CAPÍTULO IX
"En mi opinión, sólo puede haber una
edición de The Urantia Book: la primera."
Llegamos
ahora a una definida línea de demarcación en la historia de la revelación
urantiana. Un reducido grupo de personas, que de alguna manera había
podido comunicarse con unos seres invisibles, había conseguido algo
extraordinario durante un arduo proceso de cinco décadas: colaborar
en la publicación de un manuscrito sin igual en la historia de nuestro
planeta: la quinta revelación de los tiempos.
Dando lo mejor de sí
mismos, los seis miembros de la comisión de contacto habían cumplido
su sagrado juramento de conservar el texto exactamente tal como se había
recibido. Ninguna deliberada intromisión humana había viciado los escritos
de Urantia y, ahora, su imperfecto pero valiente y honrado esfuerzo
había dado su fruto y en 1955 se había imprimido el texto. La Dra. Lena
C. Sadler, si embargo, no había podido vivir para tenerlo en sus manos.
Se habían realizado
importantes sacrificios durante todos esos años. Habían centrado una
gran parte de sus vidas en torno a un colectivo de medianos que, en
cada momento, les había infundido las fuerzas y dado la guía que necesitaban.
Pero ahora se habían quedado solos, sin esa guía. Durante algún tiempo
les invadió la emoción y euforia de tener por fin ejemplares impresos
de The Urantia Book. Se mandaron libros a gente prominente, a
amigos, a familiares. Se fundaron la Fundación Urantia y la Hermandad
Urantia. Se formó la Escuela de la Hermandad Urantia en 1956. El 17
de junio de 1956, se estableció la Primera Sociedad Urantia en Chicago:
... y el foro, tras
33 años, pasó a la historia y muchos de sus miembros se convirtieron
en los 156 miembros primeros de la nueva sociedad. Los intrépidos miembros
del foro se preparaban ahora para compartir The Urantia Book
[163] .
La Escuela de la Hermandad
Urantia tuvo su primera sesión en septiembre de 1956 con 71 estudiantes.
Sadler había adquirido un terreno en Pine Lodge en Beverly Shores, Indiana,
con la idea que los estudiantes pudieran vivir en casas de campo en
este terreno, mientras se preparaban para salir como maestros y líderes
de la nueva revelación. Para 1960, 14 estudiantes se graduaron y recibieron
su diploma de líderes [164] . También se
concedieron diplomas de Maestros Ordenados.
Pero sólo los profesores y los
jubilados podían dedicar todo el verano al programa de Pine Lodge y
las actividades de la escuela acabaron por tener lugar en el 533 de
Diversey, en Chicago, con clases por la tarde. Estas clases tenían bastante
asistencia. Meredith J. Sprunger relata el caso del reverendo David
Schlundt, que viajaba 120 millas desde Goshen, Indiana, para asistir
a estas clases.
Desafortunadamente,
para 1975, el programa de formación de profesores perdió su impulso
inicial [165] , y
se abandonó el currículum completo de formación de profesores y el curso
intensivo diseñado por el Dr. Sadler
[166] . Posteriormente se abrieron otras escuelas como The Boulder
School, establecida por John Hay a mediados de los ochenta (ahora cerrada),
y la Escuela de Contenidos y Valores de Los Ángeles, de Polly Friedman.
Sadler decía que el mandato para publicar
el libro venía acompañado de instrucciones y recomendaciones, que animaban
el desarrollo de escuelas de formación de profesores y líderes. Carolyn
Kendall se lamenta de la desaparición de las escuelas urantianas:
Si tomamos estos consejos
con seriedad, sería un imperativo considerar la reinstitución de escuelas
regionales para acometer la formación profunda y la cualificación de
profesores de The Urantia Book. [167]
A pesar de toda esta
actividad, es posible que se llegara a pensar: "se nos ha dado una revelación
de los tiempos pero nadie sabe cómo dirigirla. Y ahora nos hemos quedado
solos. Ya no podemos comunicarnos con esos seres sobrenaturales ni pedirles
consejos. Y se han ido sin ceremonias, sin ni siquiera decir adiós."
El
destino de la comisión de contacto
En los siguientes ocho
años, otros tres miembros de la comisión de contacto seguirían a Lena
C. Sadler en su viaje a la otra vida. El 31 de agosto de 1956, menos
de un año tras la publicación del libro, Wilfred C. Kellogg murió a
la edad de 75. Su esposa Anna Bell Kellogg murió el 24 de febrero de
1960 a la edad de 82 [168] . Entretanto, se producía un distanciamiento entre
Bill Sadler y su padre William S. Sadler.
Bill Sadler y su esposa
Leone habían vivido en el 533 de Diversey Parkway con el Dr. Sadler,
pero se divorciaron alrededor del momento de la publicación. En 1955,
al día siguiente del de Navidad, el hijo de Bill y Leone, de 19 años,
tomando una taza de café con su madre y el Dr. Sadler, entró en coma
y murió. Su salud se había ido deteriorando posiblemente debido a un
tumor cerebral. Había perdido la visión en un ojo y empezaba a perderla
en el otro. Posteriormente, durante 1956, Bill Sadler se casaría con
Florine Seres. Bill era un fumador compulsivo y un bebedor empedernido.
Pero además de la tragedia y la infelicidad de su vida, él y su padre
tenían grandes desavenencias, principalmente debido a su divorcio.
A pesar de ello, Bill formó la Second Society Foundation de
Chicago. Durante este periodo un grupo de Oklahoma descubrió The
Urantia Bok y por sí mismos comenzaron una iglesia urantiana. Bill
empezó a realizar visitas regulares a Oklahoma City, donde su sabiduría,
percepción filosófica y profundo conocimiento de los escritos eran sumamente
valorados. Como primer representante de la Hermandad Urantia, Bill daba
conferencias sobre el libro por todo Estados Unidos [169] .
Bill Sadler había escrito ya su extraordinario A Study
of the Master Universe (Un estudio del Universo Matriz) y estaba
trabajando en un volumen de los Appendices
[170] cuando su salud empezó a deteriorarse. Una repentina apoplejía
le dejó sin habla, y mientras se recuperaba de ella tuvo que ser hospitalizado
por cirrosis hepática. Más tarde, en 1963, fue de nuevo hospitalizado
con embolismo en ambas piernas. Unos meses más tarde, el 22 de noviembre
de 1963, a los 56 años de edad, un ataque cardíaco acabó con su vida
en la tierra [171] . Ese mismo día caería otro príncipe
de la mala fortuna: John F. Kennedy. Clyde Bedell, que era un gran amigo
de Bill Sadler, escribiría:
Ilustración:
Pine Lodge, en Beverly Shores, Indiana, lugar de la primera Escuela de
la Hermandad Urantia.
