¿Hay inteligencias de orden superior en nuestro
inmenso universo? ¿Saben que existimos? Suponiendo que existiesen esas
inteligencias y se preocuparan por nosotros, ¿se pondrían alguna vez
en contacto con nosotros para intentar ayudarnos? Dicho de otra manera,
¿tiene validez como premisa el concepto de revelación? ¿Qué nos revelarían
o podrían prudentemente revelarnos unas inteligencias más desarrolladas
y de mayor espiritualidad?
Si alguna vez ha considerado esa posibilidad, esta Historia
de los escritos de Urantia le interesará. "Urantia" es el nombre
dado en dichos escritos a nuestro planeta. Esta historia cubre un período
aproximado de cincuenta años -desde 1906 a 1955-, momento en que se
publicó The Urantia Book
[1] . Aunque se han imprimido ya casi medio millón de ejemplares en lengua
inglesa, nunca hasta ahora se había realizado, de manera documentada,
el relato de los acontecimientos, muchos de ellos desconocidos, que
llevaron a su aparición, a pesar de que éste represente el episodio
más impresionante de nuestro turbulento siglo XX.
El millón de palabras aproximado de los escritos de Urantia
no constituye sino un intento sin precedentes de formular una extraordinaria
integración de tres núcleos de conocimiento -hechos científicos, realidades
espirituales y verdades filosóficas- que tradicionalmente se habían
tratado de forma separada, como si formaran compartimentos estancos.
En realidad, cada uno de éstos contiene significados esenciales, aunque
incompletos, sobre quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos.
Los escritos de Urantia hacen uso del más profundo conocimiento disponible
de la época en que se escribieron para establecer entre estas tres disciplinas
-ciencia, religión y filosofía- una relación extraordinariamente novedosa.
Al hacerlo no sólo posibilitan nuevas conexiones entre ellas, sino que,
con la aportación de un material de carácter revelado, se engrandecen
conceptualmente. El resultado para la humanidad es una perspectiva integrada
y enaltecida sin paralelo o precedente alguno.
En los escritos encontramos testimonios que aluden a su carácter
de revelación de los tiempos, pero es llamativo el hecho de que no reivindican
para sí la infabilidad:
Los escritos, uno de los cuales es éste, constituyen la más reciente exposición
de la verdad que se haya realizado a los mortales de Urantia. Estos
escritos difieren respecto de todas las revelaciones anteriores en el
hecho de que no son la labor de un solo ser personal del universo sino
la combinación de exposiciones de muchos seres. Pero ninguna revelación
es completa a no ser que intervenga el Padre Universal, y cualquier
otro tipo de aportación celestial no es sino parcial, transitoria y
adaptada prácticamente a las condiciones locales en el tiempo y en el
espacio. Aunque reconocer esto pueda tal vez restar fuerza y autoridad
inmediatas a todas las revelaciones, en Urantia ha llegado el momento
de ser francos al realizar estas afirmaciones, aunque se corra el riesgo
de debilitar la influencia futura y autoridad de ésta, la más reciente
de las revelaciones de la verdad destinada a las razas mortales de Urantia.
(p.1008, pár. 2 )
Estos escritos son, sin lugar a dudas, profundamente religiosos,
sin embargo, no tratan de establecer una nueva religión, sino que intentan
integrar, de manera filosófica, conocimiento científico evolutivo y
verdad espiritual. Aunque parte de su contenido científico está obsoleto,
si lo sustituyéramos por el conocimiento científico más actual, su amplia
síntesis filosófica no dejaría de tener sentido. Los escritos son en
esencia una exposición y una expansión de la vida y obras de Jesús de
Nazaret dentro de un contexto cosmológico magnífico, a una escala inédita
en nuestro planeta. Y quizás sean estas aplastantes afirmaciones las
que puedan suscitar cierta desconfianza. No obstante, si nos acercamos
a ellos con una mente abierta, descubriremos conceptos tan nuevos y
significativos que nos harán descartar la idea de que estamos ante una
obra esotérica.
Llevo más de treinta años estudiando estos escritos y he tenido
la oportunidad de conversar, en repetidas ocasiones, con personas que
conocían de manera directa los acontecimientos que culminaron en su
materialización. Es por ello por lo que estoy totalmente convencido
de que entre 1906 y 1955 seres no materiales con una inteligencia y
una madurez sobrenatural mantuvieron, de forma regular, contactos con
un grupo de seis mortales, con el propósito de proporcionar al mundo
una revelación espiritual de gran transcendencia.
Las personas que se vieron envueltas no eran ni parapsicólogos
ni diletantes, sino todo lo contrario; su figura clave, el Dr. Sadler,
era un prominente psiquiatra reconocido a escala nacional y autor de
47 libros. Sadler se había ganado una buena reputación desenmascarando
supuestos fenómenos paranormales. En su libro The Mind at Mischief
califica a los que se consideran médiums o que creen tener poderes paranormales
de fraudulentos, de personas que se engañan a sí mismas. La historia
de su pugna, hasta que pudo por fin reconocer abiertamente lo que sucedía
delante de sus ojos, y la validación de algo para lo que se había entrenado
como científico a desenmascarar, representa un fascinante argumento
secundario en la historia de los escritos de Urantia. Sin embargo, tanto
él como los restantes cinco cruciales protagonistas claves de estos
sucesos han fallecido y, aparte de los mismos escritos, sólo dejaron
retazos de información de cómo éstos se originaron. No hay nadie, ni
lo ha habido, que pudiera expresarse con autoridad ni respecto a su
origen ni a su increíble contenido. Realmente no sabemos mucho de cómo
se materializaron los escritos en la lengua inglesa.
