ello la base de
dicha revelación se puede probar con la investigación. Parece extremadamente
importante que la fuente de la revelación urantiana se establezca en
cualquier discusión rigurosa que la proclame como tal. Decir que no
hay base histórica para ésta es como decir que tiene una gran diferencia
con lo que el entendimiento bíblico nos dice de la manera en la que
actúa Dios [22] .
Es razonable concluir que la investigación sobre los orígenes de los escritos
puede significar una gran contribución al análisis del mismo texto.
Pero, además, todavía quedaban temas relacionados con el orden
de los acontecimientos y el método usado en la materialización, que
en la siguiente década Sprunger indagaría, manteniendo muchas conversaciones
con el Dr. Sadler y con otros miembros de la comisión de contacto como
Bill Sadler [23] , hijo
del doctor, y Emma Louise Christensen (Christy). También conocería y
se relacionaría con muchos miembros del foro.
Nuestra propia búsqueda de posibles respuestas
comienza en los primeros años del siglo XX, un periodo singular y colorido
de la historia del mundo. Matisse y Renoir continuaban con su pintura,
y otro aspirante a artista llamado Adolf Hitler intentaba vender sus
acuarelas en Viena. Theodore Roosevelt era presidente de los Estados
Unidos. Los americanos todavía hablaban de dos hermanos llamados Orville
y Wilber Wright que en 1903 lograron hacer volar una máquina más pesada
que el aire. Chicago, en su llamada "edad dorada", era entonces el centro
de producción de películas y del arte, desde el jazz hasta la poesía,
y el lugar donde había que estar en ese momento histórico. Algunos periodistas
de Chicago como Carl Sandburg, Ben Hecht y Ring Lardner se estaban haciendo
más serios y los americanos tomaban buena nota de ello. H. L. Mencken
escribió: "En Chicago, un espíritu surge de las aguas"
[24] . Fue en esta sorprendente ciudad de Chicago, Illinois,
donde comenzó la fascinante historia de los escritos de Urantia.
Ilustración:
Chicago, alrededor de 1910, la segunda ciudad más grande de los Estados
Unidos: una ciudad de contrastes. De arriba abajo: (izquierda) Marshall
Field, uno de los primeros almacenes de Estados Unidos: (derecha) casas
de inmigrantes de la calle Maxwell y (abajo) Martin House en Oak Park,
del arquitecto Frank Lloyd Wright.