Ilustración: (Derecha) Chisty en los años cuarenta. (Izquierda) Bill
Sadler, en 1960.
Ilustración: Christy da clases en una sesión de verano en 1963, a los
setenta años de edad.
Ilustración: El fideicomisario Thomas
A. Kendall, en agosto de 1965.
La cuestión de la guía celestial continuada
¿Cuándo dejaron los
medianos de comunicarse con la comisión de contacto? ¿Fue en 1955, tras
el mensaje "Os habéis quedado solos" o continuaron dando instrucciones
verbales? Tenemos constancia de que la comunicación cesó en 1955, aunque,
como veremos, la Fundación Urantia y mucho de los que apoyan su política
creen que la guía celestial continuó al menos hasta 1982.
Se hace necesario,
debido a la importancia de estas cuestiones, tratar el tema en profundidad.
Y puesto que yo admito estar en contra de dicha guía celestial, he reunido
casi toda la documentación que apoya mi punto de vista a partir del
material que esas mismas personas -incluida la Fundación- aportan para
defender el suyo. También expongo de forma separada la perspectiva de
Meredith J. Sprunger, que tiene ciertas diferencias con la mía propia.
La intención es que el lector sea capaz de dar respuesta por sí mismo
a estas preguntas y a sus implicaciones.
Podemos comenzar este análisis en los años
1967-1968, momento en que se preparó la segunda impresión. De acuerdo
con Kantor, la Fundación obtuvo la propiedad intelectual en 1967, pero
el libro no se imprimió en realidad hasta mayo de 1968
[172] . Estudiemos ahora el singular proceso de preparación de esta segunda
impresión, a la que me referiré como a la de 1967.
Ilustración:
El Dr. Sadler en los años cincuenta.
Ilustración: El Dr. Sadler dando clases en el 533 de Diversey Parkway.
La
segunda impresión (1967) de The Urantia Book
En el momento en que
se preparó la segunda impresión, de la comisión de contacto sólo quedaba
el Dr. Sadler, que tenía entonces 92 años, y Christy de 77. Muchos años
antes, éste le había dicho a Meredith J. Sprunger y a Clyde Bedell que
tras haberse cortado la conexión con el sujeto dormido en 1955, no hubo
más mensajes y ni la comisión de medianos ni la de revelación estaban
disponiblen. No conocemos la fecha del fallecimiento del sujeto dormido,
ya que los reveladores habían previamente advertido a los miembros de
la comisión de contacto que, tras la publicación, no se debía realizar
ningún comentario o anuncio sobre si éste estaba vivo o no [173] . Si el protocolo establecido
para los contactos permanecía en activo, podemos razonablemente suponer
que estaba vivo cuando la comisión de contacto recibió en 1955, al poco
tiempo de publicarse el libro, el mensaje final "os habéis quedado solos".
Está claro que en marzo
de 1959, por las respuestas a la carta del reverendo Adams, Sadler no
tenía contacto con los reveladores [174] . Sadler no sabe
realmente cómo contestar a los puntos planteados por Adams, un erudito
en la Biblia. Donald Green, uno de los miembros del consejo de redacción
de este libro, observa que si Sadler hubiera tenido la oportunidad de
formular estas preguntas a los reveladores, lo hubiera hecho. Como se
observa en su respuesta, el único comentario que Sadler hace es: "...nuestro
mandato nos prohibe alterar el texto del manuscrito de manera alguna"
[175] .
En "The Plan for the
Urantia Revelation", Carolyn Kendall, según le había dicho Christy,
se refiere a estos errores:
En los años tras la
publicación, se agradecían los errores que se le presentaban a Christy
o a Marian. La Fundación quería un libro perfecto. Sin embargo, Christy
era inflexible: no se iban a hacer cambios de forma arbitraria. Entre
1955 y 1982 uno de los dos supervivientes de la comisión de contacto
exponía las correcciones y cambios propuestos a los reveladores para
pedirles permiso [176] .
Observamos
que Kendall da a entender que entre 1955 y 1982 todavía había comunicación
con los "reveladores". Curiosamente
1982, cuando según ella, se pierde el contacto con los medianos, es
el año en que fallece Christy. Pero según
lo que el mismo Dr. Sadler le dijo a Sprunger y a Bedell, esto no es
cierto ya que ni la comisión de medianos ni la comisión de revelación
estaba disponible tras 1955. Además, para 1958, en un memorándum interno,
Bill Sadler se refería a la comisión de contacto como "terminada" [177] . Si, como dice Kendall, Sadler
o Christy, los dos últimos supervivientes de la comisión de contacto,
hubieran podido contactar de forma unilateral con las inteligencias
sobrehumanas y exponerles estos cambios en 1967, aquello hubiera significado
una forma de comunicación totalmente diferente a la que había existido
durante el proceso de revelación de los escritos.
Vemos, además,
que Kendall no menciona a la persona de contacto, y, en ninguna de
las dos historias citadas, se menciona la existencia de comunicación
con miembros individuales de la comisión de contacto sin la presencia
del sujeto dormido. De hecho, tal como la misma Christy le dijo a Kantor,
existía una regla por la que no se podía establecer comunicación con
los reveladores a menos que dos o tres miembros de la comisión de contacto
estuviesen presentes. Hay bastante documentación que indica que era
Christy, por su cuenta, quien al parecer se "comunicaba" con los medianos
durante la preparación de la segunda impresión. Sin duda, el doctor
hubiese desaprobado aquello, por su largo y probado rechazo frontal
a toda actividad paranormal.
En relación con las
correcciones de la segunda impresión es, si cabe, más sorprendente,
lo que Carolyn Kendall comenta a continuación; aunque, según dice, es
parte opinión personal, parte información tomada de su marido Thomas
Kendall, fideicomisario en aquel momento, y de Richard Keeler, igualmente
fideicomisario y presidente de la Fundación Urantia hasta 2003:
Los fideicomisarios
de la Fundación Urantia no participaron en el proceso de corrección
del texto de The Urantia Book. Su labor era la de publicar el
texto con los cambios, cualesquiera que fueren, que aprobasen los medianos.
