El Libro de Urantia
TEXTO COMPLETO

Un estudio del
universo maestro

ESTUDIO AVANZADO



Escrito por Larry Mullins con la colaboración del Rev. Dr. Meredith Sprunger;
traducción y adaptation del Rev. Dr. Ángel F. Sanchez-Escobar





 



RECONOCIMIENTO

            Ante todo me gustaría agradecer a muchos urantianos su valiosa ayuda en la preparación de esta historia. En primer lugar, gracias a aquéllos que hicieron posible la edición de 1955. En segundo lugar, mi agradecimiento a Meredith J. Sprunger por todos estos años de sabiduría, discernimiento y guía. Gracias también a Joan Batson Mullins, mi compañera y constante inspiración, que me animó a escribirla. Su impresionante conocimiento de los escritos y su imparcialidad dan una especial dimensión a cualquier proyecto que se haga en relación a los escritos. Gracias, Joan, por haber convertido estos últimos años en los más felices de mi vida. Gracias igualmente a la joven urantiana Michelle Mullins, por su ayuda con las tablas y gráficos, por descifrar los descoloridos documentos de los primeros urantianos y por la fe que tiene en su padre; y a Kathleen Mullins, cuya intrépida búsqueda de la verdad es capaz de hacer cambiar las vidas de los que tiene a su alrededor, una de ellas la mía.

            Mi agradecimiento también a Eric Cosh, que durante años ha trabajado por la revelación con denodado esfuerzo y talento y con fidelidad y generosidad; a James "JJ" Johnson, urantiano firme y devoto y gran conocedor de los escritos, por su inconmensurable ayuda en este proyecto gracias a sus importantes observaciones; a Ángel F. Sánchez-Escobar, de Sevilla, España, por su paciencia, discernimiento y valiente servicio a los urantianos de habla española, y por su apoyo, ayuda y traducción al español de nuestra historia; a Jeanney Horn, que ha mejorado el libro con sus acertada revisión; a Merrit Horn, a través de cuyas notables aportaciones e inquebrantable erudición hemos conocido las alteraciones realizadas en el texto original, por su inestimable ayuda a esta historia; a David Kantor, cuya gran dedicación a la revelación, integridad y coraje no tienen paralelo en la actual generación de urantianos; a Andre Radatus, que sabe aportar mesura e imparcialidad a todo proyecto sobre los escritos; a Rosey Lieske, por sus años de apoyo y aliento, por su relación ejemplar con los países de habla hispana y por su comprensión sin igual de los meta-valores; a Norm DuVal, un apasionado y comprometido urantiano siempre deseoso de ayudar en todo a la revelación; a David Biggs, uno de esos grandes urantianos que han luchado sin descanso durante años por la revelación sin que se le haya reconocido; a Jill Strunk, un dedicado urantiano, por sus sabios consejos durante años y por su valiosa ayuda con la revisión del texto; a Victor McGonnegal,  un amigo de toda la vida, que con gran acierto dirige un gran grupo urantiano independiente en Washinton D.C.; a Kristen Maaherra y a Eric Schaveland, por haber ampliado mi perspectiva y comprensión de los escritos con su percepción, consejo y documentación a lo largo de los años, y por el coraje y la firmeza demostrados para liberar la revelación; a Donald Shea Gree, un buen amigo, por su apoyo y por ser un fiel puntal de nuestro grupo Living the Teachings; a Mary Doubek, que inspira y sirve a la mujer y que levanta los corazones de sus alumnos; a sus jóvenes hijos Micah, Damon y Aarón, que se esfuerzan por vivir las enseñanzas con nosotros y que algún día ayudarán a cambiar este mundo; a Angie, Jesse y Haley Thurston de nuestro grupo infantil, que me recuerdan cada día lo que significa esta revelación, y a Claire y Chuck Thurston, por su inmenso apoyo a nuestro grupo; a Tom Choquette, por su ánimo y generosa ayuda, y por su notable acercamiento a la juventud; a Behzad Sarmast y Marielle Tavares, por su amistad, comprensión y hermoso compañerismo; a Clyde Bedell, que me dio el primer libro de Urantia y me dijo, poco antes de su fallecimiento, que había docenas de seres invisibles a nuestro alrededor deseosos de ayudarnos cuando comenzamos a hacer algo; a Berkeley Elliot, que me enseñó lo que era ser guía y servidor, y que me presentó a mi primera familia urantiana en Oklahoma City.

            Por supuesto, también le doy las gracias a esos invisibles y silenciosos seres que espero conocer algún día; a toda esa hermandad de creyentes, de todos los credos, que pugnan por servir a la humanidad con integridad, benevolencia y grandeza; a todos los urantianos cuyo trabajo menciono en esta historia, sin los que tendríamos muy poca documentación; a aquéllos que estén de acuerdo con mis conclusiones, y a aquéllos que tengan ideas contrarias, que pueden, dentro de un razonable debate, aportar luz a ciertos temas, y especialmente a aquéllos que mejorarán esta narrativa con las suyas; a todos, gracias.

            He hecho un sincero esfuerzo para contar la verdad con imparcialidad, dentro de la mejor de mis habilidades y entendimiento, y al hacerlo es posible que haya ofendido a algunas personas. Si es así, dejo estas palabras de Shakespeare, "Al ser perdonado por tus delitos, que tu indulgencia me deje libre a mí."

 Larry Mullins (Boulder, Colorado)

            MEREDITH JUSTIN SPRUNGER es un académico de prestigio con los pies bastante asentados en el suelo. Como teólogo y filósofo, había visto muchas de las llamadas "revelaciones" surgir y desaparecer. Pero, ¿qué fue lo que vio en The Urantia Book que le movió, hace muchos años, a intentar descubrir quién lo escribió y quién financiaba su publicación?

            Sprunger supo de The Urantia Book por primera vez en 1955, a la edad de 40 años. En un principio no se sintió impresionado; sin embargo, durante un viaje en coche a una reunión de la junta de la iglesia, mantuvo una conversación con su acompañante y aquello desencadenaría una serie de sucesos que le harían reconsiderar el libro y cambiar su vida.