Pero, aunque los escritos de Urantia no tienen autoría humana,
sí hubo una séptima persona con un papel relevante. Se le ha llamado
el "sujeto dormido" o la "persona de contacto". Todo indica que era
una persona común que, de alguna manera, se vio envuelta en la materialización
de los escritos. Sabemos que no fue un médium y, aunque el texto completo
se originó en forma manuscrita, él no "comunicó" el texto ni lo hizo
a través de "escritura automática". Los escritos nos dicen que hay una
parte de Dios que ordinariamente mora en el ser humano, y esta Fracción
Divina, de alguna manera, sin usar la mente de esta persona, participó
en dicha materialización. Es por ello que el Dr. Sadler fue claro y
rotundo al afirmar que los escritos no se originaron mediante ningún
fenómeno conocido de carácter paranormal. Nunca se ha podido establecer
la identidad del sujeto dormido y probablemente nunca se establecerá.
Seguramente que los invisibles reveladores no tenían la intención
de que surgieran misterios, sino establecer un marco en el que los escritos
tuviesen validez por sí mismos. Al parecer, era necesario que los lectores basasen su valoración sólo en el contenido
y no en ninguna fuente supuestamente milagrosa; por tanto, nunca se
llegó a desvelar ni la identidad del sujeto dormido ni lo que el pequeño
grupo de seis personas sabía sobre la mencionada materialización. No
obstante, siendo como es el ser humano, para llenar ese vacío de información,
no se han dejado de hacer especulaciones sobre la identidad de la persona
de contacto y sobre los procedimientos y circunstancias que dieron origen
a los escritos de Urantia
[2] .
Los escritos han recibido la atención de un gran número de
personas, pero, más que su contenido o mensaje espiritual, ha habido
quien se ha centrado más en sus elementos apócrifos o, en un intento
de desacreditarlos, en relatos erróneos sobre su origen y en supuestos
defectos de personas relacionadas con ellos. El contenido de los escritos
ha atraído a una gran cantidad de personas, algunas más interesadas
en los elementos apócrifos sobre su origen que en su mensaje espiritual.
Hay, sin embargo, investigadores serios que han sabido alejarse tanto
de estos detractores como de las estrambóticas suposiciones de algunos
que se autodenominan "urantianos", muchos de los cuales creen tener
una condición especial y estar en exclusiva posesión de información
"privilegiada". Sin duda, todo esto puede generar, y de hecho genera,
mucha confusión. No obstante, aunque dispersos y de distintas fuentes,
se poseen datos históricos verificables suficientes como para aportar
luz a esa confusión si sabemos acercarnos a éstos con prudencia y discernimiento
y trazar una cronología que, de forma global, resulte coherente y plausible.
Siempre he albergado la esperanza de que alguna vez se contara
con exactitud la historia de los escritos, pero esto no ha ocurrido.
Por ello que me decidí a tomar esta iniciativa, sabiendo que no iba
a obtener la aprobación "oficial". De todos modos, es importante aclarar
que la historia que aquí se narra es la de los escritos y no la del
movimiento urantiano. Si bien es cierto que, siempre que se relacionen
con el hilo de la historia, me referiré a éste y a las personas que
intervinieron en él.
No me hubiese decidido a escribir este libro sin la valiosa
ayuda de Meredith Justin Sprunger. Sprunger es ministro eclesiástico
y doctor en psicología, y ha realizado estudios en filosofía, teología
y sociología. Ha sido profesor universitario y ha ocupado cargos directivos
en la universidad. También tiene experiencia como escritor. En este
momento, Sprunger es editor de The Spiritual Fellowship Journal
(Revista de la Fraternidad Espiritual).
Sprunger llegó a conocer a tres de las seis personas que componían
la llamada "comisión de contacto" que, como su nombre indica, contactaba
con los reveladores celestiales. Cuando conocí a Sprunger, a mediados
de los setenta, yo tenía muchas preguntas sobre el origen de los escritos
de Urantia -en aquellos días era difícil obtener información alguna
al respecto-. Sabía que había escrito muchos artículos sobre el origen,
contenido y significado de los escritos de Urantia y era, además, el
autor del único material autorizado publicado por la Fundación Urantia
(editores de The Urantia Book) sobre el origen de la revelación.
Estaba seguro de que él sabía más de lo que se le había permitido publicar
de manera oficial.
Cuando le conocí, me sorprendió su actitud abierta y franca.