Tenían que conservar el texto sin alteraciones, y protegerlo con el
registro de la propiedad intelectual. La Fundación debe dejar claro
a los lectores que las correcciones realizadas después de 1982 se hicieron
al parecer sin la aprobación de los medianos. Se dice que al publicar
su última edición, la Fundación está revirtiendo los cambios realizados
después de 1982 [178]
.
Por un
lado, Carolyn informa que su marido, Thomas Kendall, fideicomisario
en aquel momento, le había dicho que "los fideicomisarios de la Fundación
Urantia no participaron en el proceso de corrección del texto de The
Urantia Book." Sin embargo, hay que recordar que, de acuerdo con
la declaración de fideicomiso, en su artículo III, bajo la sección titulada
"Protección del texto", se dice respecto a los deberes de los fideicomisarios
que:
Será la obligación
principal de los fideicomisarios conservar inalterado el texto de The
Urantia Book. [...] preservar y salvaguardar ejemplares del texto
original de The Urantia Book de pérdida, daño o destrucción y
de alteración, modificación, revisión o cambio de cualquier manera o
en cualquier particular.
Además
en la parte 3 de esa misma sección se dice:
Será el deber de los
fideicomisarios retener un control absoluto de todas las planchas y
de otros medios para la impresión y reproducción de The Urantia Book.
Estos deberes
son lógicamente complementarios. Al mismo tiempo, si los fideicomisarios
tienen que ser responsables por la conservación del texto original,
han de tener autoridad absoluta sobre la reproducción del libro. ¿Cómo
es posible, pues, que los fideicomisarios no tomasen parte ni en las
decisiones para corregir el texto de la segunda impresión ni en el proceso
mismo de impresión?
Esto resulta desconcertante, y uno se hace la siguiente pregunta:
Si Christy en 1967 era fideicomisaria -no lo sería emérita hasta 1971
[179] -, ¿cómo puede ser esto exacto? Tanto Christy como Thomas
Kendall, como fideicomisarios, estaban bajo juramento de proteger el
texto original de cualquier cambio. ¿Bajo qué autoridad y en capacidad
de qué actuaba Christy independiente de los otros fideicomisarios? Y,
¿cómo sabía el mismo Kendall, si resulta cierto lo afirmado por su esposa
Carolyn, que los cambios estaban siendo supuestamente autorizados por
los medianos? Además, si Christy había informado de aquello a Thomas
Kendall, ¿no estaba él obligado a informar a su vez a los demás fideicomisarios?
Ilustración:
Jacques Weiss con un Dr. Sadler bastante envejecido en el aeropuerto de
O'Hare. A la derecha está Edith Cook.
Ilustración:
Christy el día de su cumpleaños (29 de enero de 1980).
Ilustración: Christy con J.J. Johnson
y su hijo Michael Andrew en 1980.
Ilustración: Jim Mills dando una conferencia en cosmología, en Berkeley,
California, alrededor de 1977.
En segundo lugar, señala
Carolyn que "La labor (de los fideicomisarios) era la de publicar el
texto con los cambios, cualesquiera que fueren, que aprobasen los medianos.
Tenían que conservar el texto sin alteraciones, y protegerlo con el
registro de la propiedad intelectual." Pero ni los medianos ni los derechos
a la propiedad literaria se mencionan en el fideicomiso. Tampoco se
menciona nada de la viabilidad de hacer correcciones en el libro. Si
los reveladores lo hubiesen deseado, podemos razonablemente suponer
que lo habrían dispuesto.
En tercer lugar, Carolyn, que advierte es su opinión personal,
indica que "la Fundación debe dejar claro a los lectores que las correcciones
realizadas después de 1982 se hicieron al parecer sin la aprobación
de los medianos." Pero esto da a entender que los cambios anteriores
junto a los realizados en la impresión de 1982 se hicieron bajo la aprobación
de los medianos. Sin embargo, como ella misma indica, es únicamente
Christy la que menciona la aprobación de los medianos para realizar
cambios y omisiones en palabras y números. Esto indicaría una especie
de contacto individual con los reveladores, muy diferente al que se
había realizado con anterioridad. Pero además, esas afirmaciones o reivindicaciones
sobre supuestas comunicaciones son problemáticas y se encuadran en la
esfera de los fenómenos paranormales, porque no se pueden ni validar
ni refutar por medios empíricos ni corroborar por otras personas. Resulta
desconcertante la idea de que los reveladores y la comisión de contacto
se hubiesen esforzado tanto durante 50 años para impedir que se descubriera
la persona de contacto y, de repente, tenemos a Christy conversando
de manera informal con un mediano y desvelando este hecho a otras personas
de manera tan distendida.
En cuarto lugar, Carolyn
cita a Richard Keeler para afirmar que en la última impresión del libro,
"la Fundación está revirtiendo los cambios realizados tras 1982." Sin
embargo, según el análisis realizado por Merritt Horn
[180] , esta reversión de los cambios nunca se llegó a realizar.
Pero, ¿por qué tras 1982 y no a partir de 1955? Una posible razón está
en "Setting the Record Straight", cuando se explican los cambios
tras la primera impresión: (Mis cursivas)
Aunque no hay documentación
oficial respecto a las razones de algunos de los cambios tras la primera
impresión de The Urantia Book, sabemos, al analizar estos cambios,
(véase el documento de la Fundación: "Changes to the Text") que la mayoría
de los cambios era tipográficos. Tenemos razones para creer que ninguno
de los cambios más significativos se realizaron sin la aprobación de
los reveladores [181] .
De estas palabras se desprende que la Fundación Urantia
apoya la idea que los reveladores efectivamente conocían esos cambios
significativos realizados en el texto. Sin embargo, como se ha señalado,
los reveladores no estaban disponibles cuando éstos se realizaron. Richard
Keeler declaró en el litigio Maherra (1991-1999) que tras 1955 no se
habían tenido más contactos, y si la Fundación, en este pasaje, se
refiere a mensajes de entidades anónimas supuestamente recibidos por
Christy, esto constituiría una flagrante contradicción de las enseñanzas
de los escritos de Urantia. Concedería, además, a esos supuestos mensajes
"comunicados", no verificables, un valor por encima del juramento de
los fideicomisarios de la Fundación Urantia y contra la declaración
de fideicomiso.
Finalmente, los tres
"autenticados ejemplares del texto original de The Urantia Book"
que la Fundación Urantia está obligada a proteger de "pérdida, daño
o destrucción y de alteraciones, revisión o cambio de cualquier manera
o particular" ya no se ajustan palabra a palabra ni con las planchas
ni con lo que la Fundación imprimió en 1967. De las 16 posteriores impresiones
desde 1967 a 1999, 12 son diferentes y ninguna de ellas se equipara
al texto original de 1955, algo problemático desde el punto de vista
del lector, ya se autorizaran "celestialmente" estos cambios o no. Como
dijo el fideicomisario emérito James C. Mills a Ken y Betty Glasziou
en su carta fechada el 5 de marzo de 1991 [182] :
Parece que necesitamos
comparar detalladamente la actual impresión con la primera. En mi opinión,
sólo puede haber una impresión de The Urantia Book, la primera.
Ilustración:
Diversas impresiones de The Urantia Book.
¿Qué salió
mal?
Según
la opinión de los que apoyan dicha continuada y especial ayuda celestial
nada salió mal. Estas personas creen que Christy estaba en contacto
con los medianos. Sin embargo, los que refutamos esa idea nos preguntamos
qué pasó para que Christy se sintiera impulsada a alterar el texto original
o las planchas -confeccionadas durante 1942-45-, en contra de la expresa
prohibición de la declaración de fideicomiso, creyendo que tenía la
aprobación de los medianos. Aunque no sabemos exactamente qué pasaba
por su mente, lo sucedido guarda cierta relación con el caso de Vern
Grimsley, bastante cercano a Christy
[183] , que también llegó a creer que los medianos hablaban con
él.
Uno se pregunta si
realmente nos podemos engañar a nosotros mismos hasta el punto de creer
verdaderamente que oímos voces. Parece que sí. En un informe fechado
en 1984 sobre las comunicaciones de Grimsley, Hoite Caston, un antiguo
fideicomisario, citaba, en este sentido, las palabras de Julian Haynes:
Cualquiera que sea el área del
cerebro utilizada, es totalmente cierto que esas voces existen y que
sentirlas es como oír un sonido de verdad. [...] Las oyen en diversos
grados muchas personas corrientes. A menudo, en momentos de ansiedad,
se oye la voz consoladora de un padre
[184] .
¿Qué situación provocó
esa ansiedad en Christy? Ciertamente sentir sobre sus hombros la responsabilidad
de toda una revelación de los tiempos hubiera sido suficiente. Como
he indicado, Sadler tenía 92 años y se deterioraba rápidamente, y no
quedaba ningún otro miembro de la comisión de contacto. Christy estaba
prácticamente sola, muchas decisiones que tomar y sólo la sabiduría
humana en la que confiar. La comisión de medianos hacía tiempo que se
había alejado, pero ella había continuado creyendo, quizás para sobreponerse
a esa responsabilidad, que era una especie de elegida y que éstos seguían
a su lado. Christy llegó a confiarle a Grimsley que creía ser una reservista
del destino [185] .
Con cierto paralelismo con el caso de Christy, meses tras
la muerte de Christy en 1982, Vern cayó en una profunda crisis emocional.
Christy ya no estaba y él se creía a sí mismo el líder espiritual del
movimiento urantiano. En cierto momento, cuando tenía que decidirse
a comprar en California, para su fundación Family of God o FOG (a partir
de ahora "Familia de Dios") un terreno de 25 acres y un espacioso edificio
de 75 habitaciones, creyó oír una voz, estando bajo un árbol contemplando
aquel terreno, que le ayudó a tomar aquella decisión. En los Apéndices
del informe de Caston [186] hay una carta del Dr. Paul Knott, que,
de manera informal examinó a Vern, mencionando este hecho:
Vern, en este estado
de consternación, deambuló fuera de sí mismo y de repente, "salida de
la nada" (palabras de Vern) una voz que venía de arriba, por el lado
derecho, le habla con autoridad (y le dice lo que él quiere oír) "Ya
está." De esta manera toma él una decisión tan difícil. Su ansiedad
desaparece, y la compra se hace a continuación.
Hoite Caston añade:
Un "invisible amigo",
uno de los únicos consejeros sobre el planeta en el que Vern indiscutiblemente
podía creer, poseía la sabiduría para aconsejarle y aparentemente le
había "hablado".
Christy en el proceso
revelatorio había llegado a oír voces desencarnadas de los medianos
y ahora, cuando se sentía sola y necesitada de consejos, como Vern,
oiría alguna voz que le diera permiso para modificar el texto y su ansiedad
desaparecería.
Parece que Carolyn y Thomas Kendall creían que Christy tenía
una conexión especial con los seres celestiales, y es muy probable que
fuera ese apoyo externo el que la animara a creer en su singular condición
de elegida para modificar el texto. Tenemos constancia de ello en una
carta enviada a J.J. Johnson, fechada el 4 de septiembre de 1981
[187] , en la que ella responde a una lista de preguntas y de aparentes
errores tipográficos que éste le había entregado sin esperar que se
usaran para cambiar el texto. Sin embargo, en una breve carta adjunta
a la lista de cuestiones, Christy le dejó perplejo al informarle que
dos de sus observaciones habían sido aceptadas:
Estimado J.J. Johnson:
Sé que se habrá afanado extraordinariamente para encontrar
estos errores, pero tenemos órdenes estrictas de mantener el texto inalterado.
Por lo tanto, no cambiamos errores a no ser que sean tipográficos, ortográficos
o de puntuación. Usted y yo no podemos cambiar la revelación Urantia.
Es lo más idéntica a la presentada por los medianos que hemos podido
hacer. Tengamos eso siempre en mente.
Marian y yo hemos examinado
sus observaciones con atención y estamos de acuerdo en este informe.
P.D. No hemos recibido
su carta a tiempo para realizar cambio alguno en la séptima impresión,
pero se harán las correcciones necesarias en la octava impresión.
Ilustración:
Carta de Christy a J.J. Johnson.
Ilustración:
Página número dos de la anterior carta conteniendo los comentarios de
Christy a las dudas de J.J. Johnson. Sus observaciones 5 y 13 se habían
aceptado.
La carta de Christy dejó perplejo a Johnson. Por un lado,
Christy le había dicho que tenía órdenes estrictas de mantener el texto
original inalterado, algo con lo que él estaba de acuerdo y, por otro
lado, decía que corregiría para la siguiente impresión dos de las erratas
descubiertas, incluso si una de éstas cambiaba el sentido de una frase.