En contraste con otras personas pertenecientes a ese "circulo cerrado"
oficialista, las explicaciones de Sprunger eran transparentes como el
cristal y resultaban alentadoras. Me proporcionó -como lo hubiera hecho
con cualquier otro investigador bien intencionado- sus artículos y,
con cierta prudencia, me desveló muchas cosas interesantes que Sadler
le había contado a él. En aquel momento, mi curiosidad se disipó y seguí
su consejo en cuanto a que me centrara más en el contenido de los escritos.
Y, efectivamente, a través de los años, he llegado al total convencimiento
de que éstos son exactamente lo que dicen ser: una revelación transcendental
para los tiempos. Sin embargo, en un recóndito lugar de mi mente, sabía
que todavía había muchas preguntas sin respuestas y muchas "puertas
prohibidas" que jamás se habían abierto a una investigación objetiva
y sin temor, y pensé que era yo el que tenía tal cometido.
Clyde Bedell, uno de los primeros urantianos en ser miembro
de lo que se vino a llamar "el foro", me había proporcionado una primera
edición de The Urantia Book. Yo había observado a Clyde atareado
en una inmensa mesa cubierta con archivos de fichas de 3 x 5 pulgadas
preparando su Concordex (1971). Trabajé con él durante tres años
y hablamos muchas veces de los escritos de Urantia y de sus experiencias
en el foro. En los setenta mantuve algunas conversaciones con uno de
los miembros de la comisión de contacto y serví durante ocho años como
consejero general de lo que se llamaba entonces la Urantia Brotherhood
(la Hermandad Urantia)
[3] . En el proceso, me di cuenta de que me iba a resultar difícil escribir
esta historia sin ayuda y, por la sugerencia de mi esposa Joan, una
gran conocedora de los escritos, me decidí a pedir la colaboración de
Meredith Srunger, el último de los colegas supervivientes del Dr. William
S. Sadler, y de otras personas pertenecientes a la segunda generación
de urantianos, con un conocimiento excepcional de los escritos y una
gran experiencia en el movimiento urantiano.
Por tanto, en las siguientes páginas ahondaré en los orígenes
de los escritos partiendo de la investigación de Sprunger, que conoció
de cerca a personas implicadas en el proceso revelatorio. En dichas
investigaciones, él siempre había mantenido una rigurosa objetividad
y había sido muy crítico tanto de los escritos de Urantia como del movimiento
urantiano. A él le parecen creíbles los puntos esenciales de los episodios
que se relatan a continuación y que han sido tomados de personas con
experiencia directa en relación a los orígenes de dichos escritos. Hay
que añadir que durante esta investigación, Sprunger continuó ejerciendo
su cargo de ministro de la United Church of Christ así como su
labor docente en el Indiana Institute of Technology, la jefatura
del Departamento de Psicología y la presidencia de la Facultad de Humanidades.
Pero esta historia, además de esos y otros testimonios, requería
el ensamblaje de un mosaico de documentos de diversa procedencia y de
correspondencia antigua. Curiosamente, a veces, he obtenido datos esclarecedores
de los mismos detractores de los escritos y de ciertas personas que
han intentado explicar o racionalizar errores o encubrir los hechos.
Pero cualquiera que haya sido su origen, he tenido en cuenta siempre
datos que fuesen plausibles, verificables y coherentes, ante los que
el lector sabrá sacar sus propias conclusiones.
Sí puedo asegurar que he buscado, con la ayuda de Meredith
y de algunos estimados urantianos, la verdad con toda franqueza, sin
importarme los resultados cualesquiera que fueran. Es por ello por lo
que manifestaré mis dudas cuando las tenga. Si existe algún desacuerdo
con algún miembro del consejo de edición, expondré su opinión al lado
de la mía. También, en el caso de información obtenida de forma oral,
relataré únicamente aquella que haya obtenido de al menos dos o más
fuentes distintas e independientes y que estuvieran en armonía con otros
datos. De esta manera, creo que podré establecer, sin adornos ni embellecimientos
ni especulaciones, los hechos históricos en torno a los escritos de
forma objetiva, razonable y clara, y conformar un tapiz con diseños
bien definidos.
Inevitablemente,
las historias constituyen procesos dolorosos y casi siempre conllevan
algún tipo de confrontación. Los que emprendimos la tarea de desarrollar
ésta, nos damos cuenta de que sus conclusiones allanarán el camino futuro
de los escritos de Urantia, pero hay mucho en juego porque chocan con
los intereses de los que tratan de controlar la revelación. No nos puede
sorprender, pues, la virulenta respuesta que puede provocar nuestra
interpretación de los hechos acaecidos en torno a los escritos, porque
es ésta, más que los mismos hechos, la que constituye el centro de nuestra
argumentación histórica.
Nos hemos esforzado por exponer una buena historia, pero nos
damos cuenta de que no hemos dicho la última palabra. Hemos descubierto
cabos sueltos que necesitan más investigación. Resumiendo, queremos
alcanzar los siguientes objetivos con esta narrativa:
1º) Establecer una base sólida de los hechos.
2º) Abrir todas las puertas hasta ahora cerradas e incentivar posteriores
investigaciones.
3º) Trazar una guía para los futuros urantianos.
En realidad, esto no es más que el comienzo.