No obstante, Chisty murió al año siguiente y los cambios nunca se llegarían
a realizar
Sin embargo,
sigue la misma cuestión: ¿Cómo es que los fideicomisarios no cuestionaban
la labor de Christy? Como veremos, parece probable que sólo esos fideicomisarios
que se mostraban favorables a los mensajes "comunicados" conocían el
hecho del gran número de planchas que habían sido reemplazadas por otras
corregidas, y que posteriormente se habían destruido.
¿Estaban
todos los fideicomisarios informados de los cambios?
Hay lectores a los
que les resulta difícil creer que no todos los fideicomisarios estaban
informados de los cambios; si bien, es cierto que algunos no lo estaban.
Lo prueba el hecho de las documentadas afirmaciones de James C. Mills,
que había sido seleccionado para sustituir como fideicomisario a Christy
en octubre de 1971. Mills había sido presidente de la Hermandad Urantia,
y había servido durante muchos años como fideicomisario emérito, función
gracias a la que respondía a mucha de la correspondencia de la Fundación.
El 5 de marzo de 1991,
Mills escribió una carta a Kenneth y Betty Glasziou de Australia, contestando
a sus cuestiones, que demuestra que no era consciente ni del número
ni del alcance de los cambios textuales realizados por Christy en su
condición de fideicomisaria:
Sólo he conocido un
cambio textual realizado entre impresiones. Se lo dije durante mi visita
a Pensacola. Esto se debió a la diligencia de un profesor de ciencias
de la escuela secundaria, licenciado en ciencias, que había leído, en
una revista científica, esa cifra específica en The Urantia Book,
en la que se expresaba que la relación entre la masa del núcleo y los
electrones planetarios había cambiado en un dígito. Esta persona pudo
persuadir a la gente del 533 a cambiarlo en la segunda impresión. En
ese momento yo me había mudado a Wisconsin y la persona que aprobó el
cambio me había seguido como presidente de la Hermandad. De manera fortuita,
me lo indicó una estudiante, que estaba bastante airada con la obvia
alteración de lo que ella firmemente y correctamente creía que debería
mantenerse alejado de manos humanas. Armé un jaleo bastante grande sobre
el particular y se devolvió a su estado original en la siguiente impresión.
Desde que me mudé, con la excepción del período 1973-1975, no he residido
en Chicago, y no se me ha informado de ninguna otra discrepancia entre
impresiones hasta su carta del 20 de noviembre. Voy a referir este asunto
inmediatamente a la Fundación.
Está claro que los
fideicomisarios eran personas honorables e inteligentes, conscientes
de su solemne fideicomiso y de sus responsabilidades, pero la realidad
práctica era que la mayoría de éstos se reunían periódicamente en el
533 de Diversey Parkway, mientras que Christy vivía y trabajaba allí
de forma permanentemente. A medida que los fideicomisarios se distanciaron
de su participación real con el texto, todo empezó a resolverse predominantemente
en torno a la persona de Christy como centro.
Parece que la afirmación
de Carolyn en cuanto al hecho de que los fideicomisarios no participaron
en tal corrección es correcta y que, por tanto, no todos eran conscientes
de que Christy estaba alterando el texto de la impresión de 1955, ante
la siguiente impresión de 1967
[188] , creyendo que lo estaba devolviendo a su estado original
y que aquellos eran errores de copiado. Pero, ¿qué referencia tenía?
Sabemos que el original escrito a máquina hacía tiempo que se había
destruido.
¿Hubo
algún problema técnico en la impresión?
En otra parte de la
mencionada carta, Mills parece creer que el libro completo tuvo que
recomponerse en 1967, debido al cambio de la tecnología de la impresión
y esto originó muchas erratas:
En los doce años de intervalo entre la primera y segunda impresión, las
planchas originales quedaron obsoletas debido a las nuevas técnicas
fotográficas y a las imprentas de alta velocidad, y se tuvieron que
confeccionar nuevas planchas. Puesto que las planchas originales estaban
pensadas para realizar un millón de ejemplares, aquello fue un duro
golpe.
Sin embargo esto no
es cierto. Las planchas originales se usaron para imprimir la impresión
de 1967 de The Urantia Book, con la excepción de al menos unas
48 páginas que se reemplazaron con el texto alterado. También, lo que
había cambiado era la tecnología para hacer las planchas. En The
Urantia Brotherhood Bulletin de 1979 [189] , se informa que "[Las primeras] cinco impresiones
se habían realizado con la misma prensa." Esto concuerda con lo afirmado
por los citados dos empleados de R.R. Donnelleys, que manifiestan que
una prensa modelo M‑1000 tuvo que haber realizado las impresiones
de 1955 y la de 1967. En el boletín también se informa de que:
Ilustración:
Un empleado de la R.R. Donnelley & Sons atornilla una plancha de
impresión a un cilindro de la prensa (Fotografía tomada de la World
Book Encyclopedia de 1958).
Ilustración:
Dos empleados de la R.R. Donnelley & Sons comentando la tercera
impresión con Mark Kulieke (a la derecha), representante de la Fundación.
Sabemos ahora que los
cambios realizaron fueron más lejos de lo que esta contradictoria nota
señala. Para realizar los cambios editoriales en la segunda impresión,
está claro que alguien decidió que el procedimiento más simple era reemplazar
esas 48 páginas por otras nuevas, como se muestra al comparar la primera
con la segunda impresión [190] .
Clyde Bedell escribió en 1976:
Cada palabra de los
escritos de Urantia, incluso el uso de 'los más elevados conceptos humanos
existentes', fue colocada en los escritos de Urantia por los reveladores.
Ningún ser humano añadió nada. Lo juro por mi vida
[191] .
Al hacer su Concordex,
[192] Clyde se dio cuenta de que en 1976 había problemas tipográficos
con varias impresiones del texto [193] . Sin embargo, si hubiese sabido
que el texto original había sido alterado deliberadamente, basado en
unos supuestos "mensajes celestiales" recientes, seguro que los hubiese
cuestionado. No todo el mundo del 533 de Diversey Parkway se tomó con
seriedad esos mensajes, tal como me dijo Meredith J. Sprunger. Fue a
partir de la muerte de Sadler, cuando empezaron a conocerse estas "comunicaciones"
de Christy más allá del entorno de la Fundación Urantia y de la Hermandad
Urantia, y, paralelamente, empezaron a circular entre los urantianos
historias de una supuesta y especial "guía" de la Fundación. En 1981,
Clyde Bedell realizó una evaluación crítica de estos supuestos mensajes
y de aquella especial guía que se suponía disfrutaba la Fundación: (Énfasis
del original)
No creo que los fideicomisarios
estén más guiados de forma divina que cualquiera de vosotros o que yo
mismo. Creo que son verdad y que se dijeron en serio las palabras "Os
habéis quedado solos", por todos lados repetidas que, según se dice,
se comunicara al foro cuando se publicó el libro en 1955. Estamos solos
y debemos tomar nuestras prerrogativas y responsabilidad mucho más en
serio de lo que lo hacemos [...]
Sí, he oído en ciertas
ocasiones las murmuraciones y divagaciones: Los fideicomisarios deben
tener razón. Están tan aferrados a sus normativas que deben tener alguna
guía, alguna comunicación. Examinen esta idea, la cual, cuando se dice,
se hace generalmente con un tono de queja sobre el tema [de la propiedad
intelectual] que he estado desarrollando en este artículo. Para cualquier
lector que lo crea, lo que se está diciendo, en efecto, es que las enseñanzas
de nuestra inmensa y grandiosa revelación, The Urantia Book,
están siendo ahora suplantadas por comunicaciones secretas dirigidas
a un puñado de los humanamente llamados servidores del movimiento urantiano.
[...] Creo que The Urantia Book nunca será reemplazado hasta
que en un futuro remoto lo sea por otra revelación de los tiempos, no
por unos espíritus anónimos diciendo "hazlo" o "no lo hagas" a los falibles
fideicomisarios [194] .
La
perspectiva de Meredith J. Sprunger
Veamos ahora la perspectiva de Meredith J. Sprunger en cuanto
a la situación que acabo de describir. Estas son sus palabras:
La mayoría de los estudiantes
de The Urantia Book están de acuerdo en que los escritos fueron
compuestos por seres sobrenaturales y, excepto por cambios en ortografía,
mayúsculas y puntuación, no fueron corregidos por ningún ser humano.
Se publicaron exactamente tal como se recibieron de los reveladores.
Puesto que los escritos
se pasaron a máquina varias veces y siguieron un proceso de composición
en R. R. Donnelley & Sons, es obvio que se pudieron cometer, y con
toda probabilidad así fue, errores al copiarlos. Es muy posible que
los medianos fuesen conscientes de estos errores e inconsistencias pero
no lo considerarían lo suficientemente importante como para detener
la publicación.
En mi opinión, el mayor error de los fundamentalistas religiosos
es creer en una inspiración literal, en la infabilidad de las escrituras.
El propósito primordial de una revelación es incrementar la percepción
espiritual expandiendo el paradigma espiritual.
En los años siguientes
a la publicación de The Urantia Book en 1955, se descubrieron
muchos de estos posibles errores e inconsistencias y algo tenía que
hacerse sobre éstos en la impresión de 1967. Algunos intentaron corregir
estas áreas problemáticas del texto alterando las planchas. En retrospectiva,
el gran error de la Fundación fue no confeccionar una lista de los cambios
junto con las razones en notas aclaratorias finales.
En este punto, debemos
revisar la documentación existente en cuanto a quién realizó estos cambios.
Carolyn Kendall nos dice, a partir de la información que le facilitó
Tom Kendall, que los fideicomisarios de la Fundación Urantia no participaron
en el proceso de "corrección" del texto de The Urantia Book.
Esto podría indicar que fue Christy quien realizó los cambios en la
impresión de 1967, y en las posteriores impresiones hasta su muerte
en 1982. Esta suposición parece estar confirmada por Scott M. Forsythe,
auxiliar administrativo de la Fundación Urantia, cuando escribió a JJ
Johnson, diciendo "la relación de Christy con el texto de The Urantia
Book era singular".
Carolyn Kendall y Tom
Kendall creyeron que la comisión les había aprobado los cambios. Esta
suposición, por supuesto, la rebate la afirmación que me hizo el Dr.
Sadler de que todos los contactos con los reveladores sobrehumanos habían
cesado, y el cuestionamiento surgido de la dirección de la Hermandad
sobre la autenticidad de los supuestos contactos de Christy con los
medianos.
En mi opinión, al menos
que uno sea un fundamentalista de The Urantia Book que cree en
la "inspiración literal", en la absoluta verdad de cada palabra del
dicho libro, no hay mucha diferencia, desde un punto de vista pragmático,
si la comisión de medianos aprobó o no esos cambios, ya que no interfieren
con la autenticidad de la quinta revelación de los tiempos. En cualquier
caso, no hay forma objetiva de probar definitivamente si los medianos
aprobaron o no esos cambios.
Quizás la mejor solución
para este desafortunado revuelo es enumerar todos los cambios realizados
tras la edición de 1955, junto con las razones para ellos, y permitir
a cada cual tomar su propia decisión sobre el texto original de los
reveladores. Es de esperar que los fideicomisarios de la Fundación lo
hagan y coloquen notas a pie de página en futuras impresiones.
La cautela expresada por Sprunger
sobre un fundamentalismo urantiano es aceptable, pero no creo que sea
esa la cuestión importante. Mientras que, desde un punto de vista pragmático,
se puede decir que los cambios en el texto hasta la fecha han sido menores
y no afectan a nuestro destino espiritual, creo que debemos tener muy
en cuenta a los futuros lectores así como el futuro de toda la revelación
en uno, tres o quinientos años. Si lo hacemos así, en mi opinión, sí
importa si la comisión de medianos "aprobó o no esos cambios". No se
puede pasar por alto la cuestión de la especial guía celestial tras
1955, por la que supuestamente se hicieron estos cambios, ya que se
pueden relacionar los escritos con actividades paranormales, algo que
en éstos mismos se rechaza. Las consecuencias pueden ser muy serias
para ignorarlas y pueden poner en peligro, a largo plazo, la viabilidad
y la integridad de la revelación.
Hay, por tanto, necesidad de una línea fiable de impresiones
sucesivas del texto original auténtico (1955), que sirva de referencia
importante para futuros estudiosos. El 15 de enero de 1996, Mark McMenamin,
profesor de geología en Mount Holyoke College, respondiendo a una carta
de J.J. Johnson decía:
Si se escribió en 1955, algunas de sus partes son sorprendentemente
avanzadas para su tiempo. Sólo he podido localizar la edición de 1984.
¿Puede confirmarme si las páginas 664-671 son las mismas que en la edición
de 1955?
Gracias a los esfuerzos
y persistencia de Johnson, McMenamin incluyó un comentario favorable
de The Urantia Book en su propio libro The Garden of Ediacara [195] . Johnson me escribió posteriormente:
Debe resultar evidente que esto va a crecer y crecer [...]
En cuanto antes podamos dar una respuesta a esto [...] antes científicos
como Mark no tendrán que hacer estas preguntas y dudar si incluirlas
en su investigaciones/libros y en otras obras.
Johnson añade que si
un estudioso en 1998 tiene dificultades para conseguir una impresión
de 1955, hay que imaginar lo que será en doscientos años. De hecho,
¿qué valor tienen esos tres ejemplares del texto original de The
Urantia Book, que se supone se conservan inalterados en un lugar
desconocido al que nadie tiene acceso, si la Fundación está imprimiendo
textos diferentes en contra de la declaración de fideicomiso?
Está claro
que no puede haber dos o más versiones del texto, diciendo que cada
cual es una reproducción inalterada del original. Richard Keeler, presidente
de la Fundación Urantia, me dijo en 1998 que la Fundación sigue el mandato
de la declaración de fideicomiso de conservar estos tres ejemplares
del libro impresos a partir de las planchas originales. Con ello él
cree que se satisface el juramento de los fideicomisarios en cuanto
a la protección del texto original inalterado. Sin duda, la política
de la Fundación pone en riesgo al texto original, y su negativa de buscar
una solución al problema divide y daña a la comunidad urantiana.
Casi dos
años después del fallecimiento de Sadler, el 6 de mayo de 1971, justo
tras la tercera impresión, la Fundación Urantia requirió a R. R. Donnelley
& Sons completar la destrucción de aproximadamente "dos mil doscientas
planchas estereotipadas laminadas de níquel de un grosor ordinario para
la impresión y reproducción de tal libro", de las que se hace referencia
en la declaración de fideicomiso. Esta destrucción ya se había realizado
anteriormente, parcialmente, con la impresión de 1967. Es decir se destruyeron
las planchas tras la tercera edición, cuando solamente se habían hecho
10.000 ejemplares del libro. Es casi seguro que Donnelley Company también
destruyó las cintas de papel de las que se hizo la composición y los
negativos de los que se hicieron las planchas. Estas cintas y negativos
se guardaban de forma rutinaria para rehacer las planchas desgastadas.
Pero, al igual que
la alteración del texto, la destrucción de las planchas conllevaba igualmente
destruir el estado sustantivo y con ello infringir la declaración de
fideicomiso y las instrucciones de los reveladores. Hay que recordar
que el texto de las planchas, tras el largo proceso de corrección de
pruebas, había sido aceptado por los reveladores, cuando todavía estaban
en contacto con los humanos. Al parecer fue el deseo humano de publicar,
como menciona Kendall, "un libro perfecto" el que incitó a los fideicomisarios
a hacer esto. Así pues, todo lo que queda ahora de la propiedad sustantiva
son esos tres libros impresos de 1955 mencionados, los últimos vestigios
materiales de toda una revelación. Pero éstos, al no estar en papel
libre de ácido, acabarán también por desaparecer, a pesar de que los
supuestos guardianes del texto, aseguren que están "protegidos" en algún
almacén.
Hay que
señalar igualmente, la forma clandestina en la que se hicieron los cambios
y lo que esto implica. Mark Kulieke expresa esta paradoja:
El Dr. Sadler y Christy
indicaron que los escritos de Urantia se habían publicado exactamente
tal como se recibieron excepto por los errores de copiado, muchos de
los cuales fueron posteriormente identificados y corregidos. La comisión
de contacto estaba limitada a realizar cambios en ortografía, mayúsculas
y puntuación [196] .
Pero no hay constancia
alguna de parte de Christy, de Sadler, de los fideicomisarios, de miembros
del foro o de las dos historias mencionadas de que los escritos se habían
publicado tal como se habían recibido "excepto", tal como indica Kulieke,
"por errores de copiado, muchos de los cuales se identificaron y corrigieron".
Nunca se le concedió permiso a la comisión de contacto o a la Fundación
para realizar estas "corecciones".
Además el hecho de los límites impuestos a la comisión de
contacto nos lleva a otras cuestiones:
1) ¿No fue la Fundación Urantia
quien publicó The Urantia Book? La comisión de contacto no
lo publicó porque para 1967 hacía tiempo que no existía.
2) ¿No se transfirieron las
planchas, descritas en la declaración de fideicomiso como el texto,
a la Fundación Urantia en 1950?
3) En 1967 Christy era fideicomisaria,
¿por qué se le permitió, independientemente de los otros fideicomisarios,
hacer alteraciones en las planchas, algo expresamente prohibido
en la citada declaración y en franca contradicción con la autoridad
dada a la comisión de contacto original?
Scott M. Forsythe,
auxiliar administrativo de la Fundación Urantia, contestando a ciertas
preguntas de J.J. Johnson, escribió a éste una carta en 1988, en la
que le comenta la "singular" relación de Christy con el texto:
Como bien sabe, la
relación de Christy con el texto de The Urantia Book era singular
[...] Es bastante probable que la actual junta de fideicomisarios no
crea tener la misma relación con el texto del libro que tenía Christy.
En otras palabras, los fideicomisarios no creen poder tener en estos
asuntos la misma flexibilidad de que disponía Christy [..] Por razones
obvias, un asunto así resulta delicado y confidencial, y la junta no
desea dar a conocer detalles escritos de este asunto [197] .
Lo que sorprende de este pasaje es la política de decidido
silencio y encubrimiento de la Fundación, que continuó hasta la defensa
de los cambios realizados en 1999 por la Fundación Urantia en "Setting
the Record Straight", tal como se puede leer en su portal en la red.
A pesar de ello, tenemos que señalar que, no más tarde
de 1994, todos los fideicomisarios eran conscientes de los cambios que
se habían realizado y de sus consecuencias. Hasta la fecha, no se ha
hecho ningún esfuerzo respecto a la corrección de este problema, a pesar
de que en 1994 la Fundación Urantia publicó una lista de las modificaciones
realizadas en el texto, porque no se ha incluido en el libro con el
objeto de informar al lector. De todos modos, estas medidas a medias
son totalmente inadecuadas para la mayoría de los urantianos, cuyo deseo
es que se publique una fiel reproducción del texto original y que se
cumpla la declaración de fideicomiso.
Comparación
entre las impresiones de 1955 y 1967
En el proceso de impresión, pueden ocurrir ciertas anomalías
entre impresiones que hacen que haya páginas que no se impriman de forma
idéntica. Esto sucede con la intensidad de la tinta de las páginas,
que puede incluso variar dentro de la misma impresión. Existen sin embargo
casos en los que hay detalles, como el de una letra rota, que pueden
indicar esta diferencia o no entre dos impresiones.
Cuando Merritt Horn y yo examinamos, no de forma exhaustiva,
algunas impresiones de 1955 y la impresión de 1967 y la de otros años
llegamos a la conclusión de que, en contraste con lo que comúnmente
se cree, las planchas de 1955, con algunas importantes excepciones,
se usaron para la impresión de 1967
[198] . Estas excepciones incluían esas mencionadas 48 páginas modificadas,
que tuvieron que insertarse reemplazando a las originales de 1955.
Ilustración:
Página primera de la impresión de 1955 en la que se muestra una "w"
deteriorada.
Ilustración:
La misma página en la impresión de 1967.
Ilustración:
Página 3 de la impresión de 1955.
Ilustración:
Página 3 de la impresión de 1967.
Debemos
poder confiar en el copista
En definitiva,
además de la necesidad de una línea fiable de fieles reproducciones
del texto original como referencia para futuros estudiosos, de la contradicción
de preservar el texto e imprimir otro, de la prohibición expresa la
declaración de fideicomiso en cuanto a la realización de cambios, que
prohibe a la Fundación Urantia realizar cambio alguno en el texto y
del cuestionable proceso por el que los cambios se hicieron en primer
lugar, hay que añadir un argumento que, de forma sucinta, señala Eric
Schaveland: "Debemos poder confiar en el copista".
El hecho ineludible es éste: nadie sabe de verdad -incluso los fideicomisarios-
cuánto varían las actuales impresiones de The Urantia Book del
texto original de la edición de 1955. No lo sabremos hasta que sigamos
el consejo del mencionado fideicomisario, James C. Mills, que en 1971
sustituyó como fideicomisario a Christy, cuando nos decía que con determinación
y sin temor usáramos toda la tecnología disponible para comparar el
texto actual con el original de 1955 [199] . Quizá descubramos que el actual es "razonablemente cercano" a la impresión
de 1955, como algunos defensores de la Fundación afirman, aunque está
claro que la declaración de fideicomiso no dice nada de esta "razonable
cercanía" entre textos.
Seguramente que los
medianos tenían una buena razón para no dejar nada a la discreción de
los humanos en relación al texto de The Urantia Book. La comisión
de contacto diseñó la declaración para proteger el texto de la insensatez
humana. A pesar de esta garantía, sabemos que se abrió la puerta en
1967, y los cambios se realizaron bajo la responsabilidad de la Fundación,
una oligarquía de cinco personas nombradas por sí mismas, que ha continuado
modificando el texto. Y si en un principio hubo muchos fideicomisarios
que no eran conscientes de estas modificaciones, hoy en día esto no
es así. Uno de éstos, Morris (Mo) Siegel, me dijo, en 1988, que era
indiferente al tema del texto porque desde una perspectiva comercial
reconocía que había "poca preocupación de parte de los lectores" por
las alteraciones del texto.
David Kantor, un investigador
urantiano, cree que si los lectores permanecen pasivos ante esta postura
flexible de los fideicomisarios, el texto continuará modificándose e
incluso se podrían tomar otra serie de libertades con el texto. Sabemos
por Carolyn Kendall y Richard Keeler que los cambios del texto continuaron
después de 1982. Si es cierto lo que dice Kendall, Keeler prometió revertir
los cambios, pero la investigación de Merrit Horn muestra que esta promesa
nunca se cumplió
[200] . Está claro que nadie puede predecir hacia dónde nos
va a conducir algún día esta política de la Fundación de alterar el
texto a su antojo. Si el texto no tiene a custodio digno de confianza,
una versión auténticamente inalterada del texto original y una línea
establecida que lleve de nuevo a la impresión original, se ha traicionado
tanto el espíritu como la letra de la declaración de fideicomiso.
La
búsqueda de la verdad
En el análisis hasta
ahora realizado me he dejado llevar por la búsqueda de la verdad. La
revelación nos pertenece a todos nosotros. Es un regalo que se nos ha
hecho, y somos nosotros los responsables de su destino. Los reveladores
nos encargaron una tarea grande, noble, creativa. La Fundación Urantia
se constituyó para servirnos a nosotros. Y para realizar esa tarea hay
que buscar la verdad, porque ésta es parte misma de los valiosos valores
inherentes a esa misma meta.
La verdad no desaparecerá
haciendo callar a las personas ni evitando tratar el tema ni intentando
redefinir astutamente el término "inalterado". Además, la preocupación
sobre las alteraciones no es hacer un fetiche del texto. Todo lo contrario,
quizás quienes hagan un fetiche del texto sean ésos que intentan hacer
un libro perfecto inalcanzable. Pero la más grave consecuencia de deferir
a una oligarquía la responsabilidad de la revelación no es una cuestión
de la calidad personal de cada uno de sus miembros. El filósofo Mortimer
Adler expresó de esta manera las graves consecuencias de una oligarquía:
Dando por supuesto
que puedan hallarse estos hombres [superiores], el hecho es que dejarles
gobernar, con sabiduría y benevolencia, reduce al resto de la población
a una perpetúa niñez [...] [201]
La cuestión de la publicación y de la preservación del texto
original continúa en nuestros días por ser "un tema delicado y confidencial".
Sin embargo, son precisamente estas mismas razones las que deben incitar
el valiente escrutinio de los urantianos, y mientras los urantianos
debatamos de forma creativa sobre este tema con tolerancia y respeto,
significará, de forma esperanzadora, que no habremos todavía caído
del todo en ese satisfecho letargo utópico en nombre de la "unidad".
La unidad a cualquier precio ha sumido en el olvido muchas de las gloriosas
empresas de los mortales.
Tras la muerte del Dr. Sadler
el 29 de abril de 1969, a la edad de 93 años, el escenario estaba preparado.
Se había formado un círculo interior dentro de otro círculo interior
que había reemplazado a los fideicomisarios como los encargados del
texto de la revelación. Lo que sucedió en las décadas que siguieron
lo describiría hábilmente Sprunger al decir que la revelación había
empezado a navegar sobre "los turbulentos mares de la lucha evolutiva [202] ."